martes, 22 de febrero de 2022

SOY NEGACIONISTA, ¿Y QUÉ?



NEGALODÓN: SER O NO SER.

Se oye por todas partes a personas decir “no soy negacionista ni antivacunas, pero...” Me recuerda al famoso “no soy homófobo, pero...” o al “no soy racista, pero...” que llevan años entre nosotros como un formulismo necesario para opinar mínimamente de algo que vaya contra lo políticamente correcto.

Parece que hubiera que pedir disculpas para decir lo evidente, para exonerarnos a nosotros mismos de un prejuicio ajeno inventado.

Pero resulta que decir eso es aceptarlo e instituirlo. Yo mismo lo decía mucho al principio pero pasados los meses y los años me pregunto si no será mejor aceptarlo.

Si ser negacionista es haberse informado de que estas inyecciones no sólo no son vacunas si no que son extremadamente peligrosas; si se trata de que estás dispuesto a entregar tu vida para salvar a la mayor cantidad de personas dándoles datos que les ocultan sistemáticamente, puede que haya llegado el momento de aceptarlo como un apelativo sinónimo de inteligente, honesto y valiente.

Cada día al amanecer doy gracias por haber decidido no inocularme mientras imagino lo aterrado que estaría si hubiera cedido a las presiones sociales tan fuertes a las que nos han sometido.

Me pongo en el lugar de los binoculados para entender que tienen que estar aterrados y que tenemos la obligación moral de ayudarlos.

Los que reaccionan mal solo es porque están en la fase inicial de no aceptación de la realidad, no quieren saberlo, es una verdad incómoda. Pero esta fase evoluciona a aceptación y lucha.

Demos tiempo a la gente que nos rodea para que investiguen en secreto, cuando no los vemos. Por eso creo importante orientarlos sin invadir su proceso porque nuestros canales no los conocen.

Démosles pistas, dejémosles miguitas de pan en el camino para que las sigan, pero sin obligarlos.

Están despertando cientos de miles cada día.

Debemos huir de la agresividad, del “te lo dije”, de echarles en cara que no nos hicieran caso desde el principio.

Por otro lado están en el extremo contrario los yolosabíatodo que olvidan que eso es imposible porque los primeros meses saberlo todo sin tener datos no podía ser más que sospechar sin criterio.

Al contrario que en la vida, en la Ciencia nos enseñan que una conclusión es correcta si se corresponde con los datos disponibles en el momento de ser formulada, es decir, no es opinión, ni ideología, ni creencia o política ... es evidencia.

Para un científico una hipótesis es solo un punto de partida, jamas algo a lo que hay que aferrarse, y mucho menos de lo cual haya que avergonzarse si se refuta. Las hipótesis están para ser refutadas.

Los que se dedican a pontificar desde sus percepciones personales y critican todo, por fuerza alguna vez aciertan por casualidad.

Hablan igual de extraterrestres que de biología molecular, ingeniería o geopolítica, con términos tan ambiguos e imprecisos que casi siempre les cabe un “yo lo dije” a posteriori ... ¡porque lo dijeron todo, una cosa y la contraria!

En el pensamiento científico, que puede practicar cualquiera sin necesidad de estudio alguno (he conocido científicos que eran pastores y doctores lerdos como ovejas) hay que partir de la honestidad y un principio de precaución, avanzando al paso de las evidencias pero nunca adelantarlas a ver si se acierta por casualidad y uno queda fenomenal, esto es apostar.

Entre los que nunca creen nada y los que siempre creen todo, está la virtud.

La otra característica del pensamiento científico es la honestidad a la hora de reconocer fuentes. Una simple frase de otra persona nos puede haber orientado hace muchos meses hacia un lugar interesante del pensamiento que después hacemos nuestro olvidando el origen de tal idea.

Lo malo de esto es que quien nos orientó una vez conviene recordarlo porque seguramente lo volverá a hacer. Competir con quien te ayudó para tratar de adelantarlo es un ejercicio que lastra a ambos.

Y por fin, negar ser negacionista es la metanegación que te convierte en un Negalodón.

Visto lo visto puede que sea el momento de aceptar ese apelativo con cierto orgullo, y centrarnos en hacer ver a los que lo usan peyorativamente que negacionistas somos todos, salvo que ellos todavía no lo saben.

Fernando López Mirones (Fuente: https://t.me/elaullido)

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