miércoles, 26 de enero de 2022

ZEMLYA (RELATO)



Zemure, -un habitante del planeta Zemlya-, un día se dio cuenta de que casi todo lo que le habían enseñado eran mentiras para mantenerle ciego, obediente y servil a una maquinaria que lejos de entregarle bienestar, le mantenía esclavo a él y a toda la especie humana.

Zemlya era gobernada férreamente por una oculta élite nigromante que bajo diferentes disfraces -y a través de las eras-, se las habían arreglado para hacer creer a sus súbditos que estos eran “libres y soberanos”, mientras tras bambalinas operaban un eficiente y casi imperceptible sistema de control mental basado en el orden desde el caos y el miedo.

El sistema fue evolucionando desde distintas plataformas monárquicas, democráticas, teocráticas o abiertamente dictatoriales. Todas y cada una de ellas siempre estuvieron bajo el yugo de esta élite que para no ser descubierta montaban un sistema político dual de agentes rojos y azules que ante los medios eran enemigos irreconciliables, pero tras bambalinas, resultaban ser todos empleados de esta élite. De esta forma los engañados habitantes de este planeta cada cierto tiempo asistían a las urnas a “elegir” presidentes cuando en realidad no importaba quién saliera. Todos en secreto trabajaban para los controladores del dinero y del poder con el que finalmente gobernaban a nombre de sus amos, y por supuesto completamente en contra de quiénes creyeron haberles “elegido”.

Llegado el momento la élite apostó por hacer un cambio radical en el modelo de control y decidió que solo 500 millones de habitantes de los casi 8.000 millones de Zemlya debían quedar vivos, para de esa forma implementar una sociedad acotada, controlada y altamente tecnológica. Entonces, tal y como el dueño de una granja decide sacrificar cabezas de ganado porque ya no es sostenible su negocio, decidieron eliminar el exceso de habitantes. Como no podían abiertamente decirle a la gente que habían decidido asesinarles en masa, partieron por aplicar en los alimentos, en el agua y en el aire pequeñas dosis de venenos cuyo accionar acumulativo en el tiempo se traducían en innumerables casos de problemas respiratorios, alergias, cáncer y una gran cantidad de enfermedades que no solo les “ayudaban” a reducir población, también a generar gigantescas ganancias vendiendo “remedios” que en gran mayoría no sanaban nada y que solo servían para paliar síntomas. De paso, esos mismos medicamentos incluían más venenos en cantidades no perceptibles, para así asegurar los objetivos de acabar con la mayor cantidad de humanos.

Zemure y muchos otros despiertos y claros respecto de la forma totalitaria de gobierno, notaron la jugada de los venenos y comenzaron a informar. No tardaron mucho en darse cuenta lo difícil que era hacer ver esta situación a quién no la quiere ver, y con ello les tocó chocar contra el muro del miedo y la ignorancia una y otra vez, sumado a constantes insultos y etiquetas de “locos e irresponsables”, cuando todo era tan simple de averiguar como tomar los envases de los alimentos, anotar los compuestos químicos e investigar qué eran y qué producían en el cuerpo para darse cuenta que no eran alimentos, sino químicos con venenos camuflados.

Al tiempo de estar esta élite aplicando de forma encubierta esas medidas de adicionar venenos para despoblar por goteo, vieron que eran insuficientes y entonces comenzaron una campaña de abortos a nivel global, primero bajo el eslogan de la “planificación familiar”, para posteriormente cambiarla por el “derecho a eliminar humanos antes de nacer”. Todo esto sin que en realidad les importaran los derechos de nadie ni la planificación de nada. Simplemente el objetivo de los amos oscuros era agregar una herramienta más para bajar los altos índices de nacimientos que les estaban echando por tierra las estadísticas de reducción poblacional.

También y como una forma de “mejorar” las cifras de “exterminio”, se dedicaron a potenciar las crisis, las guerras, las migraciones y el desempleo que se tradujeron en caos, suicidios, hambre y muerte. El resultado para ellos fue tener un respiro en su frenético y desquiciado intento por acabar con la mayor cantidad posible de humanos.

Mientras esta élite psicopática sostenía una encarnizada lucha por asesinar gente en masa sin que la misma se diera cuenta, se les ocurrió un día la idea de hacer creer a la población que un “virus” atacaba el sistema inmunológico y que se contagiaba a través de las relaciones sexuales. Esto abrió un miedo gigantesco al sexo y por ende “ayudó” a que la gente lo pensara dos veces antes de tener relaciones íntimas, y, por supuesto, de tener hijos. La industria de los preservativos despegó como una de las más lucrativas, y, por supuesto nuevamente, los índices de reducción poblacional mejoraron, no solo por el miedo instalado a tener relaciones, sino que también se inventaron un falso “test” que detectaba a la supuesta enfermedad en la gente a veces sin siquiera tener síntomas y las llamaron “cero-positivas”. Estas personas engañadas, -tanto las supuestamente enfermas y las sanas-, entraban en pánico y eran tratadas con fármacos que en lugar de “sanarles” les destruían lenta e inexorablemente el sistema inmune hasta hacerles morir. De esta forma mataron a millones por décadas, mientras la élite a través de sus gobiernos títeres y gigantescos medios de comunicación culpaban al “virus” que se habían sacado literalmente de la manga.

