martes, 22 de diciembre de 2020

¿ES ESPAÑA UNA DEMOCRACIA?





Introducción

Muy buenas. Hace ya algunos días que publiqué un audio sobre este tema titulado "Las Reglas del Juego", haciendo referencia al juego político, y últimamente había tomado por costumbre escribir una entrada en el blog para cada episodio de Reality Cracking, aunque en esta ocasión me limité a copiar la descripción. Y tenía pendiente un tratamiento más serio del tema. Porque uno de los defectos de mis audios es que suelo improvisarlos partiendo de una idea que tengo en la cabeza. A veces hago una lista con las cosas que preveo mencionar en el audio, pero eso es todo. Acepto que queda muy bien en la radio cuando la locución es perfecta y las ideas se presentan prístinas ante nuestros oídos, pero a mi no me gusta nada leerle al micrófono lo que dice en un papel. Quizá se deba a que, dado lo mal comunicador que soy, las veces que he hecho experimentos de ese tipo ha quedado muy poco natural.

En resumen, por unas cosas o por otras, suelo improvisar. La improvisación aporta frescura, pero sus resultados dependen de como le funcione a uno la cabeza. En mi caso funciona como una herida abierta en una arteria. Las ideas salen con fuerza, a borbotones, de forma no muy organizada. Y he de decir que admiro mucho a aquellos que son capaces de producir una narración organizada a la primera. Muy a mi pesar, mi mente es distinta. Así que he decidido intentar poner por escrito el núcleo de lo que dije en el podcast sobre la democracia. Solo será el núcleo para no aburrir.

Pero ¿cuál es el núcleo de lo que dije? Intentaré probar que no hay democracia en España. Le otorgo mucha importancia a esto porque aún después de escucharme muchos seguirán pensando que se me ha ido la olla y que verdaderamente el sistema de gobierno que tenemos es democrático. Para que se pueda hallar una cura, primero hay que reconocer la enfermedad. Y digo que lo voy a intentar, porque mis dotes oratorias y retóricas son muy limitadas debido a que mi formación fue eminentemente científica y no humanística. Así que vamos a ello. Antes de nada, gracias por su paciencia y buena voluntad.

Axiomas

Para poder demostrar lo que pretendemos sin extendernos demasiado, es preciso establecer ciertos axiomas o proposiciones que aceptaremos como auténticas sin previa demostración. Si usted elige no aceptarlas, sería muy enriquecedor que comentara abajo expresando sus reparos.

- Entendemos por democracia lo que entendían los griegos en tiempos de Solón.

- La democracia es una forma de gobierno en la que el poder reside en la totalidad de la ciudadanía.

- Un país es un territorio unido bajo un solo gobierno.

- Una nación es el país de nacimiento.

- El Pueblo es el conjunto de las habitantes de una nación.

Preámbulo

Antes de empezar me gustaría dejar claro que aunque soy parte interesada en la demostración al ser un ciudadano, no milito en ningún partido político ni tengo simpatía por ninguno de ellos. De joven me consideraba apolítico, pero más tarde revisé mis creencias y llegué a la conclusión de que afirmar que uno es apolítico es lo mismo que reconocer que uno es gilipollas. Por lo tanto dejé de hacerlo.

También he de señalar que escribir en este blog no me produce más beneficio que el de desahogarme o disfrutar del placer de escribir muy de vez en cuando. Ya que no pongo publicidad ni me financia nadie, ello redunda en mi independencia. Por otro lado, el lector no se hace a la idea del pedazo de barrizal que tengo que vadear para hablar de este tema. Prácticamente todos los términos que he mencionado en mis axiomas han sido alterados con el tiempo de su sentido original y por lo tanto ya nadie sabe lo que quieren decir con exactitud. Estado, política, nación, país, ciudadano, gobierno y un largo etcétera pertenecen a este grupo de palabras cuyo significado tiende a ser difuso cuanto menos. Y lo peor es que como las hemos escuchado y leído tantas veces pensamos que sabemos sus significados a la perfección. A quien piense esto le aconsejo una inmersión en aguas etimológicas.

