domingo, 3 de diciembre de 2023

EL SIONISMO, ESA IDEOLOGÍA MÁGICA (1ª PARTE)



Hay dos puntos clave, o importantes, que convergen sobre la creación del Estado de Israel. El primero es el sionismo, un movimiento nacionalista cultural; y el segundo es la Declaración Balfour; que es la que dota de una cierta legitimidad, muy cogida con pinzas, a la fundación de Israel. Es importante destacar que todos estos hechos se dan bastante tiempo antes de la Segunda Guerra Mundial. Existe un mito, una especie de creencia, que viene a justificar la creación del Estado de Israel como una consecuencia directa del Holocausto. Nada más lejos de la realidad, el Holocausto ha influido, pero ha sido más bien un catalizador y una gran bomba de humo tras la que ocultar unos hechos que vienen de bastante antes, y que, en realidad, hunden sus raíces en el imperialismo occidental, especialmente, el anglosajón.

Sionismo

Para entender el sionismo hay que separarlo de dos conceptos que suelen ligarse a él, por el interés propio de los sionistas, pero que en realidad, aunque están relacionados, no son lo mismo. Estos son: el judaísmo, y el semitismo. Los judíos son los creyentes de una religión, la hebrea, que es la religión madre del cristianismo, en todas sus vertientes, y del islam, en todas sus vertientes también. Es la primera de las tres grandes religiones abrahámicas. Por tanto, un judío no es miembro de una etnia específica, ni raza, si es que eso de las razas existe, que yo no lo contemplo. Una persona de cualquier país, de cualquier color de piel, con antepasados con una genética cualquiera, puede decidir convertirse al judaísmo y ser un judío. Un alienígena de seis ojos, cuatro brazos y dos estómagos, de un planeta lejano que entre en contacto con un rabino proselitista que tras haber sido abducido ha aprendido la lengua de sus secuestradores, puede acabar, también, convirtiéndose al judaísmo.


... no se extrañen de la última frase del anterior párrafo, dado que tenemos
algún ejemplo de quien ha pasado del supremacismo euskaldún al supre-
macismo judío sin siquiera ... peinarse.

Por otro lado, tenemos a los semitas. Los semitas son un grupo de pueblos que hablan una lengua semita y cuya cultura es, también, de origen semita. Actualmente, el concepto racial del semitismo es considerado pseudocientífico, como debe ser, por tanto, el parentesco es lingüístico y cultural, no existe una base étnica: son como los germánicos, o los latinos, grandes grupos de población con un origen lingüístico-cultural común. El origen de los semitas estaría en la zona de la península arábiga, más o menos. El nombre proviene de un pasaje de la Biblia, concretamente en el capítulo X del Génesis, donde se explica el parentesco de los pueblos desde un antepasado común: de Sem, que era hijo de Noé, descienden Aram, Asur y Eber: es decir, Arameos, Asirios y Hebreos, pero no únicamente estos tres: Babilonios, Sirios, Cananeos y Fenicios también eran pueblos semitas en la antigüedad. Los más conocidos hoy en día son árabes (hablantes de lenguas árabes), beduinos y hebreos. Es decir, son tan semitas los israelíes como los palestinos.

Por tanto, se puede ser judío y semita, ser semita y no ser judío, o incluso se puede ser judío sin ser semita, dado que tu cultura y lengua materna puede ser otra pese a que profeses la religión judía. De la misma manera, un sionista normalmente será judío, aunque no tiene por qué, y un judío no tiene por qué ser sionista. Y es que el sionismo, lejos de todo el armazón mitológico del que se ha envuelto para autojustificarse, es más bien una ideología. El marxista judío Abraham León, decía que, como toda ideología, es el reflejo desfigurado de los intereses de una clase social. Yo añado que es un reflejo de carácter nacionalista y profundamente etnicocultural.

El sionismo es, entonces, un constructo ideológico, con dos ramas, una política y una espiritual. La rama que más peso ha obtenido es la política, fundada por Theodor Herzl, un periodista, dramaturgo, activista político y escritor austrohúngaro, judío obviamente, de finales del siglo XIX. Él escribió su libro “Der Judenstaat: Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage” («El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía»), influenciado, en parte, por el caso Dreyfuss, acaecido en Francia. El sionismo surge, por tanto, a finales del XIX, coetáneo al nacimiento de los nacionalismos europeos.

