martes, 28 de diciembre de 2021

EL "APARTHEID" COVID



Analfabetismo ortográfico y mental por parte de los "solidarios" que sí actúan
como ratas al haber cedido su cuerpo a la ciencia para testar los efectos adver-
sos graves y letales de la inoculación experimental

"Quienes no se vacunan son acosados, calumniados, burlados, censurados, enviados al ostracismo, tildados de conspiranoicos, egoístas, asesinos, no preocupados por los ancianos, y de que si no se vacunan deberían quedarse en sus hogares para siempre, amenazados y despedidos de sus empleos, incluidos médicos y personal sanitario"

“Apartheid” es una palabra del idioma de los afrikáners de origen neerlandés, que significa “separación”, y se llamó así a la segregación, por motivo de diferenciación de raza, de negros respecto a blancos. Estuvo en vigor hasta 1992 e imponía el uso de lugares separados, habitacionales, de estudio, de ocio, el uso del voto solo para los blancos, y la prohibición de relaciones sexuales y matrimonio entre negros y blancos. Antes de 1948 los negros podían votar, aunque con restricciones, pero a partir de ese año se les prohibió hacerlo para favorecer a la raza blanca. Situaciones geopolíticas con estados colindantes hicieron que este régimen decayera en los años noventa. En 1953 se instauraron zonas de segregación en Sudáfrica: playas, autobuses, tres, aviones, taxis, hospitales, escuelas, bancos en los parques públicos, ambulancias, etcétera. Los negros siempre deberían llevar un documento de identidad, denominado “certificado de registro poblacional”, y había ciudades prohibidas para ellos, así como lugares en los que no podían abrir negocios, tampoco podían ser funcionarios. Este sometimiento posibilitaba que, con las fuerzas policiales, se evacuaran a la fuerza decenas de miles de ciudadanos negros para utilizar esos lugares construyendo residencias para ciudadanos blancos.

La palabra “apartheid” se utiliza cuando en una nación se diferencia a un sector de la población con derechos plenos respecto a otro sector de la población con sus derechos restringidos. La segregación racial separa a los grupos raciales en la vida cotidiana, ya sea en restaurantes, cines, baños, colegios o a la hora de comprar o alquilar casas o habitaciones de hotel, y también a la hora de contratación laboral. Estas pulsiones sociales, alimentadas por odio social ordenado, son las que estamos viendo a nivel planetario con motivo del pasaporte Covid. Hasta 1965 la segregación racial estuvo legalizada en EEUU. Históricamente es un comportamiento extendido en ciertos momentos históricos y geográficos. La población negra respecto a la población árabe en la zona del Sahel perdura hoy día, y fue uno de los orígenes del tráfico de esclavos, y entre los mongoles, los bantúes, los aztecas o los alemanes durante el III Reich, se practicó la segregación para con otros grupos étnicos.

Intentemos ahora remitirnos a los hechos.

