martes, 19 de diciembre de 2023

EL ENGAÑO AGENDOGÁMICO



Hasta principios de los años 90, cuando un avión debía aterrizar en una pista con niebla, el piloto debía controlar muy cuidadosamente la aproximación. Si llegados a los mil pies (algo más de 300 metros de altura) no veía la pista, debía poner los motores a plena potencia y volver a ascender. Luego debía decidir si se quedaba dando vueltas sobre el aeropuerto, esperando una mejora, o aterrizaba en una alternativa, dónde esperaría para hacer otro intento.

Las Aerolíneas gastaban millones de litros de combustible en esto. Además cada avión debía llevar siempre varias toneladas más de combustible. Más peso más consumo.

Pero una serie de inventores crearon sistemas que permitieron bajar los mínimos para aterrizar a 200 metros, luego 100, 30 y actualmente hay aviones que, en determinados aeropuertos, pueden aterrizar con absoluta seguridad totalmente a ciegas.

Esos inventores hicieron mil veces más por la ecología que todos los políticos y militantes verdes de la historia.

Además hoy los motores jet de sexta generación consumen diez veces menos y son diez veces más limpios que los primeros.

A eso hay que sumarle los adelantos que la aviación tomó de los planeadores (aviones sin motor): winglets de alas, materiales plásticos livianos.

Por todo eso hoy volando se contamina cien veces menos que en 1970.

Simplemente contaminar no es negocio, es un subproducto de la ineficiencia.

Sin embargo la Agenda está limitando la posibilidad de viajar a la gente común. Para "cuidarnos" de un falso calienta-miento ponen impuestos que hacen inaccesibles los vuelos a quienes no sean ricos.

Los motores de los vehículos de hace 40 años eran tremendamente sucios, consumían mucho combustible, con plomo, y lo quemaban mal produciendo monóxido de carbono.

En los 70 era común que las parejas de adolescentes, a quienes sus familias no permitían estar juntas, se metieran en el garage y encendieran el auto para ahogarse con el monóxido.

Hoy no lo hacen, primero porque los padres ya no se meten tanto, porque van por su cuarto o quinto matrimonio, y además porque los motores modernos casi no producen monóxido. A lo sumo van a tener tremendo dolor de cabeza.

¿Que hizo la Agenda? Cómo la gente común no sabe de química, vamos a decir que el peligro no es el monóxido de carbono, un gas realmente venenoso, sino el dióxido.

El dióxido es alimento de las plantas, que consumen el carbono y liberan el oxígeno. El 99% de este beneficioso gas se produce en los mares, el 1% la actividad humana.


Solo por tener el Premio Nobel de Física opinadores como Ivan Gia-
eber y John Clauser (también Premio Wolf en 2010) pretenden saber
más de lo suyo que Soros y Schwab. Pero ... ¿esto qué es, hombre?
Como diría Olga Sánchez: "¡Hay emergencia climática, y punto!"
Pero vamos a contar mentiras, tralará, y decir que el dióxido produce "efecto invernadero".

Un absoluto disparate.

Lo que si produce ese efecto es el agua. Y gracias a ello podemos vivir en el planeta.

Pero la Agenda no puede quitarte tu libertad prohibiendo el agua.

Además de prohibirte viajar, dicen que los gases de las vacas producen daño.

Los millones de búfalos que poblaban norteamérica hace tres siglos no se echaban gases, parece, eran finos. El año que viene van a imponerte un indicador de huella de carbono individual. Con eso te van a decir adónde podés viajar o no, que vas a comer, que vas a hacer, si vas a poder tener hijos o no.

Viajar y comer carne estará reservado a la élite. El resto verá videos de viajes y comerá harina de insectos.

Salvo que la mayoría se de cuenta que la están engañando.

Y eso está pasando.

Horacio Rivara

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