lunes, 25 de septiembre de 2023

DIAGNÓSTICOS DESATINADOS Y REMEDIOS INTERESADOS



Es una evidencia inobjetable: el marxismo explica el mundo que estamos
viviendo. Pero no el de Karl, sino el de Julius H., alias "Groucho".

"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y luego aplicar los remedios equivocados" escribió una vez, con su proverbial sentido de la síntesis, el brillantísimo Groucho Marx. Desarrollar su cita le robaría parte de su magia, pero si en el momento en que fue enunciada ya describía con precisión el mecanismo de un juego político absurdo, parasitario y torticero, hoy en día la política crea los problemas, realiza un diagnóstico, además de falso, interesado y aplica el remedio predeterminado de acuerdo con una agenda previa. Problema-reacción-solución. Algunos ejemplos de ello ya han sido abordados en esta bitácora. Hoy añado dos más.

El portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, mostraba recientemente toda su hipócrita "solidaridad" con el pueblo libio: «No es casualidad lo que está pasando, es resultado de la emergencia climática», ha dicho. La campaña de bombardeos de la OTAN que en 2011 redujo la prosperidad de aquel estado a ruinas parece no tener nada que ver con lo que sucede hoy. Urtasun apoyó aquella atrocidad, que devolvió al país al neolítico, convirtiéndolo en una nación fallida incapaz de responder a desastres naturales.

Segundo ejemplo: el Ministerio de Igual-dá, por boca de Victoria Rosell, expelía el pasado día 18 la genialidad de que el incremento de asesinatos machistas de 2023 es debido a los "discursos negacionistas" de la violencia de género. Resulta que quien mata a las mujeres no son parejas resentidas o sujetos violentos en los que problemas psíquicos, alcohol, drogas o condicionamientos culturales -no precisamente propios de este país- actúan de disparador, sino ... la opinión de quien no comparte los demagógicos análisis de la troupe de la subvención. Tal cual, matan las ideas, no los actos. Que los "negacionistas" -qué expresión tan recurrente por parte de los y las pobres de espíritu- de la "violencia machista" resulten ser sujetos con la cabeza bien amueblada, respetuosos de sus parejas, hijas, madres, etc., no parece hacer mella en la férrea convicción de quienes jamás permitirían que la terca realidad les desmontase el chiringuito.

Ninguna autocrítica, ninguna referencia a la sospechosa torpeza (hay cosas que parece que se hacen adrede) con que egocéntricas desequilibradas devuelven agresores sexuales altamente peligrosos a las calles, ninguna referencia a la nula transmisión de valores igualitarios a la inmigración masiva de barra libre de la que proceden la mayoría de las violaciones colectivas y la mitad de los asesinos de mujeres que han actuado en España en 2023. Ya se sabe, la estadística es una ciencia fascista, y si demuestra que varones inmigrantes asesinan a mujeres en un porcentaje cinco veces mayor a los hombres españoles hay que mirar hacia otro lado y negar la relevancia del factor cultural, aquí hay una "cultura de la violación" porque lo dice la menistra, como si se perdonase al violador si se casa con la víctima, como ocurre en ciertos países del cuerno de África, proceder de harto complicada aplicación cuando hablamos de violaciones en manada.

Hubo en tiempo en que el Código Penal bastaba para contener -en lo posible, puesto que su deseable erradicación es algo utópico, y no lo digo yo, sino la mismísima Irene Montero- los crímenes pasionales (entonces no se hablaba tanto de "género", aunque lo de ahora gramaticalmente más que "de género" ya es una cuestión de número ... de numerito demagógico, para ser exactos). Hoy un ministerio superfluo e ineficaz hasta la médula pretende combatir estos delitos pintando bancos de colorines, divulgando campañas publicitarias que producen vergüenza ajena y organizando chapuzas varias definidas por el denominador común del despilfarro presupuestario.

Cuando la ínclita Montero relevó en 2020 a Carmen Calvo como ministra de Igual-dá el presupuesto de la lucha contra la "violencia de género" era de 220 millones de euros. Aquel año fueron asesinadas 48 mujeres. Al año siguiente el presupuesto se incrementó en nueve millones, con el resultado de que el número de crímenes "machistas" fue exactamente el mismo. Como, en la mentalidad "progre", las cosas siempre se arreglan con dinero, en 2022 la partida presupuestaria subió a 265 millones de €. Demostrando lo errado del presupuesto intelectual antes referido (el monetario da igual, paga el contribuyente), los asesinatos subieron a 49.

Desde que la consorte del líder de Unidas (no) Podemos -¿hay algo más machista que medrar a rebufo de tu pareja?- llegó al Ministerio de Igualdad, la partida contra la VioGen ha subido un 45% y, sin embargo, no ha conseguido reducir el número de victimas mortales que se producen. En vez de analizarse qué está fallando, el grifo de fondos públicos -"el dinero público no es de nadie", Carmen Calvo dixit- ha seguido abriéndose con fastuoso desenfado. En este ejercicio ya alcanza los 320 millones, y tentado estoy de proponer una apuesta acerca de que tampoco esta vez servirá para reducir unas muertes que duelen a todo ciudadano de bien. La eficiencia ni está ni se la espera, y, como en la canción de Los Ronaldos, los y las beneficiarios del chorreo presupuestario simplemente se han instalado en el estribillo "... papá (Estado) consíguenos un poco de dinero más".



(posesodegerasa)

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