A mediados de 2020, los siguientes personajes hacían las siguientes aseveraciones. Joe Biden: “Vas a estar bien, no te va a dar el Covid si te vacunas. Si te vacunas no vas a ser hospitalizado, no vas a ingresar en emergencias, y no vas a morir. Si estás completamente vacunado ya no tendrás que usar mascarilla”. Antoni Fauci: “Estas vacunas son altamente efectivas. Cuando la gente se vacuna pueden sentirse seguros de que no se van a infectar”. Una alta funcionaria de EEUU: “Los vacunados no llevan el virus ni se enferman, recibe tu primera dosis, y cuando te toque, recibe tu segunda dosis. Todo el que esté vacunado podrá participar en actividades sociales sin usar mascarillas y sin distancia social”. Bill Gates: “Todo el que recibe la vacuna no solo se protege a sí mismo, sino que reduce la transmisión a otras personas, permitiéndonos volver a la normalidad. Nuestro principal objetivo es detener la transmisión, que los niveles de inmunidad aumenten para que básicamente no te infectes”. Y los mismos personajes, en 2021, cuando las vacunas han resultado un fiasco. Biden: “Lo que las vacunas hacen es prevenir la transmisión”. Bill Gates: “No conseguimos vacunas que bloqueen la transmisión, tenemos vacunas que ayudan a tu salud, pero solo reducen ligeramente la transmisión. Necesitamos nuevas maneras de hacer vacunas”. Antoni Fauci: “El nivel de virus en la nasofaringe de una persona vacunada e infectada es el mismo que en el de una persona no vacunada”. La alta funcionaria, y Bill Gates: “Reportes internacionales, incluyendo Israel, altamente vacunado, sugieren un aumento de riesgo de enfermedad severa entre aquellos vacunados tempranamente… las vacunas de refuerzo pueden ser una parte esencial del régimen que la gente debe llevar… el plan es que todos reciban vacunas de refuerzo … sin duda es una de las mejores inversiones en las que haya yo estado involucrado”.


Ante estas aseveraciones, que son contradictorias, lo previsible hubiera sido una reacción de la masa de vacunados sintiéndose engañados por quienes les empujaron a algo que, definitivamente, no ha sido eficaz, y todo ello sin hablar de los gravísimos efectos secundarios en proporciones de letalidad. La OMS, “World Health Organization”, indica una lista de efectos adversos de vacunas, en www.vigiaccess.org, que el 12 de noviembre de 2021 indicaba para diversos periodos entre 1968 y 2021, en torno a medio siglo de observaciones: la vacuna contra las paperas, 711 casos adversos; contra la rubeola, 2.621 casos adversos; contra el sarampión, 5.827 casos adversos; contra la viruela, 6.891 casos adversos; contra el tétanos, 15.085 casos; contra la hepatitis A, 46.773 casos; contra la Hepatitis B, 104.619 casos; contra la polio, 121.988 casos; contra el Meningococo, 126.412 casos; contra el pneumococo, 234.783 casos; contra la gripe, 272.202 casos. Como curiosidad la OMS indica también que el ibuprofeno ha causado 166.209 efectos adversos, y la aspirina 184.481. La vacuna contra el Covid19 ha provocado en tan solo un año y medio de inoculación, 2.457.386 efectos adversos con decenas de miles de muertos y muchos más casos de enfermedades crónicas graves. El que estadísticamente esto no se tenga en cuenta es mala praxis por parte de los epidemiólogos y estadísticos. Los médicos hacen lo que pueden.

No obstante, si cada quien se vacunó, bien por temor, bien por solidaridad, nada hay que objetar. Se trata del ejercicio de la libertad, y a buen seguro que muchos han sufrido efectos adversos y otros muchos han salvado sus vidas.

La objeción comienza cuando los mismos gobernantes que se han equivocado, no se conoce si por desconocimiento o por mala fe, pretenden seguir vacunando, incluso, a quienes no quieren ser vacunados, sabiendo que con la vacuna no van a resultar inmunes. En ese caso ya se trata de un abuso, o mejor, del comienzo de un abuso que puede terminar con el fin del espíritu de las democracias, conseguido a lo largo del siglo XX.

Por ejemplo, se han revelado varios extremos de los contratos, de transparencia cero, entre la Unión Europea y Pfizer y otras compañías productoras de las vacunas. En esos contratos se excusa a las compañías fabricantes de cualquier indemnización que pudiera pedírseles por efectos secundarios de las mismas. En qué cabeza cabe que un estado protector de sus ciudadanos pudiera admitir eso, y sin embargo, es así y así mismo se admite por todos los que van corriendo a vacunarse, sin la más mínima protesta. Tan solo se observa asombro ante la indefensión.

