sábado, 25 de septiembre de 2021

NO HAY PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DEL "SARS-COV-2"



El relato que la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace en su propia web del inicio de la supuesta pandemia evidencia que en cuanto aparecieron en la ciudad de Wuhan unas decenas de personas con infecciones respiratorias infirieron sin apenas indagar nada que la causa tenía que estar en un «nuevo virus» que se pusieron a buscar de inmediato. Y a las pruebas nos remitimos.

En su Informe de Situación nº 1 -de fecha 21 de enero de 2020- se dice que “el 31 de diciembre de 2019 la oficina de la OMS de China fue informada de casos de neumonía de etiología desconocida detectados en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China”, añadiéndose más adelante: ”Entre el 31 de diciembre de 2019 y el 3 de enero de 2020 las autoridades nacionales de China informaron a la OMS de 44 casos de pacientes con neumonía de etiología desconocida. Durante ese período no se identificó el agente causal”.

Lo llamativo es que un día antes de que se informara a la OMS de los casos de esa “nueva enfermedad” ya se habían recogido muestras para buscar virus con la técnica RT-PCR (por las siglas en inglés de Reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa). Así lo recoge en su página 4 el Informe de la Misión Conjunta OMS-China sobre la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-2019) elaborado entre el 16 y 24 de febrero de 2020 en el que se afirma: “El 30 de diciembre de 2019 se recogieron tres muestras de lavado broncoalveolar de un paciente con neumonía de etiología desconocida en el Hospital Jinyintan de Wuhan. Las pruebas de RT-PCR de las muestras dieron positivo al linaje pan-betacoronavirus 2B y utilizando secuenciación por nanoporos e Illumina se consiguió el genoma completo del virus” .

Ahora bien, “pan-coronavirus” es una denominación que abarca a todos los coronavirus, y la secuenciación por nanoporos -método desarrollado primero por la empresa Illumina y luego en otra versión por Oxford Nanopore Technologies- es un método para determinar el orden en el que los nucleótidos se organizan en una hebra de ADN pero no permite distinguir -ni por tanto demostrar- si el material secuenciado pertenece realmente a un virus o proviene de células. Debe saberse que el Informe de Situación nº 1 antes citado dice que “las autoridades chinas identificaron un nuevo tipo de coronavirus el 12 de enero de 2020 tras aislarlo el 7 de enero», y luego que «China compartió la secuencia genética del nuevo coronavirus a fin de que los países pudieran usarla para desarrollar kits de diagnóstico específicos”.

Y eso quiere decir que los kits de diagnóstico que se utilizaron entonces en todo el mundo se basaron en esa secuencia. Pues bien, para conseguir la secuencia genética de un virus es imprescindible llevar a cabo una operación que en Virología se denomina simplemente “aislamiento” y exige primero encontrar el virus y luego aislarlo, es decir, separarlo de todo material celular adyacente para poder analizarlo. ¿Y quién realizó el aislamiento del «nuevo» coronavirus? Porque hemos buscado en Internet y solo aparece un artículo publicado el 24 de enero en New England Journal of Medicine titulado "A novel coronavirus from patients with neumonía in China, 2019" (Nuevo coronavirus en pacientes con neumonía en China, 2019) cuyos autores -encabezados por el doctor Na Zhu- pertenecen a un denominado Equipo de Investigación del Nuevo Coronavirus de China que en su mayoría pertenecen a los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos -los CDC por su siglas en inglés- de China.

¿POR QUÉ ES TAN RELEVANTE EL AISLAMIENTO DE UN VIRUS?

Nuestro siguiente paso fue consultar con alguien muy cualificado para revisar un artículo que pretende describir el aislamiento de un virus: el doctor Stefan Lanka, virólogo y descubridor en los años noventa del Ectocarpus Siliculosus Virus. Sabe bien cómo se aísla realmente un virus -que no es nada fácil- pues lo hizo junto con su equipo y según nos ha explicado ello exige como mínimo:

1) Presentar cuatro micrografías del virus -imágenes obtenidas con microscopio electrónico- que deben hacerse durante el proceso de aislamiento y secuenciación: una del virus en el interior de las células, otra del virus aislado -es decir, sin partículas celulares o «partículas semejantes a virus» (así se llaman)-, una tercera de las proteínas de la envoltura y una cuarta del ácido nucleico del virus.

