viernes, 22 de abril de 2022

A CAMBIO DE NADA



Lo que más me sorprende de los creyentes covidicios es que no exijan la más mínima explicación por las medidas arbitrarias de todo tipo que ahora parece que no decidió nadie con nombre y apellidos.

Parece que fue el ambiente, la emergencia creada, el miedo inducido. Nadie es responsable.

Puedo entender que se cayera en ello al principio, puedo comprender incluso las dosis de confianza de tantos, pero no que ahora no exijan explicaciones cuando se sabe científicamente que, por ejemplo, las mascarillas nunca sirvieron para nada, y que además siguen siendo la causa de neumonías, enfermedades por hongos, falta de oxígeno en el cerebro, despiste y deterioro cognitivo en los mayores y una serie interminable de daños que nos han infligido porque les ha dado la gana, por quedar bien ellos, por que pareciera que estaban muy preocupados por nosotros.

Dos años más tarde disponemos de pruebas irrefutables de que los confinamientos y cierres tampoco sirvieron. Los estudios que comparan países muy restrictivos con otros que no implementaron casi nada demuestran que no solo no hubo diferencia, sino que a veces les fue mejor a los que no obligaron.

Y estoy hablando desde el punto de vista del relato pactado, incluso creyéndolo todo, no se sostienen ni los datos, ni los resultados salvo que los midamos en lo negativo.

Han matado a mucha gente, si, han matado a mucha gente al obligarlos a vivir una pesadilla injustificada. Hay dos generaciones de niños con serios problemas psiquiátricos, se han suicidado cientos de miles, padecen deterioro cognitivo millones de españoles ¿y la gente los vuelve a votar?

¿Quiénes eran esos expertos que ahora no dan la cara? ¿Nadie exige en el Congreso ni en el Senado la mínima investigación?

Corren un tupido velo sobre todo lo ocurrido y hasta la próxima.

Los binoculados creyentes, sin salirse un ápice de sus creencias pseudo científicas, deberían repasar todo lo que les han obligado a hacer sin ninguna base biológica.

Nos volvemos a meter en las tonterías de la política pequeña olvidando que son todos los que nos han estafado, arruinado y asesinado.

Nos ponen una guerra creada aliñada con cuatro provocaciones al mes, y regresamos a las viejas batallitas de fachas y rojos como idiotas, para conducirnos de nuevo a creer que votando a unos o a otros se va a solucionar algo.

Las mascarillas han sido un símbolo de esclavitud, sumisión y control que se recordará en la historia como uno de los períodos más ridículos de la humanidad.

La mayoría de la gente está cayendo en la trampa de la falsa tregua.

Las fuerzas del NOM están colocando sus peones. El nefasto biólogo africano que dirige la OMS, Tedros Adhanom, y todos los demás lacayos de Gates, Soros, Rothchild y BlackRock siguen ahí, en sus puestos, levantándose entre 8.000 y 10.000 euros cada mes de sueldo más lo que sacan de los sobres de Pfizer en paraísos fiscales de la Commonwealth ¡y no pasa nada!

Los parlamentos y gobiernos de todo el mundo están ocupados por un porcentaje descomunal de individuos a sueldo que fingen tomar decisiones propias pero que en realidad obedecen instrucciones de sus patrones.

La biología como ciencia y la medicina como técnica hace mucho que son propiedad de las Big Pharma; ni siquiera la mayoría de los que colaboraron en ellas lo saben, solo “creen” en una idea de ciencia abstracta que les enseñaron en la universidad y continúan toda su carrera tratando de progresar dentro de los senderos marcados, porque el que se salga lo más mínimo no tendrá futuro profesional.

Ahora, además, muchos de ellos se han dado cuenta de que han colaborado en un enorme engaño y se sienten culpables. Solo desean que todo acabe lo antes posible para que nadie se pare, mire hacia atrás y los culpe de la cantidad de barbaridades que han hecho.

