domingo, 24 de septiembre de 2023

ALEXANDRA HENRION, LA GENETISTA QUE HA PUESTO PATAS ARRIBA EL RELATO OFICIAL DEL COVID



Doctora en Genética por la Universidad de París Diderot, post-doctorada en la Escuela de Medicina de Harvard y durante dos décadas directora de Investigación del Instituto Nacional de Salud de Francia Alexandra Henrion comprobó en primera persona como toda discrepancia respecto al discurso oficial respecto a la pandemia suponía automáticamente la muerte civil y el ostracismo profesional del disidente. Dejó de ser invitada a ponencias y congresos internacionales, perdió su puesto y fue desacreditada por la servil prensa de su país, sufriendo el silenciamiento forzoso que ha permitido a los cínicos titiriteros de esta farsa pregonar un falso consenso científico que no ha sido más que el borreguil doblegarse de quienes no querían perder sus privilegios y la marginación absoluta de todo discrepante. Sin embargo, no se resignó y escribió un libro, "Los aprendices de brujo", que con sus 130.000 ejemplares vendidos en Francia supuso una conmoción intelectual al cuestionar todo lo que nos dijeron del Covid-19 y acusar a gobiernos y farmacéuticas del engaño que supone comercializar un tratamiento que ni siquiera había pasado la fase de prueba y que se nos presentó falsamente como "la única opción posible".

Lo que sigue es un extracto de la completísima entrevista, realizada por Nacho Martín, wir yibp lugar al hilo de la publicación de su ensayo en nuestro país, y revela a un pensadora incisiva que no teme ir contracorriente.

Pregunta: Empecemos por lo más simple. ¿Podría darme una explicación básica de qué es el ARN y qué es el ARN mensajero?

El ARN es un lenguaje genético de la vida, cuya función es ser el intermediario entre el ADN y las proteínas. Si utilizamos como ejemplo un ordenador, el ADN sería el disco duro. Las proteínas serían todo el equipamiento, desde la pantalla a los botones. Y el ARN se encargaría de la conectividad. Y por otro lado está el ARN mensajero, que es uno de los tipos de molécula que hay en esta gran familia y tiene la instrucción de producir una proteína.

P: ¿Cuáles son las diferencias entre ARN natural y el ARN artificial que se usó en las vacunas del COVID?

R: El ARN artificial tiene un idioma genético diferente, y es mucho más resistente a la degradación. Meses después de la inyección de la vacuna lo seguimos viendo en el cuerpo. Y, con la información de la que yo dispongo, no sabemos cuánto tiempo dura en nuestro organismo.

P: Usted habla de que el ARN tiene un potencial muy grande para muchas cosas, incluida la cura de enfermedades. Explíqueme por qué.

R: Se han conseguido tratamientos con ARN que han sido exitosos. En el libro, de hecho, menciono 12 medicamentos que están hechos a base de ARN, que han salido al mercado y están aprobados. Pero jamás se han aprobado medicamentos ni vacunas con ARN mensajero. A lo largo de 20 años se hicieron varios intentos, pero nunca pasaron de la fase dos en los ensayos clínicos de las cuatro que hay.

Pero lo importante no es lo que yo diga, sino yo lo que dicen los dirigentes de, por ejemplo, Pfizer y Moderna. En su día aseguraron que sabían lo que estaban haciendo y conocían bien el tema, pero era falso. De hecho, en marzo de 2022 el director general de Pfizer declaró en el Washington Post que la tecnología con ARN mensajero jamás ha dado resultados hasta ahora. Ni una vacuna, ni ningún otro medicamento.

P: Y entonces, ¿por qué se apostó por una vacuna con ARN mensajero para el Covid?

R: Es una buena pregunta. Ni idea, es incomprensible. No tiene sentido. Lo normal después de estar 20 años intentando sacar adelante medicamentos con ARN mensajero sin éxito es que los científicos paren y se pregunten si merece la pena seguir investigando o no. Pero vivimos en un mundo con muchos intereses económicos, y hay inversores que inyectaron mucho dinero, sobre todo en Moderna y en BioNTech. Y quieren que haya una rentabilidad.

