viernes, 14 de abril de 2023

EL GESTO DE SARA OYUELA, LA ROSA PARKS DE LA PLANDEMIA



Corría el año 1194 antes de Cristo. Agamenón, jefe del ejército griego en el sitio a Troya, decidió quedarse con lo que le pertenecía a Aquiles.

Cuando se lo comunica, rodeado por su guardia personal, Aquiles siente que la furia lo domina, e inadvertidamente va sacando su espada. La guardia de Agamenón se prepara para defender a su líder, así sea matando a Aquiles. Pero el joven guerrero escucha una voz femenina dentro de su cabeza, que le pide que refrene su ira, pues este no era el momento de tomar venganza.

Aquiles guarda su espada. Agamenón intenta negociar, ofrecer algún acuerdo. Pero Aquiles le da la espalda, y se retira de la lucha junto a sus 300 guerreros, los Mirmidones.

Ese es el momento que elije Homero para comenzar La Ilíada. Y no es para menos, pues en ese instante nace Occidente.

Occidente es la llama de libertad y autonomía que arde en el pecho de Aquiles.

El 21 de Abril del 2020 Occidente agonizaba. Toda la población estaba encerrada, embozalada, aterrada. La policía perseguía a los que salían a buscar alimentos, y los cómplices de la dictadura sanitaria miraban por la ventana y denunciaban al que sacaba el perro a hacer sus necesidades.

La llama se apagaba, pero Sara, una mujer de 83 años, decidió pasarse por las suprarrenales a la OMS, a todos los gobiernos del planeta, a la Asociación de Médicos, a Fauci, a los médicos de la televisión, a todos los conglomerados de noticias, y a la elite que los controla.

Sara tomó su tumbona y se dirigió a la plaza. Allí se acostó a disfrutar del sol.

Sonaron todas las alarmas, una mujer estaba desafiando a todos los poderes del planeta.

A la plaza confluyeron cantidad de patrulleros policiales, con agentes fuertemente armados, acompañados por enjambres de infames periodistas.

- Necesito sol y aire para mantenerme sana, voy a tomar sol hasta las 15,20, luego me iré.

Aumentó la presión, y el amedrentamiento. Llegaban mas policías y funcionarios. Los periodistas la trataban de tarada, irresponsable, insinuaban que tenía demencia senil.

Finalmente, a la hora señalada, Sara se levantó y volvió tranquila a su casa.

Sara no se propuso salvar a Occidente, solo hacer lo necesario para seguir sana, así tuviese que enfrentar al planeta entero.

Pero lo salvó, porque mientras exista un solo ser humano libre y digno, valiente y autónomo, va a vivir.

Horacio Rivara

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