jueves, 19 de enero de 2023
LOS RESPONSABLES DE LA FALSA PANDEMIA DEBEN SER JUZGADOS
A día de hoy hay pruebas irrefutables de que el Covid-19 no provocó ninguna pandemia ni tuvo una alta incidencia de mortalidad. Todo fue un engendro para llevar a la humanidad a un estado de shock, arrebatarle los pocos derechos y libertades que aún le quedan y, por supuesto, inocular a toda la población una “vacuna” (cuasi obligatoria), objetivo final de todo este circo.
Y es que las “vacunas” Covid han sido un engaño superlativo. Eso por no hablar de las trágicas consecuencias que cientos de miles -o millones- de personas están padeciendo y el exceso de mortalidad que están causando.
Evidentemente, todo aquel que no sea un tonto a las tres ya se habrá dado cuenta de que toda la parafernalia covidiana estuvo basada en mentira tras mentira: los confinamientos y todo tipo de restricciones no funcionaron, las “vacunas” no inmunizaron ni evitaron la propagación de la enfermedad y las mascarillas no ofrecieron absolutamente ninguna protección.
Entonces, ¿podríamos decir que todas esas medidas no sirvieron de nada? Bueno, eso de que no sirvieron de nada no es exactamente así. Naturalmente, no valieron para librarnos de ningún supuesto virus volador, pero se usaron para dar un paso de gigante en la implementación de la Agenda 2030, el Gran Reinicio y, en definitiva, ese Nuevo Orden Mundial que tanto le gusta a la élite dominante.
Lo paradójico del caso es que, aunque cada día es más incuestionable el engaño, los promotores de este “sarao” siguen erre que erre con su agenda de “vacunación”, queriendo ahora inocular simultáneamente la cuarta dosis de refuerzo de la “vacuna” del Covid más la de la gripe. Sin embargo, salvo algunos ancianos acojonados y otros desinformados, la gente no está acudiendo a los “vacunódromos” masivamente como sí lo hizo durante la falsa pandemia.
Esta negativa mayoritaria a someterse de nuevo al pinchazo ha irritado tremendamente a la OMS. Tal ha sido su cabreo, que a twitteado un vídeo donde llama a los “antivacunas” asesinos, terroristas y otras lindezas, diciendo que el activismo contra las vacunas es de extrema derecha y una agresión contra la ciencia. Lo que insinúa la OMS, en otras palabras, es que una persona no vacunada es responsable de la muerte de otras personas que, paradójicamente, sí lo están. ¡Alucinante!
La verdad es que hay que ser subnormal profundo para creer que si las “vacunas” funcionan, ¿cómo pueden los no vacunados ser una amenaza para los vacunados? El mero hecho de que las personas vacunadas son las que están contrayendo el Covid, un día sí y al otro también, y subiendo el porcentaje por encima de lo habitual de enfermedades como miocarditis, arritmias, ictus, cánceres y muertes súbitas, demuestra que las “vacunas” no funcionan para inmunizarnos del Covid, pero probablemente estén haciendo muy bien su trabajo de la manera esperada.
¿Y qué decir del patético uso de mascarillas? En España todavía es obligatoria la mascarilla en hospitales, farmacias, clínicas dentales, centros psicotécnicos, ópticas, aviones, trenes, autobuses y algunos sitios más que no recuerdo en estos momentos.
¿No te has preguntado por qué se han elegido esos sitios y no otros con aforos mucho más elevados como pabellones deportivos o discotecas? Pues por la sencilla razón de que acudir al hospital, coger el autobús, renovar el carnet de conducir o viajar en avión son de vital importancia para nuestra vida cotidiana y no así entrar en una discoteca o un pabellón deportivo. Por lo tanto, es fácil deducir que el único fin de la mascarilla es psicológico, para que no olvidemos que la amenaza "sigue ahí". Así, el día que les dé la gana volverán a imponerla y la gente se someterá sin la más mínima objeción, pues nunca ha perdido el contacto con ella.
