jueves, 31 de marzo de 2022

LAS INYECCIONES DE ARNm NO VACUNAN (1ª PARTE)



Vamos a tratar de sintetizar lo más relevante de lo conocido hasta la fecha en estos dos años de pandemia

1 – El covid no es fruto de una mutación natural o accidental, es un arma biológica.

Es el fruto de más de 10 años de investigación, y los autores de esa investigación tienen nombres y apellidos. Es importante recordarlo no solo para sentar en el banquillo a los autores intelectuales, y que de sus actuaciones se deriven responsabilidades penales si las hubiere en cada caso, sino para comprender, desde el punto de vista biológico, que el esfuerzo empleado durante todos estos años, para que el receptor fuera el AC2 y no cualquier otro, tenía un objetivo demostrable. La espícula S no aparece por evolución natural, aparece por ganancia de función realizada a conciencia en el laboratorio de Wuhan, sus rastro de publicaciones durante todos esos años lo atestiguan.

En este artículo se explica con mucho detalle el inútil y nocivo tratamiento que se ha venido aplicando a los pacientes de COVID; es el caso de los respiradores o los antivirales cuando ya no queda virus y solo resta inflamación. Del mismo modo, aquí en España, se aplicaron protocolos recomendados por la OMS que mandaban a la gente a casa con paracetamol hasta que estuvieran graves y que su saturación de oxígeno en sangre fuese “lo suficientemente baja” para ser hospitalizados, para ser luego tratados con antivirales cuando ya habían desarrollado la insuficiencia respiratoria, a causa de las neumonías bilaterales y las temidas tormentas de citoquinas. Ahora sabemos que esto solo agrava la situación que generalmente acaba con el enfermo intubado. Resulta que el paracetamol reduce las reservas de glutatión, necesario para resolver el estrés oxidativo y la inflamación celular. Si no fuese tan dramático, resultaría incluso cómico pensar que dicha combinación sería la recomendación perfecta para matar a alguien.

2 – Sí, sí se puede incorporar el gen S de la proteína espiga en el genoma del vacunado.

Este artículo, revisado por pares por científicos de MIT y Harvard demuestra in vitro que fragmentos de ARN del virus, tanto de la proteína N (nucleocápside) con la proteína S (Spike) se transcriben y se integran en el ADN de las células que testaron y que después se vuelven a transcribir a ARN produciendo proteínas activas.

El estudio lo realizaron para descubrir por qué las personas que habían pasado el SARS-COV-2 seguían dando positivo en PCR sin tener restos del virus en su cuerpo (sin haberse reinfectado), meses después de la infección inicial. Sospechaban que la causa pudiera ser que los fragmentos del virus se hubieran integrado en el ADN del sujeto y que su cuerpo siguiera produciendo estos fragmentos de la proteína S o la N.

Descubrieron que esto era posible por medio de retrotransposones de LINE 1. Esta cuestión, con el tiempo, podría propiciar el desarrollo de respuestas autoinmunes en los inoculados. Esto es algo que ya estamos verificando en algunos pacientes que han desarrollado tiroiditis, glomerulonefritis, síndrome nefrótico o esclerosis múltiple.

En este otro estudio se muestra que las características de secuencia de las vacunas de ARNm cumplen con todos los requisitos conocidos para la retroposición por elementos L1, los retrotransposones autónomos más abundantes en el genoma humano.

Recordemos cómo se llenaron horas de telediarios y periódicos, durante más de un mes, con miles de “expertos” que nos decían que la modificación del genoma del vacunado era absolutamente imposible y que por favor no se le llamase terapia génica experimental porque simplemente era una vacuna.

3 – La proteína S de la vacuna destruye el sistema de auto reparación del ADN


Este es un estudio realizado por Hui Jiang y Ya-Fang Mei, del Departamento de Biociencias Moleculares del Instituto Wenner-Gren de la Universidad de Estocolmo y del Departamento de Microbiología Clínica de la Universidad de Umeå

En dicho estudio se concluye: “Encontramos que la proteína de espiga inhibe notablemente la formación de focos de brca1 y 53bp1 (figura 3d-g). Juntos, estos datos demuestran que la proteína de espiga de longitud completa de SARS-COV-2 inhibe la reparación del daño del ADN al impedir el reclutamiento de la proteína de reparación del ADN». El mecanismo de reparación del ADN conocido como NHEJ (Non-Homologous End Joining, o Unión de Extremos No Homólogos) es una especie de sistema de «respuesta de emergencia» intracelular que repara las roturas del ADN de doble hebra. Ningún ser humano, animal o vegetal puede sobrevivir cuando la integridad de su código genético deja de estar protegida y es constantemente reparada a través de múltiples mecanismos. En una persona normal y sana, el mecanismo NHEJ repara el ADN y evita que se produzca una mutación patógena; pero en presencia de la proteína de espiga de la «vacuna» la eficacia de la NHEJ se suprime hasta en un 90%, lo que significa que es incapaz de hacer su trabajo debido a que la capacidad de reclutar proteínas para la reparación ha sido inhibida.