Es más, no sólo se les exime, sino que se ocultan los datos y la información relevante para conocer bajo qué principios se han fabricado esos sueros vacunales. La Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ha pedido a un juez federal que haga esperar hasta el año 2076 para revelar todos los datos e información en los que se basó para conceder la licencia de la vacuna Covid-19 de Pfizer. Pide ocultación durante 55 años. Más de 30 académicos, profesores y científicos de las universidades más prestigiosas de EEUU han solicitado los datos y la información que Pfizer ha presentado a la FDA para conseguir su licencia. Y la FDA pide negarse, pide esperar 55 años. La FDA ha solicitado al juez que le permita ir revelando a razón de 500 páginas mensuales las más de 329.000 páginas de documentos que Pfizer envió a la FDA para licenciar su vacuna. Por tanto, hasta 2076 no estará completa la solicitud de transparencia solicitada por los investigadores académicos. La FDA tardó 108 días en leer esos documentos que, ahora, pretende entregar a los investigadores en 55 años.

No todos son invectivas falaces contra los no vacunados. Hay intelectuales relevantes como Juan Manuel de Prada, en ABC, o Fernando del Pino Calvo Sotelo, en Expansión, pero vayamos concretamente a la opinión de un ingeniero social, especialista en tecnológicas, expulsado por el algoritmo de Linkedin al publicar abiertamente conclusiones sobre el Covid que no han sido del agrado de esa comunidad dirigida por un pensamiento único. Nos referimos a Alfonso Longo.

Alfonso Longo afirma, en MadridMarcket-Aravaca, que el Covid es “un cisne blanco, una crisis diseñada para provocar cambios, para eliminar derechos fundamentales del individuo y poner en su lugar al bien común. Estamos abrazando el totalitarismo”, y sigue: “Pero ¿de quién? ¿Quién mueve los hilos de este teatro?” Longo asegura que “son cuatro o cinco megafondos, Black Rock, Vanguard, State Street y Fidelity”. Señala sobre todo a Larry Fink, el CEO de Black Rock. Según Longo el modelo que quiere copiar occidente es el de China, el de un orden indiscutible, y el pasaporte Covid es un elemento crucial para conseguirlo. Longo ha sido 20 años consultor y directivo en empresas tecnológicas, se ha dedicado a utilizar la ingeniería social a niveles micro, y señala que lo que está ocurriendo “es el despliegue de un liderazgo autoritario. El día que salió Pedro Sánchez a anunciar el estado de alarma me di cuenta de que algo pasaba. Se veía en el ambiente que era una operación de ingeniería social”. A partir de ahí empezó a investigar. Pensaba que había un error en la gestión, pero se convenció de que se trataba de “un megaproyecto de ingeniería social” a través de patrones que, dice Longo, son de libro: “change managment”, gestión del cambio, cultura organizacional desplegada a una dimensión planetaria. El primer artículo de Longo sobre la deriva autoritaria lo escribió en abril de 2020: “No estamos en una deriva autoritaria, estamos en un estado totalitario global. Estamos en la consolidación de un gobierno global no autoritario sino absolutamente autoritario”, y señala Longo que el futuro es Australia, donde se reconoce el estado autoritario, donde encierran gente en campos de cuarentena, donde sancionan a sus ciudadanos con 5.000 dólares si salen de sus habitáculos, aunque no den positivo, sino que sean sospechosos, donde los policías arrancan los bebés de sus madres si no los vacunan, donde pegan a inválidos porrazos si no llevan la mascarilla dejándolos en grave estado, donde disparan a la multitud por la espalda mientras huye por haberse manifestado sin mascarilla. Longo dice que los campos de cuarentena no son sino campos de concentración que valdrán a futuro para otros objetivos.