Acepte el lector cuanto menos que este mío no es un ejercicio por puro interés, sino más bien por responsabilidad de quien se sabe ya derrotado de antemano en la empresa que inicia. Me propongo, pues, ser todo lo honesto que me permita mi precisión lingüistica; que no es mucho. Por último en este preámbulo declaro que ni soy jurista ni he estudiado ciencias políticas (si es que tal cosa existe) ni, por supuesto, soy estadista. Me declaro como un hombre entre otros muchos que componen el Pueblo. Además soy idealista, lo cual seguramente aparecerá como un pecado a los ojos de muchos. Soy pecador, pues.

Desarrollo

Antes de seguir conviene dudar si no hubiese sido mejor, antes de iniciar esta empresa, haber leído a Montesquieu, a Rousseau o a tantos otros filósofos ilustrados que influyeron en la revolución francesa y en las que vinieron después. Desde luego todo este jaleo de la democracia moderna surgió a partir de ahí. Por mucho que queramos mirarnos en el espejo de la democracia ateniense, aquello era solo el gobierno de una ciudad con unos pocos miles de ciudadanos con derecho a voto. De la república romana podemos decir otro tanto. En sus inicios era eminentemente aristocrática y el poder descansaba en manos de los patricios. Sucesivas revueltas forzaron algunos cambios y así nació El Senado y el Pueblo Romano. Los romanos lograron que las leyes fuesen aprobadas en las asambleas mientras que el propio senado quedaba relegado a ser un órgano méramente consultivo. Dirigía la política exterior y emitía decretos, pero no normas. De todas formas, se seguía tratando de la forma de gobierno de una ciudad y, aunque esta tuviese una gran influencia en el mundo, la democracia romana quedaba dentro de los límites de Roma. No se exportaba.

Quizá sea más conveniente no haber leído a esos filósofos. Cualesquiera que fuesen sus ideas, la revolución francesa terminó siendo una serie de componendas donde unos pocos se las apañaron para manejar a la mayoría. Las riendas del poder cambiaron de manos, pero eso no supuso apenas avance para la democracia; al menos si nos referimos a la democracia formal descrita arriba en los axiomas. Se ganaron libertades individuales, pero no libertad política. Puesto que medio mundo tiene una cultura descendiente de la de Roma, nuestros gobernantes no han dudado de adoptar términos romanos de su res publica. Así tenemos palabras como la misma república, senado, estado, plebiscito, comicios, política, cónsul, edil, censor y muchísimos más. En esto no fueron diferentes de los conquistadores aqueménidas que llegaron a Egipto y se erigieron en faraones. Esta era su forma de rodearse de la gloria pasada y tratar de aparecer al lado de los grandes héroes delante de su pueblo como si de uno de ellos se tratara. Es decir, un intento de legitimarse. Con esto no quiero decir que Montesquieu o cualquier otro tuvieran la culpa del resultado de la revolución francesa o que sus obras carezcan de valor. No es eso, sino que en un proceso constituyente el hecho de tener acceso a unas ideas elevadas y bien fundamentadas por las mejores mentes no es garantía suficiente para que se lleve a buen término. Todo depende de los hombres que tengan el poder y por norma general el que ostenta el poder no quiere dejar de hacerlo. Por tanto, en ausencia de tales fuentes me basaré en ideas sencillas (aunque en el transfondo, forzosamente, estará omnipresente Montesquieu).

Habiendo entonces desechado toda ideología formal que confluyó durante la revolución francesa, habrá muchos que verán una falta en mi razonamiento. Mayormente me echarán en cara el éxito de la república estadounidense como un logro de dichas ideas. Pues bien, es mi creencia que el estadounidense es el modo de gobierno más aventajado del mundo actual, mas considero que gran parte de la culpa de que tal gobierno exista se debe también en buena medida a la fortuna. Porque coinicidieron el ideario adecuado con los hombres adecuados. De nuevo diré que no es que reniegue de Montesquieu ni de los demás, sino que sus ideas no se van a usar aquí (al menos conscientemente).