2) Secuenciar las proteínas y el ácido nucleico para caracterizarlos y evitar así confusiones con otras proteínas u ácidos nucleicos similares.

3) Llevar a cabo múltiples ensayos de control realizando las mismas operaciones y en las mismas condiciones con tejidos no infectados a fin de comprobar que en sus micrografías no aparece nada similar a las de los tejidos infectados.

4) Publicar en una revista científica la descripción exacta de los experimentos realizados y los resultados obtenidos de forma que otros equipos puedan revisarlos, duplicarlos y verificar que son correctos. En el caso del Dr. Lanka su descubrimiento y la descripción de los procedimientos se publicaron en las revistas Virology y Botanica Acta.

Pues bien, según el doctor Lanka el artículo del equipo liderado por el doctor Zhu no cumple las reglas antedichas, no describe el aislamiento del presunto coronavirus nuevo y al haber partículas celulares humanas que no se distinguen de los virus -lo que los virólogos de todo el mundo saben- y virus denominados “endógenos” porque forman parte de nuestro genoma no puede concluirse que el supuesto coronavirus chino se haya aislado y secuenciado. Hablamos de partículas celulares que pueden aparecer en cualquier cultivo celular al manipularse, cambiar la temperatura o debido a la presencia de determinados productos químicos, entre otras posibilidades. Luego no pueden afirmar que hayan secuenciado el genoma de un virus.

El doctor Lanka piensa que al haber encontrado efectos citopáticos -daños en las células del cultivo- supusieron -sin prueba alguna- que debía haber algún virus atacándolas y en lugar de aislarlo para poder secuenciarlo optaron por usar la llamada RT-PCR (por las siglas en inglés de Reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa). Porque el trabajo científico que debería describirlo en detalle no se ha publicado.

¿QUÉ ES LA RT-PCR?


La PCR o Reacción en cadena de la polimerasa es una técnica que inventó el doctor en Química Kary Mullis- quien recibió el Premio Nobel en 1993 por ello- y permite multiplicar ADN (material genético), lo que marcó un hito en el campo de la biología molecular. En síntesis se trata de una sofisticada técnica que detecta secuencias de información genética con una condición previa inexcusable: para detectar una determinada secuencia se debe conocer previamente. Y eso significa que si se quiere detectar la secuencia genética de un virus éste debe haber sido previamente aislado. En cuanto a la RT-PCR es un tipo de PCR que se utiliza cuando queremos amplificar ARN -como en el caso de los coronavirus- y que incluye un paso previo consistente en transcribir el ARN a ADN mediante una enzima llamada Transcriptasa Inversa (RT).

En suma, si el «coronavirus chino» no se ha aislado -y el trabajo que lo demuestra no aparece por ningún lado- no puede haberse secuenciado su genoma. Y si no se ha aislado y secuenciado es imposible obtener un trozo de su ARN. Es más, tal fragmento debe ser exclusivo de este nuevo coronavirus y no aparecer en ningún otro coronavirus ya conocido así que, ¿puede explicarnos alguien quién, cómo, cuándo y dónde se han comparado los ARN de todos los coronavirus que se dice existen para asegurarse de que los trozos que se han usado para detectar con la RT-PCR el presunto SARS-CoV-2 son exclusivos?

Pues bien, NADIE RESPONDE A UNA PREGUNTA TAN BÁSICA.

¿VIRUS REALES O VIRTUALES?

El 28 de enero de 2020 un grupo de científicos australianos anunció que había conseguido “recrear” el virus fuera de China. ¿Y eso que significa? Pues lo ignoramos pero no parece que se trate de un virus real. La BBC dio así la noticia: “Científicos de Australia se han convertido en los primeros en recrear el nuevo coronavirus fuera de China (…) También los científicos de China han recreado el virus y compartido su genoma, pero no el virus mismo”.

¿Qué quisieron decir con eso? ¿Que el virus «encontrado» por el equipo de Na Zhu también es una «recreación”? Porque en tal caso estaríamos ante un puro ejercicio de biología virtual, de locura hiper-tecnológica en la que quienes la perpetran parecen confiar a ciegas.