Esas “plantas Covid” ridículas donde se mezclaban pacientes de todo tipo solo por dar positivo a unas pruebas que nunca funcionaron, y que se contagiaban unos a otros y enfermaban de miedo por ser atendidos por astronautas aún más asustados que ellos ¿cuántos cientos de miles de personas han muerto por iatrogenia, por maltrato sanitario?

Se protegían ellos, pero esos guantes recogían orina y daban medicación sin ser cambiados ni usar gel alguno, lo vi mil veces. El mismo guante que sujetaba un vaso de plástico justo por arriba, donde se pone la boca, de unos pacientes a otros, en toda la planta, mismo guante, treinta bocas. De haber habido un virus como el que decían hubiera sido una masacre.

Pero no pasa nada. Unos días en la playa y se nos olvida todo.

Empezarán a caducar los pasaportes ilegales y veremos cuántos se meten otra para viajar a pesar de que están viendo que, salvo cuatro países, el resto del mundo no pide nada y que los purasangres podemos ir a casi cualquier sitio sin habernos envenenado para ello.

Los binoculados con suerte están convencidos de que si no les ha pasado nada todavía es que las inyecciones (sin aprobar aún, manda narices) son inocuas. Creen haber sido “protegidos”, que su cáncer nuevo es “mala suerte”, o que su cáncer reactivado es porque “ya lo tenía”.

Cada día que me levanto doy gracias a Dios por no haber cedido, imagino lo mal que me sentiría si me hubieran inoculado.

¿No se acuerdan ya de cómo usaban el verbo “inmunizar”?

¿No ven la mortalidad disparada justo tras las campañas de vacunación que coinciden como un guante con los grupos de edad y los países?

Me preocupa el futuro inmediato, cuando todas esas personas que se auto engañan vuelvan a aceptar más dosis porque creen que funcionó.

No ven que si una pandemia la crean a base de PCR también la pueden hacer desaparecer por el mismo medio.

Son como los estafadores medievales que quemaban aldeas, culpaban a los dragones, se ofrecían a matarlos a cambio de dinero, y claro, se terminaba el “problema”.

Al año siguiente vuelta a empezar, y dado que, en efecto, los “incendios” acabaron al “matar” a los dragones, los vuelven a contratar.

¿Y los muertos? No tan mal para algunos. Miles de pisos y casas de los abuelos han sido por fin liberados dando un respiro a los herederos.

Los médicos, que están viendo las espeluznantes secuelas de las falsas vacunas, buscan explicaciones que no les causen remordimiento de conciencia mientras preparan el siguiente congreso pagado por Pfizer u otras marcas ¡este año es en Hawai y se puede ir con la pareja cariño! “me lo merezco, he sufrido mucho”.

En efecto, no hay mayor tortura que saberse colaboracionista.

Los periodistas y políticos que han sido obedientes reciben también sus azucarillos ¡qué gran labor! A los que mejor ayudaron les llueven los premios, están muy contentos ... salvo que existe algo llamado conciencia que les pasará factura. Muere algún compañero joven del corazón, si, pero todos tenían algo “previo” o mucho “estrés”. Asunto resuelto.

Es curioso cómo ha cambiado el valor de la prueba. Antes de las inyecciones génicas todas las muertes eran por Covid. Aunque le hubiera pasado un camión por encima o tuviera siete enfermedades crónicas y 90 años, había “muerto por Covid” sin el menor género de dudas. En cambio ahora mueren niños y jóvenes de miocarditis, caen deportistas a decenas cada mes, padecen del corazón personas sin nada previo o con algo controlado hace años que vuelve, todos ellos son poli-inoculados, y sin embargo se dicen unos a otros que “no fue por vacunarse” con total y absoluta convicción, sin autopsias y sin algo muy importante: las cifras. Mirando los casos uno a uno se puede engañar diciendo que todos son casuales, pero sumando los cientos de miles y comparando con los datos previos a la inoculación, lo que se ve es una masacre que nadie explica.


Lo cual demuestra que la mayoría de la gente es necia en estadística.

Fernando López-Mirones
(https://t.me/elaullido)

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