Vayamos ya al tema de la democracia. Por mucho que este vocablo se haya utilizado para definir muy distintos tipos de gobierno en el mundo y que hoy día prácticamente todos los paises afirmen ser muy democráticos, vamos a empezar poniendo coto a todas esas aspiraciones estableciendo claramente los límites reales que debe tener el término democracia para que pueda retomar el antiguo y verdadero significado de "la fuerza del Pueblo": Un país es democrático únicamente si su Pueblo es soberano. Y un Pueblo es soberano solo cuando puede decidir sobre las leyes que le atañen. Más adelante se demostrará que el hecho de concurrir a elecciones periódicamente no basta para convertir una forma de gobierno como democracia.


Hagamos un inciso aquí para ver si de alguna manera el régimen en España es una democracia aún descartando mis axiomas. Para ello voy a tomar las cuatro definiciones que aparecen en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y ver si de alguna manera coinciden con lo que tenemos.

1. Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes.

Para que una democracia pueda ser considerada directa debe existir un mecanismo por el cual los ciudadanos podamos decidir directamente sobre las leyes. En España esto no sucede. Se pueden recoger firmas para proponer una ley, pero independientemente del número de firmas, este "contrato" no es vinculante. Es decir, que nos pueden ignorar y no pasa nada. Ni siquiera están obligados a someter nuestra propuesta a votación en las Cortes. Descartada pues la democracia directa, queda dictaminar si esto es una democracia representativa. En teoría podría pensarse que sí. Hay diputados que supuestamente concurren a las Cortes en representación de los ciudadanos. Pero aunque en las elecciones votamos unas listas, no tenemos ningún control de las mismas, sino que esos diputados los elige el jefe de un partido.


Además existe la disciplina de voto, mediante la cual los diputados son en la práctica empleados del jefe de un partido y deben votar lo que este decida. Es decir, que tales diputados no deben lealtad a los ciudadanos que los eligen, sino a los jefes de los partidos que los ponen. Si en algún momento un diputado traiciona esa lealtad, automáticamente se le echa. A eso cabe añadírsele que los ciudadanos carecemos de mecanismo por el cual podamos destituir a un diputado. Luego en realidad no tenemos representantes en España. Así que desde luego nuestra forma de gobierno no coincide con esta primera definición. Veamos si hay más suerte con las demás.

2. País cuya forma de gobierno es una democracia.

Esta segunda definición es en realidad un tropo, por lo que no nos vale.

3. Forma de sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

Podría decirse que en España se reconocen los valores esenciales de la libertad y sería muy difícil demostrar lo contrario, por lo que vamos a centrarnos en el tema de la igualdad de los ciudadanos ante la ley. En este país el rey no puede ser juzgado, por lo que la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley ya no se cumpliría. Además, en el artículo 102 de la Constitución se establece la responsabilidad criminal del presidente y los demás miembros del gobierno como claramente desigual. Solo puede juzgarles el tribunal supremo, cuyos jueces son nombrados por el propio gobierno y además para casos de traición o cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, cito textualmente, "sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso, y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo". Aunque lograra ponerse de acuerdo la cuarta parte de la cámara, al ser el presidente del gobierno a su vez jefe de su partido, es poco probable que los diputados nombrados por él mismo lo condenen. Podemos añadir a esto el tema de los aforamientos y la arbitrariedad a que está sujeto el Poder Judicial dado que el Ejecutivo nombra también a los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Entonces está claro que hay ciudadanos de primera, segunda y tercera fila. Por lo tanto, queda demostrado que en España todos los ciudadanos no son iguales ante la ley. Puesto que para considerarse nuestra democracia conforme a esta tercera definición deberían darse tanto el respeto a los valores de libertad como la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, según esta definición, lo de España tampoco es una democracia.

4. Participación de todos los miembros de un grupo o de una asociación en la toma de decisiones. "En esta comunidad de vecinos hay democracia."

