miércoles, 13 de mayo de 2015

EL ENGAÑO JURÍDICO AL QUE ESTAMOS SOMETIDOS (2ª parte)



Una bula o bulla pontificia es un documento escrito en latín sobre asuntos políticos y religiosos, que para evitar falsificaciones lleva un sello de plomo con una serie de validaciones internas y externas, que consigna el nombre del Papa que la promulga y el año de su publicación.

Al estilo pontificio la bula es expedida por la Cancillería Apostólica del Vaticano sobre determinados asuntos de importancia dentro de la administración clerical y civil, constituyéndose en uno de los instrumentos más extendidos en los que se fundamenta y expande por el mundo la autoridad del sumo pontífice romano.

La finalidad última de las bulas pontificias es apoderarse del planeta.

La leyenda negra asevera que las bulas papales originales fueron escritas sobre piel de niños sacrificados, o de personas de mente brillante opuestas a la Iglesia Católica, y que se archivaron en las bóvedas del Vaticano como parte de su inaccesible Biblioteca Secreta. Los documentos que hoy puede verse allí son copias escritas en piel animal.

La Bula Unam Sanctam del papa Bonifacio VIII publicada en 1302, primera en crear para la historia el concepto de fideicomiso, es la expresión más radical de la hierocracia papal, y en su eficacia ´rey del mundo´. En ella el Papa afirma la absoluta supremacía del poder espiritual sobre el poder terrenal, y termina por definir que es de absoluta necesidad para la salvación el estar sometido al Pontífice Romano.

Un fideicomiso es un contrato o convenio en virtud del cual una o más personas, llamadas fideicomitente o también fiduciante, transmite bienes, cantidades de dinero, o derechos presentes o futuros de su propiedad a otra persona.

La Bula Romanus Pontifex, emitida por el papa Nicolás V en 1455, llamada ex cátedra como la primera corona, es una prueba del señorío espiritual del papado sobre el mundo occidental, en su papel en la regulación de las relaciones entre los príncipes cristianos, y entre cristianos y ´paganos e infieles´. Esta bula se convirtió en la base para la apropiación de las tierras en el ´nuevo mundo´, con el argumento que sus actividades servían para difundir el cristianismo.

Esta es la primera de las tres bulas papales para reclamar el inicio o incipit ´Para un recuerdo perpetuo´. Dicha bula tuvo el efecto de transmitir en perpetuidad el derecho de uso de la Tierra como de Bienes Inmuebles del expreso Fideicomiso Unam Sanctam al control del Pontífice y sus sucesores. Por lo tanto, toda la Tierra se reivindica como ´tierras de la Corona´.

Esta primera Corona representa el primer fideicomiso cestui Que Vie, creado cuando un niño nace, privándole de todos sus derechos naturales y derechos sobre la tierra en el nacimiento.

La Bula Aeterni regis, o ´del rey eterno´, se publicó en 1481 por el papa Sixto IV. Confirmó las anteriores bulas Romanus Pontifex, emitida por Nicolás V en 1455, e Inter caetera, emitida en 1456 por el papa Calixto III. Fue la base legal para que Cristóbal Colón actúe como agente virreinal de la corona española en América.

Esta bula papal creó lo que se conoce como la ´Corona de Aragón´, más tarde la Corona de España, que a su vez la perdió en 1604 cuando el papa Pablo V se le concedió al rey James I de Inglaterra, después de la exitosa aprobación de la ´Unión de las coronas´ o de la Commonwealth en 1605, tras la llamada Conspiración de la Pólvora.

Esta segunda corona representa el segundo fideicomiso cestui Que Vie, creado para que cuando un niño nazca tenga a la venta su partida de nacimiento como un bono valor al banco central privado de la nación, quitándole la propiedad de su propia carne y condenándolo a la servidumbre perpetua como ´persona romana´, o esclavo.

La tercera corona fue creada en 1537 por la bula del papa Pablo III que convocaba al Concilio de Trento. Representa el tercer acto testamentario y final de un fideicomiso creado para la reivindicación de todas las ´almas perdidas´.

Esta tercera corona representada por el tercer fideicomiso cestui Que Vie, creado para cuando un niño es bautizado, siendo la concesión del certificado de bautismo por parte de la iglesia el poder sobre título del alma del bautizado. Así, sin título jurídico sobre la propia alma, un hombre o una mujer pueden tener ´legalmente´ negado derecho a presentarse como una persona, pero pueden ser tratados como una criatura y cosa sin poseer legalmente un alma.

Las leyes pontificas además son obligatorias, incluso sin haber sido aceptadas o confirmadas por los gobernantes seculares, y por lo tanto, cualquier ley nacional puede ser abolida en cualquier momento por el Sumo Pontífice. El Papa, Vicario de Cristo, reclama así la propiedad última de todo cuanto hay en el Orbe.

En 1540, Venecia ayudó en la creación de la primera Ley Que Vie cestui para usar esta bula papal como la base de la autoridad eclesiástica de Enrique VIII. Esta corona fue concedida en secreto a Inglaterra para la ´recogida y la cosecha de las almas perdidas´.