A pesar de todas las estrategias que usaron por mucho tiempo para reducir población, se dieron cuenta que no eran suficientes y decidieron jugar una última y arriesgada carta de genocidio encubierto a gran escala consistente en volver a crear un virus imaginario, pero esta vez uno que se transmite por el aire -o por todos los medios posibles- con síntomas comunes a las enfermedades más típicas, para así instalar una brutal “psicosis colectiva” a nivel mundial que no solo les permitiría aumentar la despoblación, sino también resetear todo el sistema económico, social y político del mundo bajo un esquema totalitario hábilmente disfrazado de “gobierno del pueblo”. Una estructura piramidal donde un único partido gobernante en manos de la élite en las sombras y “en nombre del pueblo, pero sin él”, llevaría a cabo la manera más eficiente para armar un mundo de engañados “pobres y felices”, mientras ellos accedían sin resistencia alguna a capitalizar toda la riqueza del Mundo. Un control como nunca antes habían podido ejercer sobre sus súbditos. Un sistema que actuaría como regente absoluto de todas las actividades de las personas, en simple, una sociedad distópica donde la gente sería puesta en trabajos pobremente remunerados a través de una “Renta Básica Universal”. Fue así entonces que Zemure y el grupo de disidentes se dieron cuenta de que todo iba hacia un Estado Planetario de corte Totalitario tal, que Zemlya sería convertida literalmente en un “planeta prisión”.

La élite preocupada por este grupo de disidentes cada vez más numeroso, continuaron igual con su plan tras el nuevo virus, imaginario, pero esta vez de corte netamente totalitario. Pusieron entonces manos a la obra y le dijeron a la gente a través de sus gigantescos medios de “control mental”, que en una región oriental de Zemlya apareció un virus nuevo que según estimaciones mataría a millones de personas. Rápidamente desde un organismo internacional privado de salud que estaba en manos de la propia élite, decretaron “Pandemia” para todo el planeta. Una vez operativa la primera parte del engaño armaron toda una faramalla “científica” para justificar como “real” el virus imaginario, y al mismo tiempo tomaron una herramienta de investigación genética para hacerla pasar como un test de detección viral, no sin antes dar cuenta de su inventor, que de haberle dejado vivo, habría sido una verdadera piedra en el zapato para sus planes de genocidio global.

Con el virus imaginario corriendo y los test falsos detectando “contagiados” a diestra y siniestra, sumada la “psicosis colectiva” a través de una inmisericorde propaganda de miedo 24 horas al día sin pausa, comenzaron a elaborar todo tipo de estadísticas falsas para hacer creer a la humanidad que ésta se encontraba en serio peligro, cuando la realidad era que estaban tomando prácticamente las mismas enfermedades de base de siempre, a las que les borraron sus nombres y les pusieron a todas el del virus totalitario. También echaron mano al protocolo de tratamiento emanado de la entidad privada de salud internacional que recomendaba tomar a los enfermos -e incluso a las personas sanas pero “positivas”- para sedarlas y meterlas en ventiladores mecánicos que les destruían los pulmones y les mataban. Toda vez eliminadas estas personas les decían a sus parientes y a la prensa que el “virus” se había cobrado nuevas víctimas.

Con todo el escenario de miedo operando, comenzaron con la etapa de encontrar una “vacuna” para este virus imaginario-totalitario, cuyo objetivo real era modificar la genética de lo que serían los futuros controlados y de paso para reducir drásticamente la población, sobretodo la de los más viejos. Es así entonces que los diferentes laboratorios -que también estaban en manos de esta élite financiera- simularon estar compitiendo entre ellos para así desarrollar las diferentes vacunas que según marca y técnica, algunas serían para acabar con los de mayor edad, otras para esterilizar genéticamente y otras por supuesto que no causarían ningún efecto con el fin de no levantar sospechas.

Al mismo tiempo de la falsa carrera por las vacunas, empezaron a imponer cuarentenas que no buscaban evitar contagios, enfermos ni muertos, ya que ellos mismos sabían que no había ningún virus. Los encierros masivos de humanos tenían como objetivo llevar a la quiebra a la mayor cantidad de pequeñas y medianas empresas, como también a independientes que, ante la imposibilidad de trabajar, tuvieron que recurrir a préstamos con Bancos para poder sobrevivir y evitar así una quiebra que ya estaba planeada para adueñarse de sus negocios a precio de regalo. Con estas empresas cautivas en manos de la élite, ya sea a través de Bancos, Multinacionales o de los propios Estados títeres, tuvieron en sus manos el 100% de la fuerza laboral del mundo. Vacunarse por lo tanto se volvió el principal requisito para trabajar en el sistema, lo mismo para viajar, recibir ayudas de gobierno, ir al supermercado, acceder a educación, a salud, pensiones, etc.