Longo advierte: “El pasaporte Covid es el inicio, el caballo de Troya de la implantación al modo chino. Se trata de que todo el mundo tenga una identidad digital en la que haya datos sobre su ideología, actividades, amistades y finanzas… además, con la eliminación del dinero en efectivo y solo con el dinero digital, que estará conectado a la identidad digital, con eso, si uno se porta mal, por ejemplo, con esta conversación, que la controlan con inteligencia artificial, pues automáticamente si fuera a hacer una operación en mi cuenta del banco no podría porque me la habrían bloqueado”. Ese carnet de puntos existe hace ya unos años en China, desde que el Estado instaló allí 200 millones de cámaras para vigilar los movimientos de todos sus ciudadanos. En ese sentido, Alfonso Longo señala que los fondos antes citados, los más grandes del planeta, están dominados por familias cuya trazabilidad es rastreable e histórica, y que tienen conexiones con los bancos centrales de diversos países, que tienen gigantescas influencias en ONU, OMS, etcétera, y son fondos que tienen la particularidad de que no son financieros, sino que intervienen en la gestión de las empresas y dan instrucciones a los consejos de administración, como Larry Fink, que escribe unas especies de encíclicas a sus participadas (Santander, Repsol, Alphabet, Facebook …), para que se adhieran a la Agenda 2030: “En la ingeniería social, tanto en la micro como en la macro, utilizas crisis. Cuando quieres cambiar la cultura, que tiene que ver con cambiar prioridades o valores, conductas, aprovechas una crisis que puedes ser natural o provocada. La Covid es una crisis provocada, diseñada, no hay duda. Esta crisis genera un espacio en el que se puede subvertir valores y se pone como importante algo nuevo, dejas espacio para conductas nuevas, para que la gente acepte cosas que antes no aceptaría. Lo que ha hecho la Covid es remover los derechos humanos, los ha quitado, y ha puesto como valor fundamental el bien común, que es el pilar fundamental del totalitarismo. Es la desaparición de la persona”.

Longo habla de que en sus vídeos hace entrega de curvas epidemiológicas que demuestran que el confinamiento no tuvo ningún efecto positivo, fueron epidemiológicamente inocuos: “No lo digo yo, lo dijo desde el principio una epidemióloga de primera fila mundial, Sunetra Gupta ¿Qué sucede? Que la censura ha sido brutal… Tienes que inundar con información oficial, y tienes que censurar todo lo que cuestiones mínimamente la información oficial”.

El doctor en Ciencias Biológicas, Máximo Sandín, que ha sido profesor de Evolución Humana y Ecología en la Universidad Autónoma de Madrid, en una reciente entrevista, el 21 de noviembre de 2021, en el periódico Puerta de Madrid, advierte de algo angustioso, de las apariciones periódicas de extraños virus quimera, es decir compuestos por partes de virus que infectan distintas especies (hombre, murciélago, pangolín, cerdo, aves…). Dice: “Le explicaré por qué me inquieta tanto. La aparición de una forma espontánea en la Naturaleza de un virus híbrido de dos especies distintas es prácticamente imposible porque existe la llamada barrera de especie. Los virus considerados patógenos son específicos de cada especie. Pero la aparición espontánea de virus compuestos por partes de tres especies es absolutamente imposible y no comprendo cómo la mayoría de los virólogos expertos no lo ha denunciado, aunque algunos que se pueden considerar independientes sí lo han hecho. Para que se vea más claro veamos algunos casos: El SARS-CoV es el coronavirus que causó en 2003 la epidemia del Síndrome respiratorio agudo grave, en los países del sudeste asiático. Se detectó por primera vez en la provincia de Gaundong (China) en noviembre de 2002 y se propagó a más de 30 países, causando un total de 8.098 contagios en todo el mundo y 774 muertes, la mayor parte en China. Según los científicos el SARS tenía secuencias humanas, de civetas y de murciélagos. Otro caso informativo: El síndrome respiratorio de Oriente Medio es una enfermedad respiratoria grave causada por el coronavirus identificado como MERS-CoV y fue informada por primera vez en septiembre de 2012 en Arabia Saudita. En octubre de 2015 se habían registrado 1.523 casos en todo el mundo, con 544 muertes. El virus estaba compuesto de secuencias humanas, de murciélago y de camello. Un dato muy interesante y muy informativo es que ambos virus fueron haciéndose cada vez menos agresivos hasta que, al parecer, han desaparecido. El motivo es que los virus construidos artificialmente son inestables, y en los procesos de replicación van perdiendo las secuencias introducidas hasta quedar inactivados. El último, por ahora (según se nos amenaza) es el SARS-CoV2, con secuencias de murciélago, pangolín y humano. Parece que éste ha salido más agresivo, al parecer por las secuencias humanas utilizadas, aunque cabría esperar que su final fuese semejante a los anteriores, es decir, que se inactive. La elaboración de virus quimera es muy laboriosa. Este tipo de manipulaciones se hace comúnmente en laboratorios de alta seguridad bajo el pretexto de prever apariciones de nuevos virus e, incluso, para elaborar vacunas.

