lunes, 11 de marzo de 2024

11-M, ¿A QUIÉN LE IMPORTA LA VERDAD?


En su primigenia edición, retirada de la red por "infringir las normas de la comunidad Blogger" después de doce años de andadura y de haber superado los dieciocho millones y medio de visitas, "Astillas de realidad" nunca dejó de rememorar en la fecha del 11 de marzo las vidas segadas por el zarpazo terrorista que regó de sangre varias estaciones de la red de Cercanías. Ante la intolerante censura que ha silenciado ya por dos veces el texto que publiqué justo en el décimo aniversario del crimen lo republico ahora que, en aplicación de una legislación garantista con los criminales, es inminente la prescripción de las responsabilidades materiales e intelectuales nunca aclaradas.


El 11/M de 2004, diez bombas explosionaron al mismo tiempo en cuatro trenes de trabajadores que llegaban a las estaciones de Atocha y Santa Eugenia en Madrid para iniciar su jornada. Es la mayor masacre terrorista ocurrida en Europa: 193 muertos y más de 1.750 heridos.

La matanza fue el resultado de una doble combinación de intereses contrapuestos: el del gobierno del PP, cuyas maniobras para engañar a la población dieron toda clase de facilidades a la mano negra que lo ejecutó, y los de las "cloacas" secretas del Estado, que facilitaron al núcleo duro del PSOE la información privilegiada que les permitió capitalizar la indignación popular desatada. Vayamos por partes:

Los servicios secretos (las "cloacas del Estado", en expresión de Felipe González) se habían movilizado para desbaratar la que el PP consideraba su jugada maestra para ganar de calle unas elecciones en que todas las encuestas les favorecían: el desbaratar de nuevo un atentado terrorista masivo contra una estación de tren, algo que ya había ocurrido la navidad del 2002 cuando se interceptó la llamada "caravana de la muerte" de ETA, destinada a volar la estación de Chamartín.

El plan de Aznar era presentar ante la opinión pública el doble éxito de frustrar un macro-atentado en vispera de las elecciones generales y la detención de toda la cúpula de la banda terrorista. El segundo objetivo estaba fijado para el 12-M, lo que nos hace sospechar que ésa era la fecha en que se había previsto la escenificación del "gran éxito" anti-terrorista de Interior. Solo que el escenario que se había diseñado para tal fin les estalla en las manos un día antes, lo que genera una reacción de pánico en la cúpula del gobierno, que a partir de ese momento se entrega de un modo autista a repetir la consigna "Ha sido ETA" sin ser capaces de analizar lo que realmente ha sucedido.

Lo que ha sucedido es, sencillamente, que el "aprendiz de brujo" Aznar, intentando jugar electoralmente la baza del terrorismo (que tanto respaldo le dio en el pasado, empezando por aquél extraño "atentado" contra él cuando era jefe de la oposición), apostó por una estrategia que se le fue de las manos, algo que ni en ese momento, ni nunca, podrá reconocer sin ser consecuentemente arrojado al estercolero de la historia. Una vez que las circunstancias le sobrepasan, ni puede admitir la verdad ni tiene una explicación alternativa que ofrecer a la ciudadanía.

Quién sí la tiene es el núcleo duro PRISA-PSOE: a primera hora de la noche del día siguiente al atentado, Margarita Robles, ex-secretaria de Estado de Interior con Felipe González, conversa ampliamente por teléfono con la juez antiterrorista francesa Laurence Le Vert, casada con un masón grado 33, quien la avisa de que al día siguiente se iban a producir detenciones de células islamistas. Robles informó inmediatamente a José Blanco, secretario de Organización del PSOE en la oposición, que se encontraba cenando con Alfredo Pérez Rubalcaba y otros destacados socialistas. La información procedía del marido masón de la juez, muy relacionado con los servicios secretos españoles.

La información recibida pone en marcha la estrategia de presentar los atentados como la venganza de una célula terrorista autónoma vinculada a Al Qaeda por el respaldo de Aznar a la invasión de Iraq. El aprovechamiento de una "versión oficial" que se les da hecha desde altísimas instancias del poder mundial lleva a algunos de los voceros del PSOE a completarla atolondradamente con lo que consideran que es coherente con la información privilegiada que poseen, como cuando Rodríguez Zapatero proclama en la radio que se han hallado restos de terroristas suicidas, algo que luego ni se molestará en desmentir, sino directamente en fingir que jamás ha sucedido, y que Iñaki Gabilondo, servilmente, nunca le recordará.

