viernes, 24 de diciembre de 2021
NOCIONES BÁSICAS PARA EL CIUDADANO COMÚN
Un producto sanitario que se administra con una aguja hipodérmica se dice que es de administración parenteral (aunque se parece, no tiene nada que ver con "parental"). La aguja puede introducir el producto superficialmente, apenas bajo la piel (subcutáneo), en el músculo (intramuscular) o directamente en el torrente sanguíneo (intravenoso). A veces se lleva el producto a territorios más concretos (el humor vítreo, el espacio subaracnoideo, etc.), pero dado que en cualquier caso se emplea un objeto punzante coloquialmente le llamamos "pinchazo". Los medicamentos de administración parenteral siempre han de prescribirse por un facultativo.
Muchas vacunas (no todas) son de administración parenteral. Y muchísimos otros productos de administración parenteral no son vacunas. Ha habido que adaptar el concepto tradicional de "vacuna" (como se hizo con el de "pandemia") para que los pinchazos que pretenden hacer frente a eso del COVID se consideren también vacuna. Gracias a esa reciente modificación ya se consideran vacunas aunque difieren bastante de las vacunas tal y como las conocíamos. La historia de la medicina cuenta los avatares de la salud de la humanidad a lo largo de los siglos y apenas llevamos doscientos años con ellas en nuestro arsenal terapéutico.
Una infección (o afección) que ha mostrado una letalidad del 2 por mil no precisa de medidas de prevención especiales masivas. Si de mil personas que se infectan sobreviven y quedan inmunizadas 998, muy prometedora tiene que ser la propuesta de mejora que le haga sombra a la inmunidad natural adquirida. Así lo contemplaba el gigante MERCK cuando anunció que no se dedicarían a buscar una vacuna porque era imposible mejorar esa eficacia de la naturaleza.
Los pinchazos para COVID no inmunizan. Lo dice la ficha técnica del producto y lo ha mostrado la escasa experiencia que llevamos con ellas. Los pinchados se infectan y mueren igual y además deben mantener las mismas medidas de aislamiento. Se les da, eso sí un pasaporte para que puedan diseminar la infección viajando pues se ha visto que su carga viral es mayor que en los que no se han pinchado ninguno de esos productos.
Los no pinchados no se ha visto que sean foco de contagio de nadie. Para contagiar hay que estar enfermo o ser portador de alta carga microbiana. Las variantes que dicen haber aislado (¿como se aísla una variante cuando se ha reconocido no tener aislado el especimen del cual han mutado?) que tanto han alarmado y alarmarán provienen de individuos doblemente vacunados y que viajan.
El que se pincha no se inmuniza. Ni tampoco contribuye a eso que se ha dado en llamar inmunidad de rebaño, por más que todavía quedan borregos que lo siguen diciendo. No pincharse productos experimentales no es un acto de insolidaridad ni de egoísmo: es de sentido común porque ni me protejo ni protejo a nadie.
Ninguna vacuna, absolutamente ninguna, me va a dar frente a COVID una inmunidad más eficaz que la que ya he adquirido atendiendo docenas de pacientes COVID. Y como en mi caso, el de muchísima gente que ya el año pasado adquirió inmunidad de forma natural. Por tanto, no son en absoluto NECESARIAS, para la inmensa mayoría de la población.
En medicina, un producto es seguro, si el tiempo ha mostrado que es seguro. La seguridad de un fármaco no deriva de que unos cuantos medios de comunicación y gente sin criterio médico repitan lo que han dicho algunos a quienes "seguro" que han pagado para que digan que es seguro. La seguridad lo da el paso del tiempo y el tiempo no se compra con dinero. Algunas personas sí se compran con dinero. Hablar de seguridad de estos productos con once meses de aplicación es una solemne necedad, lo diga quien lo diga.
Dr. Luis de Benito
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