Hacemos un paréntesis para aclarar el tema de las naciones, que es bastante más sencillo de lo que parece, en mi opinión. Benedict Anderson lo define bastante bien en "Comunidades Imaginadas", cuyo título es bastante ilustrativo. Por resumir muy mucho: si puedes imaginar una nación de la que formes parte, existe. Antes del surgimiento de las naciones, existían otras comunidades que el ser humano podía imaginar, podía comprender: la tribu, la cristiandad, el condado... No hay un elemento natural, no existe una especie de ley que establezca qué es una nación o no. Es, básicamente, una comunidad de gente que se imagina a sí misma como miembros de una nación. Esa es la base. Evidentemente, existe un recorrido histórico que lleva al nacimiento de una nación. No se trata de que cuatro colegas nos juntemos en un bar del pueblo y decidamos establecer una nación. Hablamos de cientos de miles de personas que sienten que tienen algo en común, y ese consenso surge por un proceso histórico y, como no, enmarcado por la lucha de clases. La nación, a fin de cuentas, es generalmente creada por las élites.

Partiendo de ahí, no es incompatible con que los judíos sientan que son una nación, incluso estando disgregados por el mundo. Si pueden concebirse a sí mismos como una comunidad específica disgregada por el mundo, nadie puede negarles el ser una nación. Ni a ellos, ni a los gitanos, ni a ningún otro caso similar. Sin embargo, esa concepción de la nación es un poco distinta de la que aplica el sionismo. El sionismo no surge cuando surge, ni dónde surge, por casualidad. Bebe, directamente, de un concepto de nacionalismo que aparece como respuesta al nacionalismo liberal, o nacionalismo de corte francés. El nacionalismo liberal, o ilustrado, constituye la nación en base a los ciudadanos, a la adhesión a unos valores específicos donde supuestamente no importa ni el color, ni el idioma. El nacionalismo cultural, sin embargo, surgido en la Europa central, constituye la nación con bases etnicoculturales (el orígen étnico y cultural es esencial para determinar la nación). De ahí beben muchas ideas como el nazismo.

La verdad es que esto es bastante teórico, el nacionalismo francés toma una deriva igualmente cultural, la diferencia es que, lejos de unificar gente con la misma cultura, lo que hace es homogeneizar la cultura de los diferentes pueblos que se encuentran bajo el paraguas del estado. De todo esto derivará un concepto que triunfará a finales del XIX y que todavía arrastramos, pese a que es, en mi opinión, absurdo, como es el "Estado Nación", del que se derivan cantidad de conflictos identitarios en la actualidad. El Estado Nación básicamente, y muy resumido también, establece que una nación y su estado deben coincidir en el espacio geográfico. Es ahí dónde se empieza a manipular la historia para que existan una serie de mitos justificadores de la nación, y a su vez se empieza a expandir la educación en aras de uniformar a la sociedad culturalmente (sí, lingüísticamente también). Ahí es dónde se inventan los pueblos (como el pueblo español, por ejemplo), donde surgen los independentismos (un estado para un pueblo), etc.

Por tanto, el sionismo surge en el centro de Europa (nacionalismo etnicocultural), y a finales del XIX (estados nación). De ahí que el sionismo busque una serie de mitos en el pasado histórico y religioso (la supuesta diáspora, la tierra prometida, etc.) para justificar dos cosas, la primera, la disgregación que padece su nación, pues en base al nacionalismo etnicocultural, son una nación; la segunda, el supuesto derecho a colonizar Palestina, pues una nación debe coincidir en el espacio geográfico con su estado. Volveremos a éste punto un poco más adelante. Me gustaría recalcar la idea de que una nación existe en tanto en cuanto sus miembros pueden imaginarla. Y no necesita un estado propio. Y un estado existe en tanto en cuanto sus instituciones son soportadas por una sociedad estratificada y posee la capacidad de controlar un espacio geográfico en el que mantener el monopolio de la violencia a través del cuál puede garantizar el cumplimiento de sus leyes con el fin de regular las relaciones entre clases sociales. Pero ese mismo estado puede abrigar bajo su paraguas a tantas naciones como quieran existir dentro de él sin que ambos conceptos entren necesariamente en conflicto. ¿Cuándo aparece el conflicto? Cuando se confunde nación con estado y se pretende hacer coincidir, por la fuerza, la cultura, la lengua y religión de todos los ciudadanos.