Y aquí es donde la fabricación de "pruebas" para apuntalar la versión oficial se desliza por unos terrenos increíblemente chapuceros pero que, aún así, cuelan, más que nada porque en la España del siglo XXI todavía es verdad lo que decía Unamuno de aquí solo utilizamos la cabeza para embestir. La principal, la mochila de Vallecas, salida de la nada, o más bien improvisada para sustituir al señuelo previo que fue explosionado por los Tedax en la calle Tellez, y que dirigió la investigación hacia unos cabezas de turco condenados a asumir ante la opinión pública el papel de autores materiales, confidentes y pequeños traficantes absolutamente "occidentalizados" a quienes se presentó como fanáticos "yihadistas".

La mochila, incapacitada para explotar, contenía metralla, cuando en los cadáveres del 11-M no se encontraron restos ni de metralla, ni de clavos ni de tornillería. Su primera fotografía apareció en la prensa norteamericana, no en la española. No provenía del pabellón de Ifema donde fue a parar todo lo hallado en el escenario de las explosiones. Ninguna investigación seria la habría tenido en cuenta, pero hablamos de una España donde la lucha por el poder político no para mientes en sutilezas.

Toda la estrategia policial dio por válida la utilización de teléfonos móviles para hacer explosionar las bombas, y tirando del hilo de las tarjetas se cargó el muerto a una delirante trama de pequeños delincuentes marroquíes que fueron "suicidados" en el piso de Leganés, única acción en toda la historia de los GEO en que éstos sufren una baja y única acción del cuerpo que no es grabada en vídeo. Otra singularidad más que añadir a la historia.

El juicio del 11-M fue una pantomima encomendada al juez menos profesional que uno pueda imaginar, un Gómez Bermúdez cuya función fue la de apuntalar la imputación contra unos hombres de paja que ya no podían defenderse, y dejar intactos a los culpables. Pocos jueces hubieran sido capaces de inhibirse ante la increíble actuación del nefando Juan Jesús Sanchez Manzano, entonces jefe de los TEDAX de la Policía Nacional (responsable de la custodia de los trenes y demás pruebas de las explosiones que evitó que la Policía Científica hiciese su trabajo, asumiéndo un mando que no le correspondía), y a quien su falso testimonio en sede judicial, incumplimiento del deber y ocultación de pruebas no solo le salió gratis, sino que su posterior carrera solo puede entenderse como la recompensa por imposibilitar materialmente toda explicación alternativa a la "verdad oficial". Algo que comparte con el juez del caso, antes reconocido por lo que no hizo que por lo que hizo.

En una entrevista publicada en EL MUNDO Gómez Bermúdez se retrató como responsable de una zafiedad intelectual indigna de un letrado, salvo en este país en que los fiscales hacen de abogados y los jueces de malabaristas: mientió al negar las promesas de justicia que hizo a familiares de las víctimas, afirmó no saber quién ordenó el atentado ni haberse molestado en aclararlo, afirmó que daría igual que el explosivo utilizado el 11-M hubiera sido Titadyn en vez de Goma2-ECO, consideró irrelevante la destrucción de pruebas a que se procedió inmediatamente después del atentado y juzgó como solamente "inoportuna" la publicación de un libro sobre el juicio sobre quien entonces era su mujer, Elisa Beni, como si el panfleto hubiera sido escrito a sus espaldas.

En manos como las de este "peculiar" sujeto estuvo la llamada "Justicia" en este trascendental caso.

Que la versión oficial del 11-M es un hatajo de mentiras lo sabe todo aquél que se ha molestado en contrastar la información oficial con la que unos pocos investigadores independientes han logrado arañar a un monolítico discurso oficial que no funciona sin la credibilidad ideológicamente asentada del español medio, siendo acusados por quiénes califican la búsqueda de la verdad como "remover la mierda". Los promotores del "¿Quién ha sido?" hace tiempo que dejaron su pregunta en el aire, dado que el beneficio que les reportó plantearla en su momento fue recibido con creces. Los que mintieron a la opinión pública saben que la verdad les sería dañina, por lo que prefieren quedar como torpes antes que ver su maquiavélico plan de engaño al electorado expuesto. En un país en que los partidos se han convertido en gestores de sobornos y máquinas de hacer negocio, ninguno de los dos asentados tiene interés alguno en que la verdad salga a la luz.

