domingo, 10 de octubre de 2021

SAVATER (FERNANDO), ABDUCIDO POR LA PROPAGANDA GUBERNAMENTAL



Publicaba ayer sábado Fernando Savater un tendencioso artículo en la última página de EL PAÍS reclamando el ingenio de un propagandista como Antoine Augustin Parmentier para imponernos la falsa vacuna con la habilidad con que aquél impuso el cultivo de la patata en una Europa reacia a novedades nutricionales.

La comparación podría tenerse por válida si estuviéramos hablando de productos inocuos, pero el filósofo hubiera debido tomar otro alimento como término comparativo -el fugu, tal vez-, dado que la inoculación por la que con tan escaso análisis -ninguno, de hecho- aboga entraña unos riesgos tan ciertos que incluso el Ministerio de Sanidad se ha visto obligado a admitir la cifra de 254 muertes causadas directamente por la "vacuna" en nuestro país.

No parece que la nutritiva patata pueda presumir de un balance criminal parecido, a no ser que la ocurrencia inicial del film "Airbag" haya servido de ejemplo para emular la ruleta rusa en plan gastronomía extrema "a la española" (en el film la "tortilla rusa" es a la francesa, sin patata, por mucho que el cocinero sea de Logroño) ... y aún así el agente mortal no sería el inocente tubérculo, sino la Amanita phalloides añadida a la tortilla para dar color, sabor y rigor ... mortis. ¡Manda carallo!



Que el ínclito Savater pretenda que nos juguemos la vida porque una enfermedad que el 85% de los que la padecen ni se enteran y a la que sobrevive el 99´8 % de los infectados le produce un canguelo felino -que le lleva a calificar esta gripe enmascarada de "plaga"- solo puede significar que pensar en términos estadísticos se le resiste, que sigue la corriente desde una pereza mental indigna de su vocación de "amante de la sabiduría" (tal es el significado etimológico de "filósofo") o, directamente, que chochea, extremos todos lamentables, aunque el último nos podría producir cierta comprensión si no fuera porque el donostiarra ya tiene cierta tradición de apoyar causas disparatadas de las que luego reniega, como su coqueteo con el mundo abertzale durante la Transición, en que pasó de una actitud comprensiva y afable con Batasuna, cuya legalización como partido apoyó con su firma, a plantar cara al etnicismo excluyente de los violentos con riesgo para su propia integridad. Un aval digno y valiente que ahora echa por tierra con su demagógica intransigencia: "los más bobos invocan su libertad para negarse, como si ser libre consistiese en rechazar las normas racionales y pasar los semáforos en rojo". ¿Qué hay de racional en someterse a una tratamiento experimental no probado previamente en humanos, sin garantías, del que se desconocen los efectos a medio y largo plazo, prohibido por numerosos tratados de bioética, y cuyos fabricantes acumulan más condenas por fraude, soborno y falsedad que la camorra napolitana, aunque esta vez han conseguido la exoneración absoluta de toda responsabilidad penal por los daños que causan?

¿Da su probada inteligencia para contestar a esta cuestión, o con la descalificación y el insulto se le ha agotado la argumentación, señor filósofo?

No es el estilo de este bloguero descender al epíteto fácil y a la respuesta barriobajera. Es Vd., señor Savater, quien reniega de la cátedra y de la elegancia para conferir a sus palabras una rotundidad que compense el nulo andamiaje intelectual que revelan. Triste imagen de pensador dimisionario la que ha venido a encarnar en unos momentos en que tanta falta hace que quienes, como Vd., declaraban con la boca chica una impostada desconfianza hacia el estado, demuestren coherencia en vez de plegarse a los abusos, ilegalidades y maneras dictatoriales de un gobierno tan entregado al autoritarismo. No le voy a llamar "bobo" ni nada similar, pero su indignidad le hermana con la del complaciente Heidegger, y bastante deshonra es que Vd., que se tiene por "filósofo de compañía", haga gala de una tan reprobable.

Charles Bukowski sentenció, con su extraordinario sentido de la ironía, que "un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado, mientras que un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple". Peor que complicar lo sencillo es retorcerlo, y no otra cosa presenta el artículo con el que ensucia la palabra "libertad" de un modo tan demagógico. Deje de temer al virus -ése cuya existencia el gobierno ha tenido que reconocer que jamás constó-, pregunte a su coterránea Ainoha Arteta por toda la salud que el pinchazo le ha aportado, quite de su idea de "plaga" las cifras que resultan de unos test PCR insuficientes para diagnosticar nada, entérese de cómo las sedaciones y la iatrogenia han hinchado la cifra de muertes atribuidas al virus fantasma, documéntese en fuentes oficiales y confiables acerca de las cifras de muertos y lesionados que la inyección que defiende ha causado y luego planteese la mentecatez en que ha incurrido.


El "sabio" ha dicho que si no quieres salir en las esquelas es que eres bobo. 
Lo inteligente, según él, es renunciar a tu salud, tu libre albedrío y tu instin-
to de conservación. ¿Cómo lo explica? ... No lo explica. ¿Estaría sobrio?

Ignoro si el panfletario juntaletras que en otro tiempo fungió como ilustre pensador llegará a leer estas líneas. Ojalá fuera así, pues la segunda persona en que le he escrito quedaría justificada y cabría quizá incluso pensar en la réplica. Mal la tiene, dada la desinformación de que ha hecho gala, pero tal vez quepa la sorpresa. Solo puedo lamentar el ingreso del otrora defensor de la libertad individual en la secta covidiana, y esperar que acabe por sumar una nueva rectificación a las que jalonan su trayectoria.

Imagino que no le costará identificar al autor de una sentencia tan brillante como la que afirma que “La ética se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir”. "Pasar los semáforos en rojo", penoso símil que propone para descalificar justamente a los prudentes no da contenido al concepto de "libertad", pero si al de sentido común si permaneciendo en la acera corre uno peligro de ser aplastado por una apisonadora. Y no me diga que el contraejemplo es retorcido, porque retorcido planteó usted el original, y porque los tiempos que vivimos son tan poco normales como la circulación de una apisonadora sin control por la acera.

Piénselo, sr. Savater, que se supone que pensar es lo suyo. Y no pretenda forzarnos a tomar veneno, ni con "vacunas" ni con fugu.

(posesodegerasa)

No hay comentarios:

Publicar un comentario