Ya quedó claro tras el estudio de la primera definición que en España no hay democracia directa ni democracia representativa. Ante la imposibilidad de influir en la toma de decisiones del país ni de forma directa ni a través de representantes, el gobierno de España tampoco es democrático conforme a esta cuarta y última definición.

Luego en España no hay democracia.

Finalizado el inciso casi podríamos decir que ha quedado probado que nuestro país no es una democracia. No obstante, vamos a dedicar algo de esfuerzo en estudiar el tema de los votos.

¿Es una forma de gobierno democrática por el hecho de que haya elecciones cada cuatro años? La respuesta es que no. Las elecciones son una herramienta pero eso solo no contribuye a formar una democracia. Es fácil confundirse cuando estamos tan acostumbrados a oir la palabra democracia aplicada a muchas cosas distintas. Pero el vocablo democracia usado así solo obedece a la necesidad de los gobiernos de encontrar legitimidad dentro de ese concepto tan maltratado de la soberanía del Pueblo. Es como cuando los gobernantes de la dinastía aqueeménidas de Egipto adoptaron el nombre de faraones; o cuando, tras la invasión de los mongoles a Persia, estos empezaron a aparecer en el arte como los legendarios héroes del Shahnameh y llamarse a sí mismos persas. Se trata de la vieja historia de la propaganda. Y la propaganda siempre ha consistido en hacer aparecer a algo como lo que no es para ganar alguna cosa, ya sea fama, legitimidad, dinero, etc.

Por medio de las definiciones previas podemos conocer ya algunas de las características de la democracia formal (aquella que lo es por forma). A saber, que la soberanía reside en el Pueblo (el Pueblo decide sobre lo que le atañe, como las leyes que le afectan), el Pueblo ejerce su soberanía directamente o mediante representantes y respeta los valores esenciales de la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

Entendido eso, resta decidir la forma del Estado y su organización. Lo primero que hay que dejar claro es que pueden existir incontables formas de gobierno e incontables formas de organizar el Estado. Que el lector no se deje convencer de lo contrario. A menudo se insiste que hay que optar entre capitalismo o comunismo, cuando esas son meras organizaciones económicas. Estamos hablando de organización del Estado y no de economía. Lo que está claro es que la organización del Estado es muy importante para garantizar la permanencia de la democracia. Para entender bien de qué hablamos lo mejor es utilizar un ejemplo. En España la forma de gobierno es "monarquía de partidos". La organización del Estado español se establece en la Constitución y en otras leyes. Aquí es cuando entran en escena los tres poderes que se dice que emanan del Estado: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Vamos a repasarlos uno por uno.

Poder legislativo. Este poder es de donde emanan las leyes. Aunque las leyes no suelen emanar de nada, más bien hay que darles forma y contenido. Normalmente los representantes del Pueblo se reunen en una o dos cámaras y deciden sobre leyes. No tiene por qué ser solo una herramienta para votar si se aprueba o no una ley por turno. Lo ideal es que llegasen propuestas de distintos representantes o del Pueblo mismo y que se debatiera en ellas qué es lo mejor para el interés general, o al menos para el interés de la mayoría. Una vez preparada una ley y enmendada si fuera necesario, los representantes votarán para aprobarla o rechazarla. Este poder no es perfecto. No se puede velar por el interés de todos, siempre se tratará de establecer qué mayoría es suficiente para que se apruebe una ley. A veces bastará con una mayoría simple (50% de los votos más 1).

Poder Ejecutivo. Es el responsable de la gestión diaria del Estado. Interpreta y hace respetar las leyes; representa a la Nación en sus relaciones diplomáticas; sostiene a las fuerzas armadas y puede aconsejar sobre la legislación, pero no crear leyes. Si el poder legislativo en España lo constituían las Cortes y el senado, el ejecutivo se refiere al gobierno. En algunas formas de Estado el Ejecutivo puede emitir decretos. En todo caso no podrá crear normas.

