jueves, 3 de febrero de 2022
CARTA ABIERTA DE UN ENFERMERO A SUS COMPAÑEROS
Josep Maria Subirà i Vallès ha hecho llegar al colectivo de profesionales de la enfermería la siguiente carta abierta:
Apreciados y apreciadas compañeros y compañeras,
Ante todo, primero dejadme que os de las gracias por vuestra labor día a día en momentos tan difíciles como los que nos ha tocado vivir, en especial para el colectivo sanitario, que me consta que está experimentando momentos emocionalmente muy complicados,
Por otra parte, permitidme que os comparta una experiencia personal: hace 10 años, realizando extracciones sanguíneas, tuve la mala suerte de provocar en muy pocas semanas de diferencia, dos importantes hematomas en los brazos de las personas que acababa de extraer la muestra. Dado que mi lema ha sido siempre en mi profesión primum non nocere (“primero no hacer daño”), el dolor de haber sido el responsable de esas importantes reacciones en dos personas provocó que cogiera miedo a utilizar de nuevo una aguja durante dos largos años, tras los cuales, gracias a una compañera, conseguí superar ese dolor.
En estos momentos en que la evidencia científica es abrumadora en cuanto a la relación entre los efectos secundarios de la administración de las actualmente mal llamadas “vacunas” (deberíamos referirnos a ellas como terapia génica celular) entre las personas inoculadas, hago un llamamiento a todas y todos los compañeros enfermeros y enfermeras para que recapacitéis un segundo y penséis si vale la pena el sobresueldo que podéis estar ingresando y la posibilidad de que alguno de los pinchazos que hayáis administrado, puedan haber generado algunos de los efectos secundarios descritos ya en abrumadora evidencia científica.
Asimismo, ya es un hecho científico demostrado recientemente también por los doctores Sucharit Bhakdi y Arne Burkhardt que las inoculaciones contra el coronavirus causaron el 93% de las muertes de las personas a las que se les practicaron la autopsia.
Es por todo ello que valoréis si os vale la pena y compensa el dinero que podáis ingresar con la duda de que, quizás, y muy probablemente pudierais provocar efectos secundarios graves o incluso la muerte de alguna de las personas que habéis inyectado esta sustancia experimental. Es bien seguro que el dolor de ser sabedor de haber sido el responsable de la muerte de otro ser humano, aunque sea en la firme creencia de hacer lo mejor por este, difícilmente podrá ser superado jamás.
Finalmente, recordad que SIEMPRE podéis acogeros a vuestro derecho de OBJECIÓN DE CONCIENCIA para no seguir inoculando, y que ello no puede ser motivo, en ningún caso, de represalias por parte de vuestra empresa, recordándoles que, con la comunicación al empleador (hospital, departamento de salud o centro sanitario) del ejercicio del derecho a la Objeción de Conciencia, la Enfermera/o quedaría amparada/o por la garantía de indemnidad del trabajador y el derecho a la desobediencia debida, por lo que el profesional de la enfermería no podrá ser represaliado por el ejercicio de sus legítimos derechos, siendo cualquier acto del empresario, estigmatizador y discriminatorio, quebrando el principio de igualdad de trato, consagrado en el art. 14 de la Constitución Española, y arts. 17 y 55.5 del ET, y por tanto, nulo de pleno derecho. Cualquier sanción o despido será considerado nulo de pleno derecho con presunción de nulidad iuris tantun, pudiendo incluso la Enfermera/o exigir una indemnización por daños y perjuicios por lesión del derecho a la integridad moral y libertad profesional (podéis pedir el documento de Objeción de Conciencia que yo mismo envié a TODOS los colegios profesionales de enfermería de España el pasado 29 de diciembre de 2021).
Esperando de todo corazón que esta información os haga reflexionar, recibid un fuerte abrazo y un saludo fraternal,
Josep Maria Subirà i Vallès,
graduado en Enfermería.
(Visto en https://plural-21.org/)
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