A la pregunta que encabeza este artículo hay que responder que la verdad solo parece interesar ya a los familiares de las víctimas y a algunos "outsiders" que hacemos nuestro el viejo lema "antes la verdad que duele que la mentira que consuela". Los primeros ya saben el escarmiento que aguarda a quien va demasiado lejos en su demanda de verdad: ahí está el caso de Fernando García, padre de una de las niñas asesinadas en el ritual satánico de Alcasser,  y condenado a prisión. Los segundos sabemos los riesgos que corremos, pero quien no se arriesga no está vivo.

Si hay una constante en todos los medios que han investigado con mayor o menor determinación lo que ocurrió hace hoy veinte años es haberse detenido ante la "línea roja" que hay que traspasar para llegar a la verdad. El miedo, la conveniencia o el vértigo han podido más que el teórico compromiso con la información. Porque si existe un denominador común es el de silenciar lo que ocurrió inmediatamente antes de los atentados.

Y lo que ocurrió fue el llamado "ejercicio CMX 2004" de la OTAN, un simulacro que, una vez más, sirve de ensayo previo a un atentado real producido cuando su viabilidad ya ha sido testada. Ocurrió el 11-S, el 7-J, y, por supuesto, el 11-M. Los lectores de este blog ya saben cómo van estas cosas, así que espero que me perdonen la autocita:

"... hay que recordar la información, contrastada pero poco difundida, de que un dia antes de la materialización de los atentados la O.T.A.N. realizó en suelo español un simulacro de atentado sobre la hipótesis de un ataque de Al Quaeda que provocaría 200 muertos. El ejercicio, cuyo contenido es confidencial, se denominó “CMX 2004 de gestión de crisis” y en él participaron los 19 países aliados (y, por primera vez, los siete candidatos del Este de Europa que preparaban su adhesión a la OTAN).

Se trató, como es habitual en los ejercicios anuales CMX, de una batalla de papel en la que no hubo movilización real de tropas ni policías, pero sí un cruce oficial de órdenes y reuniones al más alto nivel para tomar supuestas decisiones de coordinación y respuesta. Este proceder facilitó la desactivación de los protocolos de seguridad habituales en los servicios de seguridad de los países anfitriones del simulacro.

De hecho, España permitía por primera vez el libre movimiento de agentes del servicio secreto de E.E.U.U. por el territorio nacional sin que su intercepción por parte de la policía o de servicios de seguridad españoles diera lugar a otra cosa que a su identificación como parte del ejercicio de la OTAN y su inmediata puesta en libertad.

En una palabra, comandos incontrolados que solo respondían ante una potencia extranjera pudieron moverse por Madrid con total libertad. Creo que es fácil adivinar para qué aprovecharon dicha libertad.

Además, el coordinador en la Alianza y jefe de la División de Inteligencia es el estadounidense Richard Sentner, que en 2003, había asistido a una reunión en Madrid en la que el director del Centro Nacional de Inteligencia, Jorge Dezcallar, resaltó que existía un peligro creciente de atentados de Al Qaeda en los países que estaban apoyando a EEUU en la Guerra de Irak, “mostró su preocupación porque se produjeran en España” (parece que más bien estaba marcando el objetivo).

Responsabilizar al terrorismo islamista de lo sucedido fué lo más sencillo de toda la operación: la policía tenía infiltradas a varias redes de pequeños traficantes marroquíes a los que era fácil presentar como fanatizados "yihadistas" (sobre todo después de que el "suicidio de Leganés" les dejara sin derecho a réplica).

Culpar a estos "hombres de paja" posibilitó el encubrir a los verdaderos autores. La clave del éxito de la operación pasaba por la fabricación de un falso señuelo (la mochila de Vallecas) y la ocultación de la presencia de un explosivo militar (C3 o C4) en los vagones, desguazados a toda prisa y sin que se guardasen muestras fiables que pudieran desbaratar la versión oficial. El juicio de la Casa de Campo fué la estudiada pantomima que dio solidez ante la opinión pública a una versión oficial esencialmente improvisada para ocultar una verdad que ni el P.P. ni el P.S.O.E. podían asumir (lo que, al menos "a posteriori", ha convertido a ambos partidos en cómplices de una conjura que implica delitos tan graves como la omisión del deber de perseguir crímenes, falso testimonio y encubrimiento por ocultación y destrucción de pruebas)".