Casi mes y medio después -el 8 de marzo- otro equipo de científicos chinos aseveraría haber conseguido las primeras imágenes reales del nuevo coronavirus. ¿Y entonces? ¿Qué pasa con las imágenes anteriores que habían difundido los medios de comunicación de todo el mundo? ¿Es que no eran reales sino virtuales? Luego, para enmarañar aún más el asunto, el profesor Liu Chuang -que encabezó el equipo del nuevo trabajo- declararía en el Daily Mail que “el aspecto del virus es exactamente el mismo que tendría en la naturaleza”. Inaudito, porque eso indica que las imágenes no son del virus sino de algo que se le parece mucho y por tanto se trata de otra simulación.


Decidimos leer el estudio del profesor Chuang. Se titula "Viral Architecture of SARS-CoV-2 with Post-Fusion Spike Revealed by Cryo-EM" (Arquitectura viral del SARS-CoV-2 con protuberancias post-fusión revelada mediante Cryo-EM), se publicó el 5 de marzo en bioRxiv y en él puede leerse lo siguiente: “Todas las proteínas mencionadas antes son ingeniería de laboratorio mediante sistemas de expresión recombinantes y no virus reales y, por tanto, nos falta todavía la estructura completa del virión”. No se puede decir más claro: no son imágenes reales del nuevo coronavirus.

Cabe añadir que aunque los medios de comunicación españoles dieron la noticia del hallazgo de la secuencia del «nuevo coronavirus» el 11 de enero hablando del “genoma del virus” en Sciencela noticia se titulaba Chinese researchers reveal draft genome of virus implicated in Wuhan neumonía outbreak y «draft genome» significa “borrador del genoma”; luego no se trata del genoma mismo. Sin comentarios.

¿QUÉ DETECTA LA PCR?


Ante tal tesitura la siguiente pregunta era obvia: ¿qué detectó entonces el equipo del doctor Zhu? Y para buscar respuesta nos pusimos en contacto con la conocida biofísica Eleni Papadopulos-Eleopulos quien junto al profesor de Patología Valendar Turner y su equipo de médicos y científicos del Hospital Royal Perth de Australia ha realizado en los últimos 30 años el trabajo más extenso y riguroso de revisión que existe sobre el aislamiento de los retrovirus, supuesto VIH incluido. Pues bien, tras intercambiar numerosos correos electrónicos y proporcionarnos abundantes datos y referencias su conclusión es que aunque el equipo del doctor Zhu afirma en el Abstract (resumen) de su artículo que usaron células epiteliales de las vías respiratorias humanas para aislar el nuevo coronavirus “no hay evidencia alguna en ese documento que apoye esa afirmación”. Y añadió: “No hay siquiera indicios de que las supuestas partículas virales se hayan purificado y eso significa que no se ha comprobado el origen viral del ARN. Hay muchos ARN y tipos de ARN diferentes en las células y este ARN ‘novedoso’ podría ser simplemente el resultado de la edición del ARN de la persona enferma”.

Debemos explicar al lector neófito en estos temas que la Nueva Biología lleva ya décadas cuestionando la genética mecanicista que aún impera en los medios académicos oficiales y en las aplicaciones controvertidas de la industria; como por ejemplo la mal llamada «ingeniería genética» y los productos procedentes de organismos modificados genéticamente. Pues bien, como parte de esa nueva visión dinámica que contempla el genoma de los seres vivos como algo plástico y cambiante en función de las influencias del medio ambiente -tanto celular como del medio interno del cuerpo y del externo- en los años ochenta se descubrió lo que dio en llamarse “edición de ARN”, un proceso natural mediante el cual la propia célula es capaz de cambiar, corregir, adaptar o modificar la estructura de su ARN por mor de las influencias externas. Así nos lo explicó Eleni Papadopulos: “En la actualidad aún se cree oficialmente que el ARN de una célula es invariable pero no es así. En la década de los ochenta se descubrió la edición de ARN, un proceso que cambia las secuencias de nucléotidos de una molécula de ARN de la plantilla de ADN que la codifica. La evidencia publicada más recientemente muestra que la edición de ARN tiene un papel importante en muchos fenómenos celulares y biológicos y puede ser inducida por estrés químico”.