Es decir, así como está bastante claro que el paso y la mezcla de virus entre especies en la Naturaleza no es posible, y mucho menos entre tres, por muchos animales que se hayan comido a lo largo de milenios, la producción de virus híbridos en laboratorio se puede hacer y se ha hecho. Y lo que más me inquieta es que todo esto, es decir, la aparición repetida de algo tan improbable como estos virus quimera lleva a la conclusión de que no ha sido por accidente… o asumes que estos extraños virus se producen repetidamente al azar en la Naturaleza y te limitas a aguantar y esperar al próximo, o te enfrentas al hecho de que alguien o algunos están produciendo estos virus con alguna oscura intención, con lo que te adentras en el campo de lo que se ha denominado conspiranoico, término que abarca para calificar desde los partidarios de la Tierra plana hasta a científicos prestigiosos cuando sus opiniones se salen del carril establecido. La interesante cuestión es que las explicaciones de los científicos que apoyan el origen natural del SARS-CoV2 se basan en asunciones y suposiciones… mientras que los argumentos de los científicos que hablan de un virus de laboratorio, como pueden ser el Premio Nobel Luc Montagnier, la doctora Judy Mikovits o la doctora Martínez Albarracín, entre otros, se basan en datos rigurosamente científicos. Otra curiosidad; los científicos citados comparten (compartimos) la condición de jubilados, es decir, nuestras opiniones no están condicionadas por ningún tipo de autoridad académica o empresarial”.

La conspiración y la conspiranoia son los dos extremos perceptivos de los hechos sociales que, de forma oscurantista, parecen cambiar el curso tranquilo de la historia. Se utiliza últimamente el término para fustigar las razones de quienes no comulgan sin rechistar con el pensamiento único gubernamental. La mera existencia de agencias gubernamentales denominadas de Inteligencia, cuya labor de espionaje y manipulación cuenta con fondos reservados y con absoluto oscurantismo durante 50 años en casi todos los estados del mundo, exige de la mente más dormida de los individuos, un tanto de sospecha. Pensar que todo es en bien de los ciudadanos, sin fallos, es una negligente ingenuidad intelectual.


En filosofía y epistemología, fue Karl Popper quien estudió y citó la teoría conspirativa en su obra “La sociedad abierta y sus enemigos”, donde explica que el totalitarismo del siglo XX estuvo fundado en tales teorías, nutridas de complots imaginarios y paranoias, y nos recuerda que la conspiración formaba parte de la propia actividad política de la Atenas clásica, y la considera dentro de los “fenómenos sociales típicos”. En el contexto epistemológico de Popper las conspiraciones no son falsables y, por tanto, no son científicas.

Por tanto, decir que alguien es conspiranoico o pseudocientífico, porque sí, solo depende eficazmente del foro desde el que se emita ese juicio: si lo es desde la comunidad científica preponderante en ese momento, o si lo es desde el gobierno gobernante en ese momento, o si lo es desde un “mass media” exitoso en ese momento. La teoría de la conspiración y sus oponentes no manejan una verdad, sino el éxito de un aserto, en cuya lucha gana, por selección, el más fuerte, no el que disponga de la verdad pura.