Esa podría ser una de las causas. El problema es que se obstinan en insistir en una tecnología que no funciona. Es decir, la tecnología sí funciona, y producir esas proteínas es una proeza técnica y un negocio. Pero luego todo eso no provoca beneficios en la salud.

P: ¿Qué diferencias ve entre la vacuna del Covid y el resto de vacunas que se han aprobado?

R: Hay tres enfermedades para las que la ciencia no ha conseguido que la vacunación sea exitosa ni en animales ni en humanos, porque hay más peligro vacunándose que sin vacunarse. Son el Coronavirus, la bronquiolitis y el dengue.

El problema de la vacuna del Covid es que el cuerpo produce efectivamente anticuerpos, pero no neutraliza el virus. Son dos cuestiones distintas. Por eso para muchos fue una sorpresa cuando se la pusieron, porque pensaban que no se contagiarían más veces ni podrían contagiar a los demás, cuando la realidad es que muchos tuvieron la enfermedad después de vacunarse, incluso varias veces, y siguieron transmitiéndosela al resto. Pero esto no lo explicaron.

Además, otra diferencia es que normalmente se tarda diez años, en el mejor de los casos, en desarrollar una vacuna. En este caso fueron diez meses. Y fue una proeza gracias a los políticos, puesto que los gobiernos aceptaron que los ensayos clínicos no tuvieran lugar en el laboratorio, como se hace normalmente, sino en la población general. Se lanzó y se dijo 'Bueno, a ver ahora qué pasa'.

En ese sentido fue una vacuna revolucionaria. Además, como he explicado, se llevaron a cabo estos ensayos clínicos cuando sabíamos que la tecnología del ARN mensajero nunca había funcionado. Y la última diferencia es que jamás se ha visto una vacuna con tantos efectos secundarios como esta.

P: ¿La vacuna redujo la tasa de mortalidad?

R: En varios países como Israel, Inglaterra y Emiratos Árabes Unidos se constató que cada vez que comenzaba la campaña de vacunación se sufría el peor pico de mortalidad por el Covid. En algunos casos casi se duplicó esa mortalidad. De hecho, el ministro de Salud israelí se sorprendía porque dos semanas después de comenzar la vacunación el 11% de la población dio positivo.

P: En el libro explicas que no podemos descartar que la vacuna pueda ser tóxica, ni tampoco que nos pueda modificar genéticamente. ¿Qué implicaría esto de ser realmente así?

R: Respecto a la toxicidad, es una cuestión interesante, puesto que en todas las vacunas anticovid se ha utilizado la proteína Spike. Y existe una literatura científica abundante que habla sobre los niveles de toxicidad que esta proteína puede provocar.

Y luego, con respecto a la modificación genética, yo prefiero hablar siempre de la modificación del patrimonio genético. Porque es una cuestión que afecta a todo el mundo que recibe el ARN. Las consecuencias pueden ser vertiginosas, y se desconoce el impacto que puede tener.

Lo que sí vemos es lo que está pasando ahora mismo en los hospitales, donde se constata que hay más mortalidad y más casos de abortos espontáneos. Y lo sorprendente es que no se relaciona esto con las vacunas, aunque podría ser una hipótesis de lo qué está sucediendo.

La cuestión es que se alteran las mitocondrias, que son como las centrales energéticas. Se puede producir fatiga, disfunciones en los ovarios y testículos y una alteración del sistema inmunitario. En definitiva, un sistema más débil, que provoca más enfermedades y mayor vulnerabilidad, lo que al final se traduce en un mayor número de muertes.