Luego nos comentaría algo importante y es que el propio doctor Na Zhu reconoce en su artículo lo siguiente: “Nuestro estudio no cumple los postulados de Koch”. Y según Papadopulos “no los cumple porque todavía no han hecho el trabajo”. Y añadió: “Dado que ni siquiera han cumplido el postulado número 2 obteniendo un cultivo puro del virus, ¿para qué molestarse con el resto?”. Según la biofísica australiana “la necesidad de purificar partículas virales es tan simple que hasta un niño lo entendería pero seducidos por la tecnología de la biología molecular los virólogos han abandonado sus raíces y se han convertido en químicos”.

LOS PROTOCOLOS PARA EL DIAGNÓSTICO

Es necesario que insistamos: en la ya numerosa literatura científica sobre el supuesto nuevo coronavirus no existe prueba alguna de que el denominado SARS-CoV-2 haya sido aislado. Obviamente en la revista vamos a seguir insistiendo ante todos los organismos posibles -oficiales y privados- para que se nos den respuestas a nuestras preguntas pero es evidente que a día de hoy o no quieren responder porque ocultan algo o sencillamente no las tienen. Son especialmente opacos cuando se les pregunta cómo confirman tantos «positivos» cuando no hay un solo test diagnóstico fiable. Es verdad que la OMS habla en su web de ocho protocolos de diagnóstico y confirmación de casos, pero es que …

… en el de los CDC chinos (24 de enero) no se aporta referencia alguna.

… en el del Hospital Charité de Berlín (17 de enero) se limitan a citar “las secuencias de GISAID”, web profesional en la que se están incluyendo las diferentes secuencias que van aportándose pero lo que no se dice es que según el neumólogo Wong Chen este protocolo da lugar a un 50-70% de falsos positivos.

… en el de la Universidad de Hong Kong (23 de enero) tampoco se aporta ninguna referencia.

… en el del Ministerio de Salud Pública de Tailandia (28 de enero) tampoco hay referencia alguna.

… en el del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Japón (24 de enero) no hay tampoco referencias.

… en el de los CDC estadounidenses (28 de enero) tampoco se incluyen referencias y además ya se advierte que el test no ha sido validado por expertos externos.

… en el del Departamento de Salud estadounidense (28 de enero) se limitan a remitirse a los CDC. Y,

… en el del Instituto Pasteur de París (2 de marzo) se remiten al Hospital Charité y es el único que aporta una referencia que vamos a comentar a continuación.

Es importante añadir que cada uno de estos protocolos utiliza iniciadores diferentes para así buscar fragmentos diferentes del genoma. Se habla de iniciadores de 20 letras genéticas para detectar fragmentos de 100, excepto el de Japón que indica que las “secuencias esperadas” (las que esperan encontrar) están en torno a las 400-500 letras. En suma, se están usando test distintos y los resultados pueden ser pues diferentes. Sepa el lector que oficialmente se considera hoy -tras múltiples cambios- que el genoma del SARS-CoV-2 tiene 29.903 letras. Así que, ¿cómo es posible decir que los test detectan ese genoma por haber localizado una cantidad tan pequeña de letras cuando además son diferentes en cada uno y su especificidad no se ha establecido?

LOS RESPONSABLES DE LOS PROTOCOLOS DE DIAGNÓSTICO NO CONTESTAN

Nuestra redacción ha contactado con los responsables de la mayoría de estos protocolos y con personal de la propia OMS para solicitar las referencias correspondientes y son muy pocas las respuestas que hemos recibido y todas decepcionantes. Responsables de relaciones con los medios de la OMS se limitaron a hacernos llegar el ya citado artículo del equipo chino del doctor Na Zhu y lo mismo hizo el profesor de la Universidad de Hong Kong Leo Poon, responsable del equipo que elaboró el protocolo de Hong Kong confirmando así que ese artículo es el que oficialmente se considera como el primer aislamiento del SARS-CoV-2. Pues bien, les pasamos la opinión contraria al respecto del doctor Lanka para que rebatieran sus opiniones ¡y ninguno respondió! Insistimos en varias ocasiones pero sin resultado. Pudimos entonces contactar con dos de los autores del equipo del doctor Na Zhu: el doctor George F. Gao -del Instituto para el Control y la Prevención de Enfermedades Virales– y el doctor Guizhen Wu -del Laboratorio de Bioseguridad de Pekín- y tampoco quisieron respondernos.