La verdad por definición, es lo que nadie va a creer nunca. Puedo difundir esta información sabiendo que nadie me va a "molestar" por ello, ... puesto que hacerlo sería como confirmarla. Y ser desacreditado no me preocupa.

Me preocupa la pasividad acrítica con que el ciudadano acepta la versión oficial, por insostenible que sea, de hechos que le convierten en rehén de guerras secretas, la resignación con que renuncia a una verdad a la que tiene derecho, la aceptación de que le van a mentir y aún así acepta participar de una pantomima en la que siempre va a ser burlado. Quienes decimos que dos y dos son cuatro somos "conspiranoicos de mierda" a los ojos de un rebaño que Orwell retrató con visionaria precisión hace ya casi 70 años, perpetuos menores de edad que nunca querrán pensar por sí mismos, puesto que no quieren saber que hay versiones alternativas al discurso oficial, mucho más coherentes con los hechos.

El astuto masón Rubalcaba convirtió el "mantra" de "Los españoles no merecen un gobierno que les mienta" en el leit-motiv de su campaña de aprovechamiento de un respaldo electoral que los poderes en la sombra le regalaron en su día. Tal vez los españoles no merecieran un gobierno mentiroso, pero, ganase quien ganase las elecciones de 2004, lo iban a tener.

El pasado domingo (recuerdo al lector que estoy citando un artículo de hace diez años), los dos medios de mayor difusión de la prensa escrita, adscrito cada uno a una de las dos Españas en que otra vez se rompió el país hace diez años a cuenta de las interpretaciones entrecruzadas de quién fue el responsable de la masacre, seguían eludiendo la verdad. EL PAÍS titulaba en portada "Los ataques yihadistas del 11-M se planificaron en 2001 en Karachi", en una enésima vuelta de tuerca a la atribución del atentado al islamismo radical, toda vez que la cronología de los hechos conocida invalida la teoría de la represalia contra el apoyo de Aznar a Bush. Por su parte la edición de EL MUNDO incluye en la Carta del Director (Casimiro Gª Abadillo, defenestrado Pedro J. Ramírez por sus cada vez más poderosos enemigos, al haber sumado a ellos al Emérito y a Rajoy) se distancia de su "conspiranoia" inicial al señalar que "dimos crédito a informaciones que solo tenían como fin confundirnos".

Todas las voces críticas parecen haber asumido con fatalismo que la verdad queda para los historiadores del mañana. Pero el malestar que crea la intuición de que las vidas de nuestros conciudadanos fue la moneda de cambio para el logro de oscuros fines geoestratégicos se ha cronificado en nuestras mentes y corazones. Y dudo que desaparezca mientras quede con vida uno solo de los ciudadanos a los que el espanto golpeó aquella dantesca mañana de marzo.

(posesodegerasa)

2 comentarios:

  1. YO MISMO:
    - No podeis haceros una idea de la rabia que siento cada vez que veo el especial que estan emitiendo en tve (alias telesanchez) sobre el atentado, ¿Pero como se puede ser tan hijdp...? Malditos psicopatas espero que pronto salga todo a la luz y que el sacrificio de tantos compatriotas sirva al menos para que haya un cambio de paradigma.
    Ojalá se les haga justicia a las víctimas por ellas y por sus familias.

    ResponderEliminar
  2. PASMAO

    Mas claro, agua.

    Lo peor: La necesidad de muchos españoles en creer, como si de Fátima, Lourdes o Santiago de Compostela fuera, en que "nuestros padres de la patria velan por nosotros y quieren protegernos, aunque a veces se les vaya la cosa de las manos y se equivoquen. En el fondo lo hacen por nuestro bien."

    Esa credulidad de niño de párvulos, que está indicada para con sus padres, en españoles talluditos y para con sus políticos, da asco.

    Y es en mi opinión el mayor lastre que nos dejó el franquismo.

    Que pudo hacer muchas cosas bien, no lo dudo, aunque haya quien se lleve las manos a la cabeza. Pero que nos dejó en ese estado de idiocia, de creyentes en el Estao y en quienes lo representan, como si fueran Reyes medievales por la gracia de Dios, que me pone de los nervios.

    Sin esa necesidad en creer en la "bondad" de la "Autoridad" habría sido imposible que nos la colaran como nos la colaron en la transición, la "Santa Transición", y en todo lo que vino después.

    Donde el 11M es la guinda de un guiso que nos ha destruido como sociedad.

    ResponderEliminar