jueves, 7 de noviembre de 2013
¿LA TAUROMAQUIA ES ARTE? ¿PERO DE QUÉ "ARTE" HABLAN SUS PARTIDARIOS?
Los defensores de la llamada “Fiesta nacional” suelen repetir el manido lema -que no argumento- de que la tauromaquia “es arte”, tópico que jamás han sometido al más somero análisis, puesto que acometerlo les mostraría su absoluta inconsistencia.
Si algo caracteriza al arte es su distanciamiento de la realidad. Tomemos un ejemplo indiscutido de ARTE, así, con mayúsculas. En 1962 David Lean rodó el film que muchos consideran su obra maestra, “Lawrence de Arabia”, reconstrucción de la gesta del coronel inglés que dirigió la revuelta árabe contra el imperio turco. En sus modélicas imágenes vemos al actor Peter O´Toole disparar contra los figurantes que representan a sus enemigos, enemigos que “mueren” ante la cámara, para levantarse ilesos fuera de pantalla cuando el director grita “Corten”. El falso Lawrence no mata ante nuestros ojos a los falsos otomanos. Todo es ilusión. Justamente esa simulación de la realidad -no la cruda presentación de la realidad- es lo que define al arte. En la “Pietá” de Miguel Angel se simula en mármol un cuerpo torturado, no se ofrece al público la carne y sangre de un ejecutado. Nadie exige al actor que interpreta un drama isabelino –Hamlet, pongamos por caso- que muera en escena. Nos basta con que su representación sea convincente. Fingimiento. Sublimación. Arte.
Ése es el “quid” de la cuestión: el arte puede representar actos violentos, pero la representación no es presentación. Quienes exigen el realismo extremo en vez de ilusión son pornógrafos morbosos cuya pretensión va más allá de lo patológico. Piden la crudeza del acto inmediato en vez de la alusión convincente. Necesitan sufrimiento real, sangre real, muerte real. Es la actitud de quien prefiere una infame “snuff movie” al film violento pero inocuo, la inmediatez de la pornografía a la púdica representación del lance amatorio, …
En el brutal primitivismo de la masa, el arte puede -y debe- ser sanguinolento. Cualquier simulación les ofende. Pero es que es justamente la simulación convincente lo que define el arte. El arte es simbólico, es, por naturaleza, un significante, cuyo significado se construye a nivel interpretativo en la mente del espectador, no en la inmediatez de su espacio sensorial. Ignorar ese distanciamiento deslegitima para usar el vocablo “arte” al bárbaro que, ávido de sangre, no quiere realismo, quiere realidad. Y, por tanto, exige víctimas. Hoy en día, el relativo progreso moral de las leyes le impide complacerse en torturas y ejecuciones públicas de sus semejantes. Pero siempre hay animales en cuyo sufrimiento solazarse. Y así seguirá siendo mientras la ley no salvaguarde la integridad de los inocentes, cuyo carácter de seres sintientes les hermana con nosotros.
(posesodegerasa)
viernes, 11 de enero de 2013
EL EXPERIMENTO DE MILGRAM
En 1963 un profesor de psicología de la Universidad de Yale comenzó a desarrollar una serie de pruebas experimentales con el fin de determinar el nivel de obediencia en una persona cuando esta obediencia entra en directo conflicto con sus valores morales y humanos. Tras una larga serie de experimentos que dejaron atónitos a todos, ya que los resultados eran realmente inesperados, Milgram publicó en 1974 su obra "Obedience to Authority: An Experimental View" (Obediencia a la Autoridad: Una Visión Experimental) en la que exponía con todo lujo de detalles lo acontecido.
El primer experimento de la serie transcurrió en la Universidad de Yale. Con el fin de reclutar individuos para la prueba se realizó una convocatoria en un periódico local, solicitando personas de cualquier tipo y sin requerimiento previo alguno. Como recompensa se ofrecía una cierta cantidad de dinero. Al aviso acudieron personas de distintos niveles, desde cuasi analfabetos hasta doctorados. Una vez en el lugar donde transcurriría el estudio, las personas, que entraban individualmente y no en grupo, eran saludadas por el director del proyecto, quien les presentaba a otra persona -un actor cómplice del experimento- como si éste fuera un participante más con el que harían la prueba. Acto seguido les comunicaba que el experimento se basaría en estudiar el aprendizaje bajo castigo y presión indicándoles que uno tomaría el rol de “maestro” y el otro el de “alumno”. Por supuesto la prueba estaba amañada para que al actor siempre le tocara el puesto de “alumno” y al sujeto reclutado el de “maestro”. Por esta razón, este último creía que era en el “alumno” en el que se realizaba el experimento, e ignoraban que en realidad sería él el conejillo de indidas.
Luego de repartir los roles eran separados en dos habitaciones diferentes, donde podían oírse pero no verse. Tras esto, al “maestro” se le ponía al mando de un falso generador de 45-450 voltios, indicándoles que la primera sería la descarga de castigo más baja que el “alumno” recibiría, y que con cada respuesta errada el voltaje iría aumentando. Al iniciar el test las respuestas estaban estratégicamente ubicadas para que el "alumno" fuera incurriendo progresivamente en un número mayor de fallos, por lo que el voltaje, y por ende su -fingido- dolor, se incrementarían gradualmente. En la etapa final el alumno no sólo gemiría y golpearía las paredes del dolor, sino que además alegaría problemas cardíacos.
De los 14 especialistas a los que Milgram había pedido una previsión sobre qué esperar en las reacciones de los individuos, todos, unánimemente, establecieron que sólo un 1.2% de los estudiados presentaría una conducta lo suficientemente sádica como para llegar al final del test. Sin embargo, la realidad fue mucho más espeluznante: de las personas con las que se realizó el experimento un 60%, a pesar del llanto y los pedidos de clemencia de la víctima, llegaron a aplicar el shock final de 450 voltios. Curiosamente, la gran mayoría de los que llegaron al final lo hicieron bajo una inmensa presión y un gran dolor interno. Muchos presionaban el botón temblando y algunos otros incluso se anegaron en lágrimas mientras hacían las preguntas. Sin embargo, muy pocos se negaron a obedecer. El experimento fue variando y siendo repetido decenas de veces a lo largo de los años, como en el caso que vemos en el video bajo estas líneas. En todos los casos el resultado fue muy similar.
(Fuente: http://www.anfrix.com/)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)