viernes, 10 de julio de 2015

JELLYFISH, DEMASIADO BUENOS PARA DURAR


Tener al mundo en contra no es razón para deprimirse; he ahí su filosofía vital

El término “banda de culto”, suele referirse a un grupo apreciado por un reducido número de "connoisseurs" al que el éxito comercial eludió injustamente en su día pese a su calidad. Pocas formaciones de finales del pasado siglo (qué raro suena decir esto ¿verdad?) merecen tanto este calificativo como la que protagoniza la actualización de hoy, nada menos que los incomprensiblemente ignorados Jellyfish, un combo extravagante y genial del área de San Francisco, creadores de un universo pop deslumbrante y mágico, un puro delirio pendiente de ser reivindicado.

Discretos no eran, pero lo suyo tampoco fue hacer ruido: sus melodías se cuen-
tan entre las más inspiradas de los últimos cuarenta años

La banda fue toda una una rareza en su época y, precisamente, esa dificultad para encasillarlos en un género determinado se convirtió en la losa que forzó su triste separación. A principios de los noventa en el mundo de la música estaba a punto de producirse el gran cisma provocado por el grunge. Pronto las discográficas iban a negarse a apoyar a cualquier grupo que no comulgase con el “sonido Seattle”. Por otro lado, también en esos años, las grandes estrellas del hard rock-metal como Guns and Roses, Motley Crüe, Tesla o Skid Row seguían triunfando en las listas ignorando que estaban a punto de ser borradas del mapa por el maremoto provocado por Cobain, Vedder y compañía.

Desde que su madre dejó de vestirles su fondo de arma-
rio se convirtió en el País de las Maravillas de Alicia
Mientras tanto Jellyfish se encontraban en una suerte de tierra de nadie. Demasiado poppies para los roqueros, demasiado “felices” para los grunges. Sencillamente, no encajaban. Mientras que en los 70 el mundo del rock supuraba eclecticismo y daba cabida a propuestas tan distintas como las de Thin Lizzy, Led Zeppelin, Supertramp, Roxy Music o Steely Dan, en los 90 las posturas se radicalizaron mucho. O llevabas camisas de franela o te cardabas el pelo … punto.

Una banda de San Francisco, con ropas exageradamente coloristas dignas de un episodio de Scooby Doo y que sonaba a Fleetwood Mac, la ELO, Supertramp, Queen, Badfinger, Cheap Trick o Wings poco pintaba en medio de esa guerra fratricida. Sin embargo su terca admiración por el pop más puro, las melodías vocales, los sitares y las baglamas posibilitó el nacimiento de dos de los más grandes e infravalorados discos de los 90: “Bellybutton” y “Spilt Milk”.

Las principales cabezas pensantes de Jellyfish, el bateria y vocalista Andy Sturmer y el pequeño genio de los teclados Roger Joseph Manning jr, se habían conocido en la banda Beatnik Beatch. A través de un anuncio en un periódico se fijaron en un joven guitarrista que citaba entre sus influencias a XTC, el gran Jason Falkner, que junto al hermano de Roger, Chris Manning, al bajo formaron la primera encarnación de la banda, que se metió en el estudio a grabar Bellybutton en 1990.



Este álbum es uno de los más especiales, curiosos y bonitos de la década. Todas las influencias de la banda se fusionaron perfectamente sin sepultar la personalidad del grupo. Tras los controles se sentó el duo formado por Jack Joseph Puig (Weezer, Stone Temple Pilots, Black Crowes…) y el veterano Albhy Galuthen (Olivia Newton John, Barbra Streissand, Bee Gees, Diana Ross…). Con esta curiosa combinación de talentos de la producción, consiguieron un disco con un sonido moderno gracias a Puig pero a la vez retro y elegante por cortesía de Galuthen.

Andy Sturmer, cantante y batería
Los cortes del disco se mueven por terrenos pop deudores de The Left Banke (The King is half undressed, Now she knows she´s wrong) arranques blues-jazzy (the Man I used to be), sonido “Wings” (That is why), Beatleiano (She still loves him) y con herencia de Cheap Trick (All I want is everything), Queen (Calling Sarah) o incluso bossa nova (Bedspring kiss). El tema estrella del disco es, aparte de The King is half undressed (cuyo vídeo fue nominado a los premios MTV), Baby´s coming back, un tema pop perfecto que trata de eso que es tan complicado de conseguir en una relación cuando ésta se tuerce: una segunda oportunidad. El tema fue versioneado por una boy band inglesa llamada Mcfly años después … digamos que sin lograr eclipsar el original.



Decía Chris Robinson, cantante de los Black Crowes, que probablemente la principal razón de la ruptura de Jellyfish es que jamás fueron capaces de amortizar las carísimas producciones de sus discos. Puede que esta sea una visión demasiado simplista, pero no cabe duda de que el grupo tiró la casa por la ventana con la continuación de su debut “Bellybutton”, “Spilt milk” grabado en el 93. Este álbum supone todo un paso adelante para la banda. Aquí pudieron por una vez -y, por desgracia, sin que sirviera de precedente- explayarse en el estudio para dar rienda suelta a todo su genio.

