jueves, 9 de febrero de 2023

UCRANIA: NOS HEMOS TRAICIONADO A NOSOTROS MISMOS



Cuesta decirlo, y a mí, escribirlo: Europa ha faltado a su palabra.

Se la dimos a Rusia cuando le ofrecimos los acuerdos de Minsk como manera de desactivar el problema del Donabas por la via de la autonomía. Era la solución ideal. El Donbass seguía siendo ucraniano y mandaba parlamentarios a la Rada de Kiev. Por otra parte, Rusia ya había dicho que no le preocupaba ver a Ucrania en la UE.

Pero todo ese artilugio era mentira.

Metieron en el trampantojo hasta al Consejo de Seguridad de la ONU.

Y era mentira.

Tanto Merkel como Hollande acaban de confesar que Minsk era la manera de dar tiempo a que Ucrania se preparase para la inevitable guerra con Rusia que había traído el Maidan.

Nunca pensaron en autonomías. Sabían que el Maidan traía la guerra y querían que Ucrania estuviese militarmente preparada.

Esa fue la política exterior de la UE: dar tiempo a que se intentase alumbrar esa imposibilidad estratégica, que es eliminar lo ruso de Ucrania. Y que lo hiciesen a tiros.

Así que la UE es responsable- y por la via de una conducta deshonrosa- de la guerra que está asolando Ucrania y Rusia.

Sin la truhanería franco-alemana no hubiese podido haber guerra.

Desde luego, sería bueno saber la razón última de tanta sinrazón.

Honneur, en francés, es palabra respetable. Treu en alemán también. Ambos términos se han pisoteado.

Se que, ni Merkel ni Hollande, van a leer estas líneas. Pero tengo la esperanza de que lo hagan algunos españoles. Para ellos indico que esa conducta de trileros afecta a un patrimonio digno del mayor respeto. Y que entre otros miliarios contiene:

– a la Emperatriz Catalina la Grande que ponía letra con gran entusiasmo y gracia a las cantatas que para ella componía su músico de corte Don Vicente Martín y Soler, el autor que cita Mozart en el acto final de su Don Giovanni, y que en cualquier otro pais del mundo hubiese conocido otra posteridad mas aquilatada.

– en un orden menos delicado, el General español José de la Riba conquistaba Odessa para la misma Catalina a las órdenes de un Potemkin que, ya agonizante, ayunaba mientras leía las cartas de su amada Emperatriz. A día de hoy, existe aún la calle Deribaskaya (de Rivas), una de las principales de la Odessa, que arranca en la estatua del General, cuya memoria nunca ha dejado de acompañar el desarrollo de la ciudad.


¿Alguien podría explicar por qué considerar enemiga a una Rusia
con la que nos unen tantos lazos históricos y culturales?
 

– al ingeniero Agustín de Bethencourt, que sirvió a Alejandro I y dejó varios testimonios de su talento en obras repartidas por toda la geografía de Rusia y, muy especialmente, el Picadero de Moscú, hoy felizmente alzado y lleno de vida y exposiciones de arte en las proximidades de la Plaza Roja.

– a la expedición danesa de Carlos IV y otra vez Alejandro I, más precisamente a su esposa, Elizabeta Alekseevna y su madre, Maria Fiodorovna. Al saber que los supervivientes de tal expedición danesa luchaban contra Napoleon, bordaron con sus propias manos sus banderas de combate. Esos españoles formaron el Regimiento del Zar, con dos mil efectivos, y tenían por misión defender a Marina Fiodorovna. Se alojaban en Tsarkoye tselo.

– el compositor Glinka, que vino a España a vivir con nosotros y nos enseñó, sin mucho provecho, por desgracia, cómo la música popular podía convertirse en sinfónica.

– la literatura dramática española, repertorio en San Petersburgo durante toda la época zarista. Todavía en 2008, tras una representación del ballet de Minkus, Don Quijote, en Tashkent, el Subsecretario de Cultura de Uzbekistan levantó su copa de cava «en honor del pais de Lope».

– los 3.000 rusos que acudieron en ayuda de la Segunda República, pues la URSS y Méjico fueron los únicos países que ayudaron al gobierno legítimo de España. Muy en especial a los 59 Héroes de la Unión Soviética nombrados tales por su valor militar en la Guerra Civil.

A los españoles que lucharon contra el nazismo desde la URSS, conocidos colectivamente como los Ispantsi (los españoles). Entre ellos:

– Enrique Líster, General de División del Ejército de la Estrella Roja.

– Rubén Ibarruri, hijo de Pasionaria, que cayó en Volgogrado. Héroe de la Unión Soviética.

– Santiago de Paul Nelken, hijo de Margarita Nelken caído en Mitrovanovka (5-1-1944)

– Francisco Gullón, Comandante de la unidad Kliment Voroshilov que agrupó al mayor número de españoles guerrilleros.

– El Regimiento 439 de Aviación de Caza de la Fuerza Aérea soviética (con presencia española)

– A todos los españoles que en unidades regulares o bien como guerrilleros lucharon tras las líneas enemigas, y quedaron allí para siempre, testigos de nuestra complicidad democrática con Rusia, sea cual sea su encarnación.


Pero en un orden europeo, tanto Merkel como Hollande, se han traicionado a si mismos porque si están hoy en sus respectivas poltronas es porque veinte millones de jóvenes rusos cayeron defendiendo los valores que tanto Alemania como Francia dicen compartir. Chavales, que, estoy seguro, ni siquiera habían besado todavía a una chica. Y sus verdugos fueron esos criminales de guerra, Bandera, Sukhevich, Konovalets, a los que nuestros amigos y aliados festejan en desfiles nocturnos con la misma escenografía con la que las falanges ucranianas desfilaban frente a su héroe, el Gauleiter de Hitler, Hans Frank. Para mí, la UE será ya siempre otra cosa.

José Antonio Zorrilla
(Visto en https://diario16.com/)

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