En los distintos géneros y especies de insectos se encuentran sustancias antinutritivas y tóxicas, entre otras la quitina, que ejerce un efecto negativo en la digestibilidad de las proteínas y en su utilización o los Taninos que forman complejos insolubles con las proteínas y reducen su biodisponibilidad. También los fitatos y oxalatos, agentes quelantes que reducen la absorción de minerales como el calcio, zinc, manganeso, hierro y magnesio. Las saponinas interfieren en la digestión de las proteínas, reducen la absorción de vitaminas y minerales y están asociados con estados de hipoglucemia. Los alcaloides que contienen son tóxicos dependiendo de la dosis presente. Contienen tiaminasa y su ingesta causa deficiencia de tiamina (Vitamina B1).
Hay insectos que contienen testosterona, cuyo consumo continuado provoca retraso del crecimiento, aumento de la infertilidad, masculinización en mujeres, edema, ictericia y cáncer hepático. La cantaridina produce irritación en el aparato urinario. Los glucósidos cianogénicos inhiben importantes enzimas vitales para las diferentes rutas metabólicas. El tolueno es un tóxico que afecta el cerebro, hígado y riñón, además de la presencia de alcaloides nefrotóxicos.
Los insectos pueden contener diferentes parásitos y bacterias que producen diferentes patologías con cuadros de diferente severidad según la cantidad consumida y la acumulación en el tiempo.
Presencia de contaminación química
Se han detectado en insectos cadmio, plomo y cobre, entre otros; al igualmente que diferentes pesticidas. Pueden provocar alergias por la presencia de tropomiosina, arginina Quinasa, gliceraldehído -3- deshidrogenas o hemocianina.
Dada esta serie documentada de efectos perjudiciales, inducir el consumo humano de insectos entraría de lleno en el tipo penal de delito contra la salud pública.
Se pretende imponer a la población el consumo de insectos en los alimentos con la excusa de ser beneficiosa; pero, a la luz de la información precedente, puede interpretarse además como la imposición de un “tratamiento” médico en masa imposible de controlar en lo referente a cuánto de estos compuestos estará ingiriendo cada habitante, ni ha creado programa alguno para realizar un seguimiento de los efectos que produce la acumulación de estos compuestos a lo largo de la vida. Más aún, se pretende aplicar igual dosis a ciudadanos de distintas complexiones, edades e historias clínicas, sin considerar que tengan alguna condición que pueda ser agravada por el consumo de estos productos.
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Tampoco se ha previsto una Agencia de Registro de Efectos Adversos, que registre los daños vinculados al consumo de insectos y tampoco será considerada su asociación por los profesionales médicos, por lo cual habrá ausencia de registro y los padecientes no encontrarán solución a los problemas y enfermedades que sufran.
Consultapublica478@senasa.gob.ar
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