Durante los planes de puesta en marcha de esta agresiva campaña de despoblación se dieron cuenta de que el creciente grupo de disidentes identificarían rápidamente a las vacunas como las responsables de las muertes masivas, así es que se dieron a la tarea de ellos mismos entregar las pistas de que las vacunas serían las “asesinas”. De esta forma podrían identificar a los más “despiertos” o “inteligentes” que por ningún motivo se pondrían vacuna alguna. Es así entonces que la élite empezó a hacer torpes campañas donde los famosos y los políticos rojos y azules simulaban vacunarse para dejar “clara evidencia” de que algo malo había en las vacunas. El objetivo de esta estrategia entonces era muy simple, hacer visibles a los que cuestionaban las políticas de salud con su campaña “anti-vacunas”. Los disidentes entonces quedaron plenamente identificados y a tiro del cañón de la élite, que ahora ya sabía exactamente a quiénes debía eliminar de la faz de Zemlya y hasta por razones lógicas, ya que eliminar a los obedientes y dejar vivos a los disidentes solo les traería dolores de cabeza.

Inciaron entonces el plan de exterminio de los disidentes que no aceptarían vacuna alguna, y que consintió en poner en ciertas dosis de los que necesitaban vivos y controlados una especie de antídoto contra un veneno indetectable que inocularían en la población a través del aire, del agua y de los alimentos toda vez que una gran parte del plan de vacunación global estuviera listo. De esta forma prácticamente todos los que no tuvieran el antídoto (los no vacunados), caerían víctimas de un veneno de última generación que por supuesto sería mostrado como una nueva cepa más agresiva del “virus”, y para asegurar la operación y no dejar ni una sola posibilidad de ser descubiertos, prohibieron terminantemente las autopsias.

Toda vez ejecutado el plan de “psicología inversa” que buscaba que los disidentes creyeran que las asesinas en masa serían las vacunas y con casi el 70% de la humanidad vacunada, procedieron a inocular al mismo tiempo y en todo el planeta el veneno indetectable. El planeta entonces pudo presenciar con espanto que la mayor cantidad de muertos (casi todos) estaban entre los no vacunados. La élite satisfecha entonces “demostró” que las vacunas “salvavan vidas” mientras al mismo tiempo hacían realidad el objetivo de reducir drásticamente la población, y acabando de paso con prácticamente todos los que no se vacunaron como Zemure. Finalmente la élite se quedó solo con aquellos que fueron inmunizados para escapar del veneno que ellos mismos pusieron en el ambiente. Brutal y macabra maniobra, salvaron a millones del “virus” que ellos mismos inocularon a la humanidad. No por nada la palabra “virus” está en latín y significa “veneno”.

Con este nuevo escenario, el planeta contaría con muy pocas personas capaces de reproducirse de manera natural y con ello abrieron un emergente y gigantesco negocio de bebés por encargo. Nuevos humanos ya no nacían desde el vientre de una madre, sino en ámbitos controlados por los laboratorios de la élite. Nuevos habitantes genéticamente modificados lo suficientemente inteligentes para obedecer, pero jamás como para rebelarse contra el sistema de control.

Zemlya entonces comenzó una nueva era de esclavitud humana. Un planeta prisión 100% controlado de no más de 500 millones de habitantes en gran mayoría ignorantes, felices y sumisos ante los dictámenes de una pequeña élite que fue capaz de acabar con miles de millones de personas gracias a que estas mismas jamás fueron capaces de unirse para luchar contra ellos.


EPÍLOGO

Si este relato ficticio te ha parecido familiar, es porque aquel dicho que dice que “la realidad supera la ficción” no son palabras al azar, sino producto de que efectivamente los sucesos en este plano y que provienen del mundo económico, político, científico y religioso rara vez son casuales, sino planificados hasta el más mínimo detalle para conducir a la masa donde ellos quieran.

Si bien es cierto no es un relato feliz, nosotros estamos a tiempo para que no nos pase lo mismo. Somos miles de millones contra no más de 2000 psicópatas en las puntas de las pirámides del sistema financiero internacional, industrias, religiones, gobiernos, multinacionales y grupos económicos que aprovechando el miedo, la ignorancia y hasta la indiferencia de una gran cantidad de gente han podido montar un eficiente sistema de control mental bajo los postulados del “divide y vencerás”. Si todos nos movemos desde la consciencia y no desde la violencia para desmontar sus trucos, no quedará nadie haciendo el trabajo sucio, pero para ello necesitamos dejar de seguir “salvadores”, “gurúes” y “caudillos” y emprender la tarea de gobernarnos primero a nosotros mismos para luego unirnos entre personas conscientes. Recién ahí “hombro con hombro” podremos desarmar el juego en el que nos tiene a todos metidos. Aún no hemos perdido la batalla, todo depende de nosotros. Dejemos de una vez por todas de paralizarnos con miedo, y comenzemos a movernos con amor.

Jorge Zamora
(Fuente: https://jozaco.cl/)

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