El estudio, publicado en la revista MDPI «Viruses», muestra que la eficacia de NHEJ se desploma en presencia de la proteína espiga de la vacuna ARNm COVID.

4- Las vacunas de ARN están diseñadas para desactivar la primera línea del sistema inmunológico natural: los receptores “Toll like” (TLR).

El ARN dura poco en sangre porque es detectado y eliminado rápidamente por el sistema inmune, tanto que éste ha sido el principal escollo y punto de investigación de los últimos 10 años. Todos los avances que se han hecho en este campo van en la dirección de desactivar los sistemas de defensas naturales. En estos artículos se explican los hitos más importantes de este proceso:

https://www.nature.com/articles/d41586-021-02483-w

https://www.cell.com/immunity/fulltext/S1074-7613(05)00211-6?_returnURL=https%3A%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS1074761305002116%3Fshowall%3Dtrue

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1074761305002116

El truco final consiste en:

- Añadir uridina sintética a la cadena de ARN para desactivar los Receptores Toll.

- Añadir cubiertas de grasa sintética, no disoluble por las proteasas o enzimas disponibles (en el siguiente punto se discute su toxicidad)

Los receptores Toll son los encargados de definir qué células han de ser eliminadas; resultando ser el mecanismo base que elimina cualquier célula dañada o cancerígena de nuestro sistema. Podría decirse que son el primer sistema de defensa natural de nuestro organismo. En 1998 ya se demostró que los TLR son parte de la inmunidad innata en humanos y ratones, y hasta la fecha se han descubierto 11 receptores en humanos y 12 en ratones. Su rol en la respuesta inmune innata se descubrió cuando en las investigaciones advirtieron que el receptor Toll era necesario para luchar contra infecciones fúngicas. En estos experimentos, cuando se desactivaron los receptores, los sujetos de investigación morían por sepsis en cuestión de horas. Conclusión: Los TLR son la piedra angular de nuestro sistema inmune, los ojos de nuestro sistema inmune a través de los cuales podemos detectar o analizar cualquier patógeno.

¿Adivina cuántos receptores desactiva el tratamiento con uridina sintética que se usa en el producto de ARNm?

Desactiva exactamente tres: TLR3,TLR7 y TLR8. Conviene leer con atención esta referencia básica donde están listados todos los receptores y a qué células afectan.

En este punto tiene que quedar claro que cualquier inyección de ARN lleva asociado el peaje de desactivar la primera línea de defensa del sistema inmune, sin olvidarse de la toxicidad asociada a las grasas sintéticas de la envoltura (analizada en el siguiente punto).

5 – Pfizer conocía los efectos y riesgos de su inyección y los ocultó

Ante la exigencia por parte del gobierno de Japón de recibir información sobre la toxicidad de la inyección, Pfizer envió este informe de forma privada, casi secreta, que posteriormente vio la luz filtración mediante. Este proceso pudo costarle la cabeza al primer ministro Shinzō Abe, e incluso a su Ministro de Sanidad, y la tensión derivó en una remodelación del gobierno.

Conviene recordar que el sistema japonés de aprobación de vacunas es bastante más garantista que los occidentales, debido fundamentalmente a ciertos escándalos en los procesos de aprobación de vacunas pasadas. Quizás, este documento ha sido lo más escandaloso de todo lo conocido hasta la fecha, y de todos los mencionados aquí por varios motivos:

- Implica por parte de Pfizer que conocían todos los efectos adversos, como denunciaron algunos ex trabajadores. Recordemos cómo explicaba en su día el CEO que se trataba de una inyección intramuscular y que la dosis estaba diseñada para que no llegase a órganos. Que la dosis se localizaba y que se había podido comprobar en los ensayos clínicos.


- Los resultados son demoledores y no se tiene en cuenta el efecto asociado de la espícula S. En este estudio solo se analiza el efecto de la toxicidad de la grasa sintética (PEG y ALC-0315) y las uridinas sintéticas codificadas en la cadena ARN. El informe reconoce:

1. Coagulación de la sangre poco después de la vacunación, lo que puede provocar ataques cardíacos, derrames cerebrales y trombosis venosa
2. Grave daño a la fertilidad femenina
3. Daño grave a los lactantes.
4. Toxicidad acumulativa después de múltiples inyecciones.