Luego está la factura ovejuna, o de enjambre, del ser humano. Sociobiológicamente el ser humano es individualmente débil, está hecho para actuar en sociedad desde su nacimiento, es de entre los mamíferos el que necesita mayores cuidados, durante meses y años, para llegar a poder sobrevivir como individuo. Y esos cuidados lo socializan al punto de convertirlo en un ser habituado a las reglas de una colmena, un ser que vive y sobrevive en un medio ambiente conspirativo. En ese sentido está sometido a todo tipo de sesgos epistémicos y falacias para poder comprender la realidad conforme a lo que le dictan desde su entorno social.

Las teorías conspirativas, pues, se utilizan como expresiones menospreciativas para teorías alternativas a las oficiales, y que atribuyen su causa a la acción secreta de grupos poderosos y ocultos. Ése es el patrón argumentativo y racional. Lo que pretende la institución gubernamental es, por ejemplo, que todos los ciudadanos crean que a Kennedy lo mató alguien que pasó por allí con un fusil de mira telescópica y le dio por ello. La tendencia de los gobernantes es la de ocultar a la población el motivo de las cosas, y que acate. Este es el principio de todo gobernante, que incluye el ataque a la individualidad perpetrado por quienes han de cuidar su posición de abeja reina.

Esta es una parte de la conspiración. La otra no hace falta enumerarla porque la advertimos todos los días, las 24 horas, en todos los “mass media” no digitales, subvencionados por los gobiernos, y en los discursos de los políticos de multitud de países, pero sobre todo se detecta si advertimos que los ataques no se basan en argumentos sino que están llenos de falacias como la “ad hominem”, la “ad verecundiam” o la “ad baculum”: los políticos y sus pseudoexpertos y expertos celebran exageradamente estos tratamientos y minimizan u ocultan los riesgos; las masas siguen hipnóticamente las imágenes de los gobernantes cuando se vacunan; quienes no se vacunan son acosados, calumniados, burlados, censurados, enviados al ostracismo, tildados de conspiranoicos, egoístas, asesinos, no preocupados por los ancianos, y de que si no se vacunan deberían quedarse en sus hogares para siempre, amenazados y despedidos de sus empleos, incluidos médicos y personal sanitario, testigos de reacciones y muertes después de ser aplicadas las vacunas; las firmas de protocolos para luchar contra el virus en algunos países con la población globalmente vacunada, como Israel, lo son para 30 años, sin embargo no se publican, pero el gobierno sí está facultado para compartir los datos personales de los vacunados e infectados con empresas biotecnológicas extranjeras.

Ha comenzado a operar con fuerza, desde las instituciones de casi todos los países del planeta, la falacia del ridículo (a punto de convertirse en la técnica soviética de encerrar al disidente por enfermo psiquiátrico) para con una comunidad científica numerosísima en la que se incluyen decenas de miles de médicos y biólogos, en el mejor ejemplo de lo que es una teoría de la conspiración jaleada desde unos comportamientos gubernamentales perfectamente coordinados para eludir la transparencia por la vía de abatir todos los muros que los derechos humanos han construido para defender al individuo de la ferocidad de los gobiernos, es decir, de las abejas reina.

Y ya se expande la marca de la bestia, el nuevo “Ahnenpass”, el pasaporte nazi de pureza racial, el certificado para el “Apartheid”. Por ahí se empieza, y no se sabe dónde se termina. Ya estamos a punto de cantar: “La démocratie est morte! Vive la démocratie!“. Pero no perdamos la esperanza, y esperemos que, de nuevo, ganen los buenos y la libertad.

Juan Ezequiel Morales
(Visto en http://espiral21.com/)

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