Se dice que los Alemanes carecen de sentido del humor.
Algo de cierto hay en esto, pero, por supuesto, hay excepciones.
Un chiste de 1933 ironizaba sobre la cantidad de comunistas que se habían reconvertido en Camisas Pardas, la fuerza de choque del partido nazi. Un comunista, deprimido por un desengaño amoroso y por la llegada del Adolfo al poder, decide suicidarse. Para ello se para frente a un pelotón de camisas pardas que marchaban por la calle, levanta su puño izquierdo y grita: ¡Viva el Frente Rojo!
Hay otro mejor: ¿Saben como les dicen a los camisas pardas? Carne asada de barbacoa yanqui. Parda por fuera, roja por dentro.
Hacia 1980 escuché una versión actualizada del chiste, esta vez a expensas de los ecologistas. Los ecologistas son como las sandías, verdes por fuera, rojos por dentro.
Para la década de 1970 estaba claro para los líderes comunistas que no tomarían el poder por las armas. Además, era ya patente que la URSS no podía ser al mismo ser tiempo una superpotencia militar y dar buen nivel de vida a su población. Era el viejo: O mantequilla o cañones, expresión que se le atribuye a Hermann Göring.
Entonces, cuando la derrota les pisaba los pies, acudieron en su rescate los antes enemigos; los grandes empresarios "filántropos", como Nelson Rockefeller y Henry Ford II.
Lo primero era enterrar la estupidez de la lucha de clases, ese pozo ya estaba seco.
Un capitalismo controlado desde el Estado, pero con un cierto márgen de maniobra.
El experimento iba a ser China, país aislado, sumido en el hambre por las torpes políticas de planificación de Mao, desindustrializado.
Se envió a Henry Kissinger, el brillante Rockefeller Boy, a hacer la paz con China y lograr el acuerdo.
Se creó un sistema dual, el control social seguiría siendo marxista maoista, la gente denería pedir permiso hasta para respirar. Pero una economia capitalista.
¿Pero como controlar y esclavizar a occidente? Allí hay constituciones, parlamentos, medios de comnunicación.
Del sanitarismo ya tuvimos una prueba en 2020 y 2021: Terror, encierros, bozales, redistribución de fortunas, pinchazos (y luego muertes repentinas), gran negocio de los Estados y la Farmafia.
El ecologismo venía de varias farsas, como lo del agujero de ozono o la lluvia ácida.
Pero arrancó a lo grande con el calienta-miento global. Se trataba de satanizar el CO2, y buscar el culpable: el hombre blanco heterosexual que viaja en avión o usa su auto.
En realidad el CO2 es fundamental para la vida, las plantas lo absorben, consumen el carbono y liberan el oxígeno. Más CO2, más plantas. El 99% de este gas se produce naturalmente en el mar, un 0.4% en los volcanes y un 0.6% los producimos los humanos.
Dijeron que el CO2 hace que el planeta se caliente. Más de 1000 científicos lo negaron, eso es imposible, además basta con mirar un gráfico de temperaturas para ver que en la Edad Media (período Cálido Medieval) la temperatura era de 3° mas promedio.
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Los medios llamaron a esos científicos "negacionistas", fueron despedidos de sus universidades y ridiculizados por los payasos televisivos que pretenden ser periodistas.
Prohibieron vuelos y viajes, aumentaron los impuestos, bajaron el nivel de vida de la gente, redujeron las libertades.
Pero había un problema, podían venir inviernos fríos, por ejemplo este probablemente sea el invierno europeo más frio desde 1941.
Es una redundancia, el clima cambia. Sino no sería clima, sería la nada. Si todos los dias hubiese 25° y el viento soplase del oeste a 9km, nadie le prestaría atención.
¿Hay tormentas? Si, siempre hubo y siempre habrá. ¿son más fuertes? En el año 1289 toda la flota de Klubai Khan, el jefe Mongól, fue hundida por un terrible viento cuando quería invadir Japón.
Tremendo viento para hundir toda una flota. Entonces no había autos, ni viajes en avión. Había tifones, un fenómeno natural.
Vos sos el CO2 que quieren eliminar. Una Ministro de Salud española dijo que con cada respiración causamos daño al planeta. Largó toda la frase respirando solo una vez. Notable hazaña.
Para 2030 deberás comer carne artificial, harina de insectos, estar convenientemente esterilizado, no tener nada, y ser feliz.
El catastrofismo siempre termina en opresión. Para nosotros, no para ellos. Ellos seguirán con sus aviones privados yendo a sus cumbres climáticas.
¿Tienen tanto poder? No, se lo dan los crédulos, los asustadizos, los miedosos, los que rinden culto a la autoridad.
Es momento de recuperar nuestro poder.
Horacio Rivara
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