Al principio donde más se acumula esta grasa sintética es en el plasma, y luego, en cuestión de una hora se distribuye por todo el torrente sanguíneo. Luego en el hígado da el valor máximo a las ocho horas, y también inunda el bazo, cosa bastante lógica porque es donde van los macrófagos a depositar lo que han absorbido, el bazo lo encapsula en los exosomas y para eliminarlo lo vierte al torrente sanguíneo, pero en el estudio se ve que no se detienen ahí y que puede atravesar la barrera hematoencefálica; de hecho la deja permeable, el cerebro se inflama, y es por eso que luego se detallan todos esos efectos adversos relacionados con el sistema nervioso central, convulsiones, cefaleas, parálisis de Bell, pérdida de equilibrio y otros efectos que poco a poco van conociéndose.

En este estudio de toxicidad no se analizan los efectos de la proteína S una vez se haya sintetizado. Es decir, todas las vacunas ARN encapsuladas de esta misma forma y con una cadena modificada de ARN con uridinas sintéticas tendrán la misma toxicidad. La decisión de la industria de desactivar los receptores Toll es un órdago que solo podría llegar a tener algo de sentido si la proteína codificada ARN de la vacuna suministrada diese una inmunidad totalmente contrastada, pero este no es el caso. Ni genera inmunidad, ni evita contagio, porque los antígenos que se producen para esta proteína S tiene muy poca especificidad y no son neutralizantes comparados con los antígenos obtenidos por inmunidad natural. Esto nos lleva al siguiente punto:

6 - La inmunidad natural es superior y deja en evidencia la especificidad de los linfocitos Tx producidos por la vacuna.

El Instituto Brownstone ha llevado a cabo una abrumadora recopilación de 81 estudios que muestran que la inmunidad natural (a raíz de haber pasado la COVID19) confiere una protección mayor y más duradera que la supuesta «inmunización» de las mal llamadas vacunas

La inmunidad de las vacunas es de corta duración y su posible beneficio comienza a desvanecerse prácticamente a los 20 días.

Realmente la información contenida en esos 81 estudios no es una sorpresa, ya que se denunció por el propio BMJ que los ensayos clínicos no fueron diseñados para ver el tipo de inmunidad que la "vacuna" proporcionaba. Un análisis de Peter Doshi, publicado en el British Medical Journal, señala lo evidente: los fabricantes de «vacunas» han diseñado ensayos clínicos que no aportan ningún dato sobre los beneficios en relación con la mortalidad por todas las causas.

Se ha comprobado que la mayor inmunidad de memoria (de linfocitos T CD4+ y CD8+) se da contra antígenos de las proteínas de membrana (M), de nucleocápside (N), y de la proteína Spike (S) del virus SARS-CoV, es decir la inmunidad generada durante una infección con el virus se da contra diversos fragmentos de diversas proteínas, mientras que la inmunidad que generan las inoculaciones de ARNm y las vectorizadas únicamente se da contra la espícula S. Con base en este estudio, sabemos que las respuestas más marcadas son contra M y N; no tanto contra S. De hecho ya en el 2014, se había reportado que las respuestas inmunes contra S a diferencia de las que se generan contra M y N, eran de muy corta duración.

Cuando se eligió la solo la proteína S, hubo muchas voces críticas que advirtieron esto, en el sentido de que no se conseguiría una inmunidad efectiva con ese antígeno S,

De hecho, se ha comprobado que las reinfecciones con SARS-CoV-2 no tienen relevancia epidemiológica, algo que no para de suceder con la inmunidad adquirida con las inyecciones de ARN.

En otras palabras, la evidencia científica disponible a la fecha indica que las personas que se recuperaron de un cuadro clínico (sintomático) generan inmunidad duradera y protectora. No así la que genera la inmunización con los productos de Pfizer/BioNTech, Moderna, J&J, Astrazeneca,

7- La dosis

Para evaluar mejor el peligro de la «vacunación» COVID es importante saber qué cantidad de ARNm es administrada con una dosis de vacuna, es decir, cuántas células del cuerpo son estimuladas para producir la proteína espiga, y por tanto soltadas para ser destruidas por el sistema inmunitario. Por desgracia, esta información esencial no se menciona en los estudios de aprobación. Solo existe una estimación científica del número de partículas en las que el ARNm es transportado por las nanopartículas lipídicas: unos 2.000 millones.

No todas las partículas alcanzan una célula sana y algunas células del organismo entran en contacto con más de una partícula. Además, no todas las partículas son necesariamente funcionales. Sin embargo, el número de partículas es particularmente importante si se considera que el cuerpo humano está formado por unos 37.000 millones de células. Muchas voces ya advirtieron que estas dosis eran desproporcionadas. ¿Qué sucedería si los anticuerpos del vacunado no pudiesen eliminar toda la dosis de ARNm inyectada?


