A LOS EQUIDISTANTES

Todavía sigo leyendo y escuchando a muchos supuestos disidentes con el clásico discurso de “yo no quiero que me etiqueten”, “yo no quiero que me llamen negacionista”, “yo no quiero que me asocien a gente tan radical” … ambigüedades, excusas y evasivas para evitar dar ese paso al frente y abandonar, de una vez este sistema putrefacto.

Los “equidistantes” prefieren seguir anclados en la falsa “seguridad” de la Matrix creyendo que por no haberse “pinchado” ya están a salvo. Pero llegará un día en que tendrán que posicionarse o acabarán malviviendo de forma miserable mientras cumplen todas las aberraciones de la agenda 2030.

Mi abuelo decía que “un hombre tiene que comprometerse en firme con aquello en lo que cree y defender lo que ama hasta las últimas consecuencias”. También me decía “cuídate de aquellos que nunca toman una posición clara esperando agradar a unos y a otros porque esos te traicionarán a la mínima de cambio”.

Siempre he creído que un hombre sin enemigos es un hombre sin personalidad y que cualquier decisión que uno toma en la vida conlleva una renuncia.

El sistema es un enorme campo de concentración diseñado para esclavizarnos, extorsionarnos y … asesinarnos. Ésta es la realidad que los “equidistantes” todavía no quieren aceptar pero, más tarde o más temprano, les explotará en la cara.

El slogan de la “agenda 2030” lo dice bien claro: “No tendrás nada pero serás feliz”. Pero los hay que todavía esperan que cambie el sistema, que se regeneren las instituciones o que venga un líder político a devolverles la “vieja normalidad”.

Pues tengo una mala noticia para todos los “equidistantes”. La vieja “normalidad” no va a volver jamás y lo que ahora os parece gris se volverá negro intenso porque el sistema ha sido diseñado para la extorsión, la esclavitud y el asesinato. Así que, la única solución es salir de este manicomio y crear una alternativa real para seres humanos libres y soberanos. Pero si esta idea os parece una utopía siempre podéis seguir esperando ese líder "salvador" mientras hipotecáis vuestro futuro y el de vuestros seres queridos hasta que el hedor sea inasumible.

Mártin Sánchez