Desde entonces los Colegios de Abogados han sido responsables en la administración de la ´cosecha´ de las almas de los perdidos y condenados, incluyendo el registro y la recogida de los certificados de bautismo que representan las almas cooptadas por el Vaticano y almacenadas en sus bóvedas.

La Cestui Qui Vie act de 1666, o Ley KV Sestif, en sentido literal de ser ´beneficio para otro´, fue aprobada por el parlamento británico durante el incendió que consumió gran parte de la ciudad de Londres tras sufrir la peste negra. Se hizo para subrogar los derechos de hombres y mujeres, lo que significaba que todos fueron declarados muertos, perdidos en el mar o más allá del mar. En ese entonces ya operaba el derecho marítimo.

Por ende, el Estado tomó la custodia de todo el mundo y de sus bienes en un fideicomiso, y se convirtió en el administrador para la ejecución de todos los títulos de las personas y sus bienes, al menos hasta que alguien vivo en un lapso máximo de siete años volviera para reclamar esos títulos.

Es entonces cuando se inicia la regla del uso de MAYÚSCULAS para dar un NOMBRE corporativo a una persona natural, porque al usar letras MAYÚSCULAS en cualquier NOMBRE, este siempre se refiere, sin excepciones, a una persona jurídica, empresa ficticia o corporación.

El certificado de nacimiento que se exige a la persona natural tiene el nombre en letras mayúsculas que representan una corporación o ´doble tú´ de aquella persona, que está conectado a un fideicomiso a nombre de la Corona, o sea, y en última instancia, el Vaticano.

Legalmente, se nos considera una ficción, un concepto o idea que se expresa como un nombre. Por tratarse de una persona jurídica no tiene conciencia; legis ens, un ser artificial, un nombre/palabra escrito en una hoja de papel para ser legalmente atado a perpetuidad, un barco flotando en el mar del comercio.

La única salida para la persona natural es recuperar su entidad muerta -corpse significa cadáver en inglés- que la Corona creó, convertida en el fiduciario del fideicomiso qui tui cest y darse de baja de la ley marítima de comercio que la tiene en custodia.

Es por eso que siempre se necesita la representación de un abogado cuando involucre asuntos legales, porque está muerta. La ficción legal es una construcción en el papel, un fideicomiso mercantil. Cuando la persona natural recibe una factura o citación de un tribunal, es siempre en mayúsculas, similar a lo escrito en una lápida. Las letras mayúsculas literalmente significan muerte, una ficción legal creada cuando alguien informó al gobierno que había un nuevo ´buque´ en la ciudad de nacimiento.

Como una persona muerta no puede interactuar con empresas o el Estado, la ficción legal lo hace. Es el ´segundo tú´ que a través de estas ficciones legales es engañado en el pago de impuestos, obtención de crédito y demás.

Esto lleva a la deuda y el dinero. Todos trabajan para ganar dinero y comprar bienes y servicios, los cuales son proporcionados por las grandes corporaciones. Pero de acuerdo a la ley es sólo una ficción legal que interactúa, ya que uno está declarado como ´muerto´. Simplemente convertido en siervo monetario que produce bienes y servicios para pagar la deuda del Estado. Ese trabajo está medido en crédito corriente, que es deuda, y apenas permite al individuo retener una pequeña porción de su trabajo para que cubrir necesidades básicas.

Todos los gobiernos y países son ficciones fabricadas y comúnmente aceptadas. En realidad nunca ha habido alguna vez gobierno, países, dinero, o constituciones. Los países con deudas impagables -que en la práctica son una totalidad- resultan rescatados por los organismos internacionales de crédito bajo el acuerdo que las personas trabajen para producir bienes de intercambio con la fin de pagar los préstamos. Resultan pues garantía monetaria a ser utilizada en la forma que la gran banca considere conveniente pagar la deuda o generar más dinero.

Por tanto, toda la gente es vista como estando en custodia de ´La Corona´. Ello permite a las personas funcionar como un bien valor en el comercio y aceptar los ´beneficios´ proporcionados por el Estado, sin saber que por su trabajo son acreedores naturales del sistema.

El juego de la ley es sólo una ilusión, una forma de perversión del lenguaje que perpetúa el falso ser. Como la persona por naturaleza no es parte de la sociedad de la ley, sus leyes no se aplican a personas naturales.

Resulta una ley distorsionada que adopta una estructura de creencias originalmente creada para asuntos mercantiles y financieros no civiles. La persona natural solo es gobernada por su propia conciencia. Las leyes son creadas para el control social a través de la sociedad de la ley.

En un tribunal o corte los derechos civiles no son protegidos. De facto, el juzgado y el demandante se encuentran en un navío, y todo lo que allí ocurre está bajo la ley marítima. El juez actúa como un capitán que resuelve una disputa mercantil entre las partes, y por ello en cualquier juicio hay siempre una suma de dinero en juego que, una vez pagada, cierra el caso.

La inmensa mayoría de gente no sabe que desde su nacimiento se ha sometido a la ley marítima alternativa, algo posible gracias a una maquiavélica manipulación de la lengua. Cuando se firma cualquier documento legal se están cediendo derechos inalienables de nacimiento y la persona natural se rebaja al estado de una persona artificial con título corporativo en letras mayúsculas.

(Fuente: StopSecrets)

No hay comentarios:

Publicar un comentario