 
El nivel de las cadenas generalistas es tan poco sutil que si a un personaje
público se le mueren los conocidos uno tras otro, en vez de preguntarse la
causa el tertuliano de turno se mofa de la situación sugiriendo que debe ser
gafe: "Todo su alrededor está estirando la pata a un ritmo frenético y eso
está obligando a Parada a hacer parada en todos los tanatorios existentes
 de España"; "¿Trae Parada mala suerte o ser su amigo da mala suerte?
¿Quedará alguien vivo para despedirle a él". Aquí que las muertes se 
disparen no nos preocupa. ¡Esto es ... Essspppaaaaañaaaa!

P: Usted alerta de los numerosos peligros de la vacuna, pero no nos están llegando noticias de que se esté produciendo nada fuera de lo común. ¿Se están silenciando los casos de gente afectada?

R: Me sorprende esto, porque en los países escandinavos, en el norte de Europa y en Israel, por ejemplo, se han paralizado las vacunaciones a los jóvenes. En Israel se constató que había un 10% de las mujeres que veían modificado su ciclo menstrual. Y otro ejemplo sería el aumento de los casos de miocarditis en la población joven, algo que llama mucho la atención porque es una enfermedad poco frecuente.

Luego en la calle hay mucha gente que se queja de estar cansada y de tener vértigos y acúfenos. Y hay también casos de cáncer muy muy agresivos, que se desarrollan tan rápido que no da tiempo a aplicar la quimio. De hecho, el ministro de Salud de Alemania se excusó públicamente por las víctimas de la vacuna, porque las cifras que manejan ellos es que hay un caso grave por cada 5.000 vacunados. Y cuando hablamos de casos graves nos referimos a aquellos que cambian la vida del paciente por completo.


Y eso que la "vacuna" era segura. Multiplíquense los
resultados de los 14 lotes por los que se preguntó a
Sanidad por los cientos de ellos inoculados y el "inex-
plicable" aumento de mortalidad constatado tras la
timo-vacunación queda perfectamente explicado.
P: ¿Por qué cree que los Gobiernos del mundo han incentivado a la gente a que se vacune? ¿Qué han ganado ellos?

R: Esto escapa de mis competencias. Son cuestiones políticas, no es algo que me corresponda profesionalmente. Pero numerosos políticos dijeron que la única solución era la vacuna. A pesar de que no había una justificación para centrarse sólo en eso. Podrían haber preguntado a los veterinarios, porque hay muchos casos de coronavirus en animales y ellos saben que las vacunas no funcionaban contra ese virus.

La solución no era la vacuna, sino lo que se hace en todas las epidemias, que son los antibióticos. Hay un estudio que ha analizado la gripe española y otras pandemias que explica que la gente no muere del virus, sino de las infecciones bacterianas. Así que lo que se necesitaba era aplicar el antibiótico, que es lo que ya se hacía sin saberlo en 2019, con los casos que había de coronavirus. Porque en marzo de 2019 el virus ya estaba circulando por el mundo. Se ha visto en muestras de aguas fecales y en pacientes que tenían anticuerpos.

P: ¿Cuál fue la acogida del libro en Francia? ¿Recibió amenazas y presiones de algún tipo?

R: Voy a ceñirme a los hechos, que es lo que a mí me gusta. Lo cierto es que sin marketing, sin promoción y sin artículos periodísticos el libro salió en Francia y fue número uno muy rápido. Se ha producido un fenómeno editorial. No esperaba que un libro científico pudiera suscitar tanto interés.

P: ¿Se hacen muchos amigos cuando se es número uno?

R: Bueno, se hacen muchos amigos y también muchos enemigos. Y hay personas que no dudan en pasar las amenazas y que no entran en la esfera del debate, que es lo que yo propongo. Yo quiero que se lea el libro, se lean las referencias, que solamente son oficiales, y se vea si estamos de acuerdo o no con toda esta evidencia científica. Todo lo que yo digo se basa en hechos que demuestran el fracaso de la vacuna.

(Entrevista completa en https://www.elindependiente.com/)

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