Si les juzgas por su imagen, total fail. Pero si cierras
los ojos y abres los oídos, te llevan al cielo
Estamos ante lo que los angloparlantes llaman un disco multilayered en el que encontramos guitarras y teclados que se doblan, multitud de coros angelicales superpuestos, arreglos bellísimos de cuerda por doquier, acordeones, vientos… vamos, una banda pop de San Francisco perdida en toda una aventura wagneriana. Probablemente, haciendo caso a Chris Robinson, en la ambiciosísima producción de “Spilt milk” se encuentra el gérmen de la separación de los Jellyfish pero, por otra parte, gracias a ella precisamente podemos disfrutar desde entonces del que, para el que esto escribe, es uno de los mejores discos de los 90. Y, si me apuráis, no sólo es un disco que pueda mirar de igual a igual a “Ten”, “In Utero”, “Superunknown”, “Grace”, “Use your Illusion” o cualquiera de las grandes gemas de la década. “Spilt Milk” es una maravilla, una magnum opus atemporal parida por dos auténticos genios en su mejor momento creativo, que puede medirse sin rubor de acuerdo al listón establecido por los grandes discos pop de la historia… así de claro. “Rumours”, “Pet Sounds”, “Astral Weeks”, “Odissey”… si hay un álbum que pueda considerarse el "Sargeant Peppers" de los 90, es este delirio creativo absolutamente desacomplejado,



Pero retrocedamos un poco. Tras grabar “Bellybutton”, el guitarrista Jason Falkner levantó el vuelo harto de ser poco más que una comparsa de la dupla compositora formada por Manning jr y Sturmer. A Brian Jones le pasó con Jagger y Richards, a Harrison con Lennon y McCartney y en Jellyfish la historia volvía a convertirse en un ouroboros cíclico. El bajista Chris Manning también abandonó el grupo, harto de la vida en la carretera. Con esto se plantaron Andy Sturmer y Roger Joseph Manning jr en el estudio, acompañados de nuevo por Jack Joseph Puig y Albhy Galuthen, junto al nuevo bajista Tim Smith y varios músicos de estudio, entre los que destacaba Jon Brion (The Grays).

Optimismo, luminosidad y ganas de diversión químicamente
puros. Además de un talento compositivo e interpretativo
fuera de serie.
Como decía anteriormente “Spilt Milk” es un disco variadísimo, complejo y de recorrido aún más largo que “Bellybutton”. Sus temas se saltan las fronteras estilísticas a la torera y tenemos desde delicadísimas canciones de cuna con melodías y armonías vocales a lo Beach Boys, trallazos rockeros escuela Kiss-Queen, ecos glammy, baladas psicodélicas, vaudevil, melodías lounge-bossanova ¡¡E incluso temas con ecos a música yiddish!!! Al igual que en el apartado musical, las letras de las canciones llevan el eclecticismo temático al paroxismo. Jellyfish hablan de matrimonios fracasados (Bye, bye, bye), picnics infantiles (Sabrina, paste and plato), embarazos no deseados (New Mistake… ¿La mejor canción de los 90?), historias de poetas fracasados con tintes cuasi religiosos (The ghost at number one) e incluso una descacharrante oda a la masturbación (He´s my best friend).



Para el tour de presentación la banda reclutó a Eric Dover (Alice Cooper, Slash´s Snakepit), pero las inevitables diferencias artísticas entre Roger Joseph Manning jr y Andy Sturmer, además del escaso éxito comercial de “Spilt Milk” llevaron a la banda a un final que muchos consideramos el más triste de la historia del pop desde la separación de los Beatles.

Imperial Drag, fotocopia macarra de los "poppies" Jellyfish
Sin embargo la saga Jellyfish no se quedó ahí, gracias a los Dioses. Roger Joseph Manning jr se unió a Eric Dover y con él formó Imperial Drag en el 96. Su disco homónimo, sin llegar ni de lejos al nivel de las dos obras de Jellyfish, es un enorme álbum de aire glam pero con un sonido muy 90´s y temazos como Are you a boy or a girl? (su vídeo es un claro homenaje a Russ Meyer), Zodiac Sign o Playboy after dark. Además durante los últimos años el pequeño mago de los teclados no ha dejado de trabajar como músico de estudio para diversos artistas (Air, Beck, Johnny Cash) e incluso compuso junto a Brian Reitzell la banda sonora de “Lost in traslation”. Además ha publicado varios discos, entre los que se encuenta una las mayores joyas de la música de este nuevo siglo, “The Land of pure imagination”, que no tiene NADA que envidiar a los discos de Jellyfish.



Jason Falkner, que ya se había marchado tras la gira de “Bellybutton”, inició una sólida carrera, primero formando parte de The Grays y luego grabando en solitario discos como “Can you still feel?”, del que se extrae el temazo “Author unknown“. Por su parte Andy Sturmer se apartó del primer plano de la música para emprender una carrera como compositor, arreglista y productor de otros artistas (Black Crowes, Ozzy Osbourne, Puffy Ami Yumi…) y, lo que es más chocante, creador de bandas sonoras para dibujos animados como Transformers o Ben 10.

¿Habrá reunión de la banda alguna vez? El tiempo corre en contra de nuestros deseos, pero solo soñar con la vuelta al estudio o al escenario de la dupla Manning-Sturmer es lo único que nos puede compensar de la imposibilidad de volver a ver a Lennon y McCartney reunidos. Al menos, en este plano de la realidad.



(Fuente: https://lvconfidential.wordpress.com/)