Esto ya se puede ver en los efectos inflamatorios en el tejido endotelial que persisten en el tiempo. En este estudio se han encontrado hasta 20 marcadores que indican ese daño.

“Estos cambios persisten durante al menos 2,5 meses después de la segunda dosis de vacuna. Concluimos que las vacunas de ARNm aumentan drásticamente la inflamación en el endotelio y la infiltración de células T en el músculo cardíaco y pueden explicar las observaciones de aumento de trombosis, miocardiopatía y otros eventos vasculares después de la vacunación.”

Esos marcadores que comentan pueden ser algo abstractos, pero se pueden ver su efecto de manera más visual en esta reproducción en 3D:



8– Los test de PCR están mal diseñados, cualquier gripe y la propia vacuna darán falsos positivos

El propio CDC admite que a la hora de calibrar los test PCR para detectar la presencia del virus en los enfermos de COVID (la mayoría de ellos asintomáticos) no disponían de un espécimen del SARS-COV-2 y decidieron «crear» su propio espécimen obtenido de un virus de resfriado común (GenBank accession: MN908947.2) y material celular humano de la línea A549. Esa es la razón por la cual cualquier persona que esté resfriada o que esté pasando una gripe común dará positivo en el test PCR.

Por si esto no fuese suficiente, las PCR se realizan usando más ciclos de los que la técnica de PCR puede soportar. Para quien no esté familiarizado con el término los ciclos son como los aumentos en la óptica, por lo que aumentando los ciclos se va perdiendo especificidad de la secuencia original por aumento de sensibilidad, hasta el punto que todo prácticamente acaba resultando falso positivo. Aquí podemos ver que las PCR a 13 ciclos darían un 100% de positivos, entendiendo por positivo la presencia significativa de nucleótidos del supuesto virus (si los cebadores corresponden al SARS-CoV-2) en la muestra. A partir de 35 ciclos estarían dando un 100% de falsos positivos. Solo hay que ver cuántos ciclos se han estado aplicando en las distintas comunidades autónomas, lo que supondría un gran golpe al propio relato oficial de la pandemia en cuanto a número de casos.

9- La causalidad entre la miocarditis y la "vacuna" ya está demostrada:
https://www.wsj.com/articles/researchers-probe-link-between-covid-19-vaccines-and-myocarditis-11636290002

De hecho el mecanismo por el que se produce se describe aquí

Y aquí tenéis un informe interesante basado en el sistema VAERS del CDC que nos muestra comparativas de casos de miocarditis y pericarditis reportadas tras las «vacunas» COVID comparándolo con la vacuna de la gripe, por edades, tras la 1ª o la 2ª dosis, por años, por edades y por «vacunas». Como se puede ver los adolescentes son los más afectados.

Para el europeo medio al que los problemas de miocarditis reportados en el VAERS de EEUU le resulten muy lejanos, le ponemos un ejemplo más cercano, en este caso Alemania.

Una “innovación” que incorpora la vacuna de Pfizer para los niños de 5 a 11 años es la inclusión de un nuevo ingrediente que no tenían los productos anteriores. Se trata de tromethamine en lugar de la solución salina. En la página 14 del documento de la FDA que sigue a continuación lo podrán encontrar, y la imagen es lo mismo, pero para España:

https://www.fda.gov/media/153447/download

Como vemos el documento, se trata de un estabilizante de electrolitos (previene la acidosis) que se suele utilizar en el tratamiento de enfermos a los que se les ha practicado un bypass o víctimas de infarto.

Ésta es la curiosa respuesta de la “farma”, de cara a mejorar la “experiencia post-venta” y disimular esos indeseables efectos secundarios que no leerás pormenorizados en los medios de comunicación de masas. Un cambio aparentemente insignificante, por el que se sustituye la disolución salina por un estabilizante anti-infartos, siempre contando con la inestimable complicidad de la FDA y EMA, esos pretendidos organismos reguladores financiados por las mismas compañías a las que han de regular.

Según un análisis realizado por el doctor Toby Rogers, experto en riesgo-beneficio, el precio a pagar para salvar a un solo niño entre 5 y 11 años es el de sacrificar a otros 117.

Un estudio de Walach, Klement y Aukema que ha sido vuelto a publicar en la prestigiosa revista Science, Public Health Policy and the Law, revista médica revisada por pares, confirma lo mismo.

El propio estudio de Pfizer mostró cuatro veces más muertes por paro cardíaco de lo esperado en el grupo que recibió el medicamento. Esto debería ser suficiente para hacer saltar las alarmas.

Como este punto es clave para la batalla que se librará en los medios los próximos días, profundizamos algo más en los datos en la segunda parte de esta entrada.

Jesús Villajos Barja
(Fuente: https://diario16.com/)

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