miércoles, 23 de agosto de 2023

OCCIDENTE NO ES SOLO UN ESPACIO GEOGRÁFICO



Hace 3000 años, Briseida, la hermosa viuda del Rey Minos, fue tomada como rehén por Aquiles.

Se podría decir que la bella prisionera no era inmune a los encantos de joven héroe. Así que Briseida no estaba ansiosa en ser rescatada.

Pero el Rey Agamenón, jefe del contingente griego, hace comparecer a Aquiles y le comunica que decidió quedarse él con la prisionera.

Aquiles siente que la rabia sube a su cabeza, pero no se da cuenta que, inconscientemente, su mano iba sacando la espada. Los guardaespaldas de rey si lo notan, y se preparan para matarlo.

Aquiles siente una mano invisible que "tira de sus rubios cabellos" al mismo tiempo que una voz femenina, que él atribuye a la diosa Atenea, le pide que sofrene su ira.

Agamenon ahora pretende ser magnánimo, y ofrece a Aquiles oro en compensación, y una participación mayor en el saqueo de Troya.

Aquiles lo mira con desprecio, le da la espalda, y, junto a sus tropas, los Mirmidones, se retira de la guerra. Ese es el momento que elige Homero para comenzar La Ilíada.

Y es muy acertado, porque es es ese precioso momento donde nace Occidente.

Porque Occidente no es un lugar, es una actitud. Es la dignidad, la autonomía y la libertad que arden como un fuego en el pecho de Aquiles.

Occidente es Leónidas, con sus trescientos espartanos, plantando cara en el paso de las Termópilas al rey de Persia, que, con su medio millón de soldados, más sus adulones, sus eunucos, sus perfumistas, pretendía aplastar a Occidente.

Leónidas podía pedirle a sus soldados que luchen a su lado hasta morir, lo que no podía pedirles era que le acepten una injusticia o arbitrariedad. Combatían como sus hermanos, no como sus subordinados.

Occidente es Arturo sentándose, como uno más, en una mesa redonda con los caballeros que combatían a su lado.

Es Miguel de Cervantes, autor del Quijote, que continuó luchando en la batalla naval de Lepanto, pese a las tres balas incrustadas en su brazo izquierdo. Lo llevaron prisionero a Argel, allí nunca se arrodilló a venerar un amo.

Hoy vivimos una guerra total contra Occidente.

A la gente la han enfermado de miedo, de culpa, de inseguridad. La han encerrado, embozalado, inyectado. Han desmasculinizado al hombre y desfeminizado la mujer. La han hecho sentirse culpable de viajar, de tener un auto, de formar una familia.

La han vuelto obediente, sumisa, descafeinada.

Un amigo español me cuenta: -Unos moros ocuparon mi casa. Como tengo dos propiedades, el desalojo es complicado. Además estoy obligado a seguir pagando la luz, el agua y el gas que gastan, no puedo cortar los servicios, lo ordena "la ley".

Mire amigo, no conozco mucho la historia de su país, pero recuerdo que en la escuela me hablaron de un tal Cid Campeador. ¿Como hubiese actuado el Cid en su lugar? Y no me hable de la ley, porque si el Rey Sancho, o Alfonso, o como se llame, lo mandó al exilio dos veces, será porque el Cid actuó en beneficio de la Justicia, del Derecho Natural, no de "la ley". Se la pasaba por las suprarrenales cuando debía hacerlo. Y pagaba el precio.

Imagine que el invasor tomaba la casa y las tierras del Cid, y le tocaban el trasero a Doña Ximena, o a las señoritas Doña Elvira o Doña Sol, ¿iba a ir el Cid a consultar los Códigos, o tomaría esa espada grandota que tenía y correría al invasor hasta África? Hoy a eso los miedos de comunicación y los políticos lo llamarían "masculinidad tóxica", "xenofobia", "discurso del odio", "falta de inclusión".

En el 2012 Estados Unidos, Europa Occidental e incluso Israel encargaron a la empresas Bae Sistems y Wegmann la fabricación de tanques de combate "ecológicos", con tecnología "verde".


Lo bueno es que después de disparar 20 municiones de uranio empobrecido, 20 incendiarias y 20 de bombas racimo, se retira a una estación de carga eléctrica "eco friendly".

Creo que a la Agenda ya ni es necesario plantarle cara de manera violenta, con reirnos a carcajadas en sus rostros de sus ocurrencias es suficiente.

Al fin y al cabo el humor es otra característica de Occidente.

Horacio Rivara

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