miércoles, 27 de abril de 2022

EL SILENCIO DE LOS FUNERALES



Siempre hemos dicho que el mayor problema del plan globalista de eugenesia es que los muertos son difíciles de ocultar.

Por eso el énfasis lo ponen en engañar a las familias para que no investiguen y en el entorno para que finja que no sospecha.

Y digo finja porque no me creo que en su fuero interno, al tercer o cuarto amigo con infartos e ictus, no se hagan la pregunta del siglo.

Por eso se crea un círculo de autoengaño. Si la víctima sobrevive no quiere reconocerlo porque se vacunó voluntariamente, y supondría admitir que todos esos a los que ha estado insultando tenían razón. Ahí ayudan los médicos, atenazados por su complicidad, que facilitan la coartada asegurando que no hay relación (cosa que no saben, por tanto mienten descaradamente).

Después están los amigos del finado, poli-inoculados casi todos, a los cuales el miedo los atenaza al pensar que pueden ser los siguientes, por lo que prefieren hacer que se creen que fue casualidad. Entonces se ponen a buscar en la biografía de su amigo hasta que encuentren algo que les dé consuelo: estaba gordito, bebía demasiado, no hacía ejercicio, fumaba, tenía estrés, tuvo una arritmia hace 20 años ... cualquier cosa sirve cuando uno se empeña en creer.

Después, los medios de comunicación ayudan también inundando las noticias del aumento de todas las enfermedades que describimos como efectos adversos de las vacunas como cambioclimatitis debida a nuestra mala vida de humanos malosos.

Entre unos y otros conforman una narrativa completamente falsa e insostenible, pero que les hace sentir mejor.

Sin embargo, ahí dentro de su mente, el covidiano se da cuenta de que en dos años de pandemia no se le murió nadie con menos de 80 años, y sin embargo de un tiempo a esta parte va a un funeral de alguien de su edad o menos casi cada mes. Eso es una evidencia empírica epidemiológica difícil de obviar incluso para los más cafeteros.

Se están muriendo decenas de miles de vacunados por patologías extrañas, repentinas, inesperadas y antes poco frecuentes.

Pero no solo son las muertes, sino también los millones que están de pruebas y médicos porque tras inocularse algo va mal dentro de ellos. Pérdida de memoria, envejecimientos brutales de 10 años en uno, problemas menstruales, psicosis depresivas, acidez de carácter, dolores de cabeza, falta de sueño, temblores, hormigueos constantes, ceguera o deterioro de la vista y el oído, arritmias y palpitaciones, problemas hepáticos, análisis de sangre en los que todo está disparado, problemas de erección, malas digestiones, cambio de percepción olfativa, tensión disparada, glucosa descompensada, debut en diabetes, cambios radicales en la voz, constantes infecciones respiratorias ... quien más y quien menos está vigilándose algo que el médico le dice que no tiene ni idea de dónde viene (lo sabe de sobra, pero se hace el sueco).

Tengan en cuenta que estas personas en su mayoría no se lo cuentan ni a sus mejores amigos porque no quieren ni verbalizar lo que sospechan. Le dirán a usted que están fenomenal, pero no es cierto.

De este modo se crea este “miedo ambiente” del que les hablaré en otro artículo.

Mi intención al desarrollar este tema no es atemorizar, sino evitar la siguiente dosis, que puede ser la que acabe con usted. Si consigo que una sola persona salga de la hipnosis absurda en la que se encuentra, del auto engaño del nopasanada, merecerá la pena.

¿Va a ser usted el último ñu que cruce el río lleno de cocodrilos?

Millones de personas vacunadas han jurado que nunca más; se han dado cuenta de que los engañaron. Incluso los que lo hicieron para viajar y entrar en bares ven ahora que los purasangres lo hacemos igual. Ni siquiera esa razón absurda era cierta.

Al menos nosotros, que por supuesto podemos enfermar y morir como siempre ocurrió, sabemos que lo que nos pase era lo que nos tenía que pasar, y que no fue por haber tomado la decisión equivocada de participar en un experimento a cambio de nada, por miedo y por no haber querido hacer caso a los que nos advertían.

De verdad que tiene que ser horrible esa sensación.

Vivir esperando el efecto secundario que nos toque, viendo a deportistas de vida sanísima caer, pensando que nada podemos hacer solo por aquella decisión equivocada, por haber confiado en el médico “de toda la vida” o en el amigo, hermano o conocido con un título de medicina que no nos dijo que en realidad estaba repitiendo algo que ignoraba, pero que certificó su consejo como si hubiera estudiado los prospectos de Pfizer con detenimiento, como si su opinión fuera libre, como si no le hubieran presionado con protocolos y amenazas, como si no hubiera visto a compañeros y colegas ser expulsados por los colegios de médicos por decir la verdad; su médico de confianza no le dijo nada de esto, se limitó a repetir lo que le ordenaron: vacúnese.

¿Va a ir usted ahora a decirle algo? Seguramente no. Junto con él, se suscribirá usted a la anomia colectiva de hipnosis, al avestrucismo imperante de no ver para no sufrir.

Pero su sangre sigue fabricando proteínas spike, se sigue volviendo espesa. Sus órganos están haciendo un sobre esfuerzo por mantener su actividad normal a pesar de estar lastrados por un ARNm sintético.

Le ruego que no se ponga ni una dosis más y salga de esta pesadilla. Rompa el hechizo de los telediarios, únase a la humanidad libre, rechace chantajes, códigos y pasaportes. Regrese a su condición de humano puro sin aportaciones genéticas de empresas de oscuras intenciones.

Los que financian esas empresas y las instituciones que las ayudan han declarado públicamente su intención de reducir la población mundial ¿está usted dispuesto a ser uno de los que sobran y además de forma voluntaria? ¿En serio se arriesga a morir prematuramente para evitarse una gripe?

Los vacunados enferman y mueren mucho más que los purasangres, las autoridades cómplices han dejado de dar datos por eso. Pero usted puede volver a ser purasangre si deja de jugársela cada seis meses, su naturaleza es sabia, no compre más números de la lotería de la muerte. Si no compra, no toca.

Sea lo que sea lo que inventen en los próximos meses y años será mentira, no les escuche. Volverán a usar a su locutor favorito, a su periodista de confianza, a su cantante predilecto ... si, esos que cuando está usted muerto de miedo en la sala de espera de su especialista no están. Todos ellos le aconsejaron participar en el experimento porque les pagaron por ello, fue una publi más; igual que anuncian un coche o un champú promocionan una inyección génica ... y usted los creyó entonces, pero no lo hará más porque ha visto que no solo no es inmune sino que enferma más que antes.

Páseles las facturas de lo mucho que le engañaron cuando más vulnerable era usted. No renueve su confianza en quien le falló.

Pretenden inocularle 3 ó 4 veces al año entre gripes, covices y lo que se inventen. Es cuestión de tiempo que le toque el Euro Trombo si sigue usted jugando.

El silencio de los funerales ya no es solo por pena, es por miedo a ser el siguiente.

Fernando López-Mirones
(https://t.me/elaullido)

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