Volviendo al tema, que me desvío: ¿Cómo llegamos al desarrollo del sionismo? Porque, es cierto, hemos aclarado el momento en el que surge, pero no de dónde salen estos judíos que construyen esta ideología, que, tal como hemos definido, debían tener también clases sociales. Los judíos, como otros pueblos, por ejemplo los gitanos, se constituyeron como pueblos clase, representando unas formas tempranas de capitalismo. Hablamos de una época en que el modelo de producción es precapitalista, y la compraventa y el préstamo de dinero es realizado al margen, generalmente por “extranjeros”: pueblos comerciantes, como los propios judíos. Pero el desarrollo del capitalismo cambiará esta realidad. Las bases materiales que sustentaban la existencia del pueblo clase judío se disuelven y estos acaban siendo asimilados por las pujantes sociedades capitalistas europeas en un proceso completamente desigual: será rápido y profundo en la Europa occidental, creando unas relaciones sociales capitalistas con una burguesía judía y en Europa Oriental será lento y más conflictivo.

La clase burguesa judía en Europa, ligada al capitalismo occidental, estaba igual de interesada en mantener la Europa oriental en un atraso que les permitiese disponer de esta como un mercado semicolonial. Esto complicaría mucho su situación a lo largo del XIX debido a que, por un lado, el desarrollo capitalista en Europa occidental destruía su antiguo rol en Europa oriental, y por el otro, este mismo desarrollo no era capaz de asimilar a los grupos judíos ni de clase alta ni de clase media como había sucedido en la zona occidental del continente, marginalizado a las masas judías. Estos eran, mayoritariamente, artesanos y pequeños comerciantes, dispersos entre sí, y cuya cohesión se había perdido. Por otro lado, aunque la situación en Europa Occidental era, aparentemente, más favorable, al menos a las élites judías, existía también un fuerte sentimiento antisemita. Los judíos eran el chivo expiatorio a través del cual canalizar el creciente descontento social de la clase media europea.

Esto es algo que no es exclusivo del siglo XIX, y que viene sucediendo desde antiguo. Los pogromos, que son ataques contra minorías y que no son únicamente exclusivos contra los judíos. La palabra viene de Rusia, y se empieza a acuñar en el siglo XIX, pero este tipo de asaltos ya se daban en la edad media. Por lo general, parece que se utiliza a la minoría como chivo expiatorio del malestar generalizado. Hay casos en los que los pogromos se dan como consecuencia de un favorecimiento del estado a una minoría. Por ejemplo, en Palestina, se dio uno en 1834, cuando la población judía era menos de un 10%, en el contexto de una rebelión contra las autoridades egipcias, que, desde 1831 hasta 1840 dominaron la zona. Los egipcios establecieron nuevas leyes, que grababan a los palestinos con más impuestos y los obligaban a formar parte de las milicias. Los judíos y los cristianos quedaron exentos. En mitad de la revuelta, se saquearon los barrios judíos de Safed. Yo considero que cada pogromo debe ser estudiado en su propio contexto ya que lo que puede estimular su aparición son causas distintas en cada caso, pese a que las víctimas acaben siendo las mismas: las minorías.

En cualquier caso, nos encontramos en un momento peliagudo para la minoría judía en el siglo XIX, uno de tantos que habían vivido. Ser parte de una minoría étnica, o cultural, siempre implica ciertas desventajas, pero en esta ocasión, como ya hemos señalado, el lugar de esta minoría judía en la sociedad había desaparecido, y a su vez, afloraron sentimientos antisemitas. En este contexto, en 1897 se da el congreso fundacional de la Organización Sionista Internacional, en el que Theodor Herzl, principal referente, afirmó el propósito de crear un hogar nacional para el pueblo judío. En un primer momento, esto no tuvo mucho apoyo de los propios judíos. Sin embargo, los pioneros en la ocupación del territorio palestino fueron esos pequeños comerciantes y artesanos de Europa Oriental cuya desesperación era patente.

(Fuente: https://www.meneame.net/)

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