Por otra parte, está suficientemente probado que las mascarillas no han protegido nunca de nada (no hay ningún estudio en el mundo que lo demuestre). Además, ocasionan graves problemas cuando se usan en periodos prolongados de tiempo, puesto que son un foco de infección de primer nivel. Dado que la gente las utiliza una y otra vez (poniéndosela y quitándosela al entrar y salir de una farmacia, un hospital o un autobús y guardándosela en el bolsillo tantas veces al día como sea necesario) son una temeridad, ya que en una mascarilla húmeda de nuestro propio aliento las bacterias crecen y se multiplican generando estafilococos, estreptococos y hongos de todo tipo, como puedes observar en la siguiente imagen:
Bien es verdad que ponerte una mascarilla 5 ó 20 minutos de vez en cuando no es demasiada molestia. Ahora bien, los conductores de autobuses, médicos, enfermeras, tripulación de los aviones, etc. la llevan desde hace 3 años 8 horas al día. ¿Qué les pasa? ¿Es que piensan estar con ella toda la vida? ¿No les chirría ver que en el Mundial de Fútbol de Qatar miles de personas de todas las partes del mundo, apiñadas en los estadios sin mascarillas, no eran una amenaza y, sin embargo, 3 personas en una farmacia o en una óptica sí? ¿Por qué no reivindican el mismo derecho a respirar que el resto? Si lo tienen muy fácil: simplemente con negarse a trabajar mientras no desaparezca la mascarilla sería suficiente. Lo verdaderamente indignante es que todas esas aberraciones hayan quedado impunes. La catástrofe producida, precisamente, por todas esas medidas (confinamientos, uso obligatorio de mascarillas, toques de queda, “vacunas”, etc.) está siendo silenciada para evitar responsabilidades: no es de recibo que habiéndose declarado ilegales los dos estados de alarma, por parte del tribunal constitucional, donde se promulgaron todos esos absurdos Decretos Ley no haya tenido consecuencias.
¿A qué estamos esperando para pedir responsabilidades? Porque si seguimos con nuestra pasividad, y no actuamos, esto no va a acabar nunca. Y no es una afirmación gratuita.
Otra vez, como cada invierno desde hace tres años, el relato del miedo ha vuelto a irrumpir en nuestras vidas cual elefante en cacharrería. De nuevo una amenaza proveniente, como no, de China se cierne sobre nuestras cabezas. Nos dicen que, como consecuencia de que China ha puesto fin a su política de “cero Covid”, cientos de millones de chinos están dando "positivo" en las pruebas PCR. De momento, todo aquel pasajero procedente de China tendrá que presentar una PCR negativa y mostrar su carnet de vacunación tanto en EEUU como en la UE, pero mucho me temo que será extensible al resto de ciudadanos del mundo no tardando mucho.
¿De verdad vamos a volver a las andadas? ¡Despierta! ¿No ves que esta gente no va a parar mientras no vea su culo amenazado? Hay que decirles que esta vez NO vamos a permitírselo, que serán juzgados y les exigiremos responsabilidades. Porque teniendo en cuenta los graves problemas ocasionados por las vacunas y la tenaz determinación, por parte del complot político-farmacéutico, de seguir engañando a la gente, se ha vuelto escandalosamente urgente la necesidad de un juicio sumarísimo.
¡Basta ya de tomaduras de pelo! No volvamos a obedecer ninguna de sus gilipolleces. Podemos empezar por negarnos a utilizar la mascarilla en todos esos sitios donde es obligatoria, por no permitir que nos hagan más estúpidas pruebas PCR, por ignorar el pase sanitario y, por supuesto, no más dosis de refuerzo. Tengamos coraje y hagámoslo. No hay que tener miedo. No nos va a pasar nada, porque no estamos cometiendo ningún delito. Son ellos los que se han saltado toda la legislación nacional e internacional por el arco del triunfo.
Tenemos que desterrar para siempre todo tipo de tiranía (sanitaria, climática, financiera) para evitar que se establezca un estado policial mundial. Nada de “borrón y cuenta nueva”. Tienen que rodar cabezas. Esta gente no se puede ir de rositas y ha de pagar por lo que ha hecho, de lo contrario seguirán haciéndolo.
Cualquiera con dos dedos de frente se habrá dado cuenta de que nunca debimos consentir los abusos de estos tres últimos años. Si han hecho esto por la amenaza de un presunto virus, imagínate lo que harán para salvar el planeta del cambio climático.
Estamos asistiendo en riguroso directo a un genocidio y a una remodelación total del orden económico y geopolítico mundial. Lamentablemente, la mayoría de la población no es consciente de lo que está sucediendo. Y es que a pesar de que está viendo como sus compañeros de trabajo, amigos y familiares están siendo víctimas de las terribles consecuencias de las “vacunas” y experimentando en sus propias carnes la ruina económica provocada por el gobierno de turno, se niega a reconocerlo.
Todos esos cobardes que prefirieron seguir siendo golpeados antes que levantarse contra sus agresores son los culpables de esta situación. Ellos son los que tienen que reaccionar y alzar la voz. Si ellos no lo hacen no conseguiremos nada, porque, por desgracia, dependemos de esa inmensa mayoría.
(Visto en http://pepeluengo.blogspot.com/)
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