En los estados democráticos, el poder ejecutivo está considerado como administrador y ejecutor de la voluntad popular a la cual representa y de la que debe ser su más firme garante. — Wikipedia - Poder Ejecutivo

Poder Judicial. Se encarga de impartir justicia y resolver conflictos mediante la aplicación de normas y principios jurídicos.

Ya hemos visto que si el poder ejecutivo, el gobierno; nombra los representantes, establece las leyes mediante esa disciplina de voto y al mismo tiempo nombra al Tribunal Supremo y al Consejo General del Poder Judicial tiene todo el Estado a su disposición para hacer lo que quiera y por ello esa Soberanía del Pueblo simplemente se convierte solo en palabras bonitas. En esas condiciones no puede haber nunca democracia. Esto significa que para que se de la democracia debe garantizarse la separación de los tres poderes. De esa forma unos sirvan a los demás como contrapeso, se controlen mútuamente e impidan el abuso de poder.

Nuevamente descubrimos que al carecer el Estado español de separación de poderes, nunca puede ser democrático. Y de nuevo llegamos a la misma conclusión de que en España no hay democracia. Es un secreto a voces que esta forma de gobierno ya nació antidemocrática. Se quería garantizar el control férreo por unos pocos de los recursos del país y de la población. Es decir, que el llamado régimen del 78 nació sin democracia.

La misma Constitución española carece de los requisitos mínimos para considerarse una constitución. Una constitución para considerarse tal tiene que tener dos cualidades fundamentales: haber surgido de una asamblea constituyente y constituir la separación de los poderes que previamente estaban unidos. Las elecciones de 1977 fueron unas elecciones generales y no unas elecciones a Cortes constituyentes, por lo que se incumplió el primer requisito o requisito formal. Y como ya ha quedado establecido, la Constitución no define la separación de unos poderes anteriormente unidos. Los tres poderes del Estado estaban unidos y siguen unidos. Esto incumple el segundo requisito o requisito material. Por lo tanto, lo que conocemos como Constitución Española no es una constitución propiamente dicha.

Algunos lectores serán de la opinión de que las elecciones de 1977 sí pueden considerarse elecciones a Cortes Constituyentes, porque surgieron de unas elecciones libres y tras aprobarse la Constitución se disolvieron, convocando nuevas elecciones. Es mi opinión de que hubo bastantes irregularidades como para ponerlo en duda. Pero como yo no soy jurista y no me quiero meter a dilucidar algo sobre lo que no estoy versado, simplemente me permito recomendar la lectura de este artículo; que, aunque el autor no comparte mi opinión, es honesto en presentar datos y variadas opiniones de académicos. De todas formas, que hubiera Cortes Constituyentes o no, el hecho de que no se estableció la separación de poderes está fuera de toda duda.

Conclusión

Podría alargarme mucho más de lo que lo he hecho. Hay pruebas que me he dejado en el tintero y otras en las que simplemente no habré caído. Pero creo que lo dicho es más que suficiente para probar que no hay democracia en España, como tampoco la hay en el resto de países de Europa. Y me atrevo a afirmar que a los españoles nos ha tocado la china de tener el peor sistema de gobierno de la Unión Europea. También soy consciente de que habiendo hablado sin tapujos, muchos lectores no quedarán convencidos. Nuestro sistema es tan inmoral que nuestros gobernantes se ven forzados a polarizar a la sociedad con tonterías para que, entretenidos en un continuo enfrentamiento, no pensemos en las injusticias y que ni se nos pase por la cabeza el unirnos contra ellos. Es una pena que ver a un pueblo unido sea, en el siglo XXI, lo que más temen los políticos; ya que un pueblo unido es lo único que puede acabar con sus privilegios y sus componendas. Por eso pido al lector que si ha entrevisto en mi forma de expresarme algún tinte político, se olvide de ello y lo vuelva a leer con imparcialidad. Es inútil perseguir ideales políticos en un sistema desaforado donde la corrupción es perenne, y en el que nuestros derechos y libertades no pueden sino mermar y degenerar.

Gracias por leerlo.

(Fuente: https://logicademhyst.blogspot.com/)

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