Paralelamente solicitamos referencias a los laboratorios Gilead y al Instituto Peter Doherty y de nuevo sin éxito. Nos pusimos asimismo en contacto con la empresa española PharmaMar para que nos hablara de su anunciado kit de detección del nuevo coronavirus y no respondieron a nuestras preguntas técnicas. Nos dirigimos entonces al Instituto Carlos III de Madrid ya que fue el responsable de aportar a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios el informe técnico favorable sobre él así como al Ministerio de Sanidad y se negaron igualmente a responder remitiéndonos simplemente ¡a la legislación española sobre aprobación de medicamentos! Y eso que el protocolo español de PharmaMar no consta en la web de la OMS.

En cuanto al artículo de referencia que se cita para avalar el test del Instituto Pasteur del que antes hablamos -y posiblemente del protocolo alemán- se titula Detection of 2019 novel coronavirus (2019-nCoV) by real-time RT-PCR (Detección del nuevo coronavirus de 2019 (2019-nCoV) mediante RT-PCR en tiempo real), se publicó en Eurosurveillance.

Pues bien, el propio título ya habla de “detección” y no de “aislamiento” y en la introducción se menciona una vez más la secuencia del equipo del doctor Na Zhu así como otras secuencias que “sugieren la presencia de un virus íntimamente relacionado con” los virus del SARS. El estudio añade posteriormente que “en ausencia de virus aislados disponibles o de especímenes originales de pacientes han diseñado y validado un sistema basándose en el parecido genético del coronavirus con el del SARS de 2003 con la ayuda de tecnología de ácidos nucleicos sintéticos”.

Es decir, nada que se parezca a la descripción de un aislamiento viral. Ni siquiera pretenden haberlo hecho. Todo indica que en realidad se trata de un diseño virtual –imaginario- basado en una técnica que lo único que hace es componer fragmentos de información genética de forma sintética. Nos hallamos pues una vez más ante pura ingeniería virtual de laboratorio que nada tiene que ver con la naturaleza. Y de hecho no lo ocultan porque sus autores reconocen al final que trabajaron con las secuencias que les aportó GISAID. Luego ellos tampoco han aislado y secuenciado el coronavirus chino.

Terminamos este apartado con una pregunta que sumamos a las muchas cuestiones que aún deben investigarse en este caso de características absolutamente novedosas: ¿por qué no se están haciendo pruebas serológicas para “confirmar casos” o “diagnosticar”? Los test de anticuerpos son más baratos, simples de realizar, rápidos y de uso habitual en el marco de las llamadas “enfermedades infecciosas”. ¿Cómo es que no se están haciendo para el nuevo coronavirus? La razón oficial según el documento SARS-CoV-2 y COVID19: características, diagnóstico, tratamiento y prevención firmado por M. De los Ángeles Calvo -del Consejo de Colegios Veterinarios de Cataluña- es ésta: “Las pruebas serológicas disponibles actualmente no son específicas para el SARS-CoV-2 pero sí para los coronavirus”. Todo virólogo sabe que si se aísla un virus correctamente y se secuencian su genoma y proteínas pueden prepararse test de anticuerpos y test genéticos luego, ¿por qué en este caso no es así? ¿Es posible, como hemos apuntado, que estén trabajando con una secuencia genética que no han demostrado que pertenezca a un virus y es por eso que no han podido detectar o conocer sus supuestas proteínas? Dejamos aquí la pregunta y procuraremos investigar más a fondo para responderla.

CON LA PCR PUEDE HABER FALSOS POSITIVOS PERO JAMÁS FALSOS NEGATIVOS

Y por si este esperpento científico no fuera ya suficiente el 5 de marzo se publicó en el volumen 41 del nº 4 de Zhonghua Liu Xing Bing Xue Za Zhi un artículo titulado Potential False-positive Rate Among the `asymtomatic Infected Individuals´ in Close Contacts of COVID-19 Patients (Porcentajes potenciales de falsos positivos entre individuos infectados asintomáticos en contacto cercano con pacientes de COVID-19) y firmado por un equipo del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Pública de Salud de la Universidad de Xi’an Jiaotong encabezado por G. H. Zhuang. Hablamos de un trabajo en el que se reconoce que los test que se están utilizando dan entre un 47% y un 80,33% de falsos positivos.

Lo grotesco es que se nos dice que se trata de test “altamente específicos” y es falso. ¿Le parece inconcebible? Pues eche un vistazo a las instrucciones para operar con los kits de diagnóstico de los CDC y verá que en el apartado Pruebas de Control se dice que deben ejecutarse simultáneamente y que en los kits se incluyen controles de plantilla positivos (PTC) y controles negativos (NTC). Y luego, en el apartado Interpretación de los resultados del test, que los PTC (positivos) deben dar siempre positivo y si alguno diera negativo se debe repetir hasta que de positivo. Asimismo se indica que los NTC deben dar siempre negativo y si que sale positivo hay que repetirlo hasta que de negativo. Finalmente se pide no tener en cuenta los controles que no den los resultados esperados por mucho que se repitan; en pocas palabras, los kits no deben fallar nunca y si lo hacen se descartan. Eso es ciencia ecuánime y objetiva y lo demás zarandajas.

Es importante saber que la PCR no es un instrumento infalible; estamos en el terreno de la biología y no de las matemáticas y por tanto sujetos a muchas variables e imprevistos. Si una PCR resulta negativa no hay duda de que es negativa y de que en la muestra que estamos testando no está el fragmento de ADN que buscamos pero ¡atención!: si una PCR da positiva puede que el fragmento no esté tampoco. ¿Por qué? Si se busca un fragmento de ADN y se utiliza un iniciador con 20 letras genéticas podría darse el caso de que un fragmento que no es el que se busca pero contiene por ejemplo 17 de esas 20 letras se “pegue” al iniciador de la PCR debido a que los enlaces electromagnéticos de la escalera de ADN así lo permiten en ciertas condiciones. Y entonces tendríamos un falso positivo. Lo grave y alarmante es que en gran medida, a la hora de diseñar los tests y dar las instrucciones para su utilización, se pueden forzar las condiciones de temperatura, concentración, etc. en las que dos fragmentos que no son iguales se “peguen” y den positivo -o no -favoreciendo así la manipulación para tener más o menos diagnósticos o “casos confirmados”.

En suma, si una PCR da negativa no hay duda de que es negativa pero a pesar de ello se está hablando de “falsos negativos”. ¿Cómo es posible? Pues sencillamente porque se considera que una persona que tiene síntomas debe dar siempre positivo ya que se atribuyen los síntomas al nuevo coronavirus y, por tanto, desde esa óptica una persona con síntomas que da negativo es un “falso negativo” cuando lo que en realidad demuestra ese resultado no es que la PCR falla sino que los síntomas tienen otra causa.

Nuestra pregunta final es obvia: después de saber todo esto ¿alguien se cree en serio las cifras de afectados y muertos por coronavirus? Pues con estos mimbres la OMS -seguramente con presiones que debemos aún investigar- ha declarado una pandemia que ha llevado a muchos países –entre ellos España- a crear auténtico pánico social y a generar una gigantesca crisis económica y sanitaria con medidas extraordinarias que incluyen la violación de derechos y libertades fundamentales, la reclusión en casa de centenares de millones de personas, una enorme medicación química innecesaria y la propuesta de buscar fármacos y vacunas para combatir un coronavirus cuya existencia no está demostrada y que en caso de que realmente existiera no parece tener la virulencia que se le achaca porque las cifras que se manejan no tienen la más mínima credibilidad. Consideramos pues que es urgente poner en marcha otras vías de investigación.

Robert J. Williams

Anexo 1

La contaminación en Wuhan de la que nadie habla


En el artículo ¿Qué se esconde detrás del coronavirus? publicado en el número anterior de la revista hablamos de los problemas de salud de la población de Wuhan que se están atribuyendo al nuevo coronavirus obviando que se utilizó a sus habitantes como cobayas humanas para valorar los efectos negativos de la tecnología 5G y la brutal contaminación ambiental que sufre desde hace años la zona afectando ello al sistema inmune de sus moradores. Pues bien, mientras preparábamos este artículo nos encontramos un texto que se publicó en noviembre de 2005 en la prestigiosa revista The Lancet (nº 9499, volumen 366) firmado por Jonathan Watts y titulado China: the air pollution capital of the world (China: capital mundial del aire contaminado). Se trata de un artículo que comienza así: “En China se atribuyen más de 400.000 muertes prematuras al año a los niveles de contaminación del aire”. Y añade luego: “Según la Agencia Espacial Europea Pekín y sus provincias vecinas del noreste de China tienen los peores niveles de dióxido de nitrógeno del mundo lo que puede causar daños fatales en los pulmones (…) En un seminario reciente Zhang Lijun, subdirector de la agencia de protección ambiental, dijo que los niveles de contaminación podrían cuadruplicarse en 15 años a menos que el país frene el aumento del consumo de energía y el uso de automóviles». Bueno, pues 15 años después las muertes se deben ya solo al nuevo coronavirus. 

Anexo 2

Cómo funciona la PCR


Explicamos en detalle cómo funciona esta técnica ya que nos parece crucial conocer su fundamento científico y su funcionamiento para comprender lo que está ocurriendo con los diagnósticos y las cifras de “casos” o de “muertes” por el nuevo coronavirus.

- Desde un punto de vista químico el ADN o ácido desoxirribonucleico es un polímero (una molécula compleja y de gran tamaño) formada por nucleótidos cada uno de los cuales está a su vez formado por un glúcido (la desoxirribosa), una base nitrogenada -que puede ser adenina (A), timina (T), citosina (C) o guanina (G)- y un grupo fosfato (derivado del ácido fosfórico). Y lo que distingue a un nucleótido de otro es la base nitrogenada y de ahí que la secuencia del ADN se especifique nombrando solo la secuencia de sus bases, es decir, las letras que las representan: A, T, G y C.

- Estas “letras genéticas” solo pueden combinarse complementándose de dos en dos: A con T y C con G de tal modo que una A solo puede unirse con una T -y viceversa- y una C solo puede unirse a una G -y viceversa-. Así que si una hebra se compone por ejemplo de la secuencia AATCCG y se une con otra hebra complementaria ésta será necesariamente TTAGGC.

- Lo que hace la PCR es utilizar estas propiedades del ADN -y su capacidad para duplicarse de manera exacta cumpliendo estas reglas de complementariedad- para localizar primero y multiplicar después (para estudiarlos mejor) fragmentos de ADN que tienen que ser previamente conocidos. O bien, como en este caso, fragmentos de ARN (ya que se dice que los coronavirus son virus de ARN) que previamente hay que transcribir a ADN. En el primer caso se utiliza la PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) convencional y en el segundo la RT-PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa con Transcriptasa Inversa). Ambos términos “polimerasa” y “transcriptasa inversa” designan la enzima que se encarga de realizar las operaciones bioquímicas necesarias de unión electromagnética de los elementos del ADN (la polimerasa) o de transcripción de ARN a ADN (la transcriptasa inversa).

- Para realizar la búsqueda de esos fragmentos -que no pueden ser muy largos; como máximo unas mil letras genéticas- se utilizan los llamados “iniciadores” (también denominados “starters”, “primers”, “cebadores” o “moléculas de arranque”) que actualmente suelen tener en torno a 20 letras genéticas que deben ser específicas, es decir, deben ser complementarias de una parte de la secuencia que queremos localizar y amplificar para que se unan y comience a duplicarse. ¿Cómo sucede esta duplicación? Se toma una muestra -en este caso de frotis nasofaríngeos y orofaríngeos, lavados nasofaríngeos o broncoalveolares, aspirados traqueases, esputos y suero- se coloca en la PCR y se calienta para separar las dos hebras del ADN; se añaden letras genéticas y la polimerasa resistente al calor comienza a trabajar: si los iniciadores no se pegan a los trozos de ADN que hay en la muestra, la PCR no arranca y se dirá que “el resultado es negativo” y “la persona no está infectada”, mientras que si los iniciadores se pegan, la PCR arrancará y se dirá que “el resultado es positivo” y “la persona está infectada”.


Originalmente, el propósito de la PCR era repetir esta operación de copia muchas veces hasta obtener millones de copias que consiguen que un fragmento que antes era imposible de detectar, una vez multiplicado se detecte y pueda así analizarse (véase la ilustración). Sin embargo, en el caso del uso de la PCR como herramienta de diagnóstico, lo que cuenta es si la PCR arranca o no, interpretándose lo primero como test positivo y lo segundo como negativo.

(Fuente: https://www.dsalud.com/)

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