La operación militar rusa en Ucrania se ha convertido en una guerra verdadera entre Moscú y Washington, y eso abre la caja de Pandora. Los occidentales se adaptan. Pero ya no se trata de defender a los nacionalistas ucranianos contra Rusia, sino de debilitar a los dos bandos, lo cual incluye debilitar también a la Unión Europea. Con ello, Washington pretende recuperar así su antiguo estatus de hiperpotencia y su mundo unipolar.
EL REGRESO DE LOS “SOLDADOS” DE LA GUERRA FRÍA
En dos meses, la operación militar especial rusa contra los banderistas ucranianos se ha convertido en una guerra verdadera en la que Rusia y las Repúblicas Populares del Donbass luchan contra el gobierno de Kiev, respaldado por la OTAN.
Una victoria de Kiev sería un duro golpe para Rusia y la victoria rusa significaría el fin de la OTAN. Así que ninguno de los beligerantes puede darse ya el lujo de retroceder.
Los banderistas han visto afluir hacia Ucrania sus viejos aliados del Bloque de las Naciones Antibolcheviques (ABN) y de la Liga Anticomunista Mundial (WACL, siglas en inglés), entre ellos 3.000 miembros de los Lobos Grises turcos.
Sin haber desaparecido por completo, el ABN y la Liga Anticomunista Mundial han sido reemplazados por la “Orden militar” Centuria mientras que se mantienen los vínculos ideológicos antirrusos y la fraternidad que se desarrollaron durante las operaciones secretas de la guerra fría. Asimismo, quedó comprobada durante la guerra contra Siria la existencia de vínculos entre los yihadistas de distintas nacionalidades, vínculos creados durante sus sucesivas luchas –bajo las órdenes de la CIA– en Afganistán, Bosnia-Herzegovina, Chechenia y Kosovo.
Ya puede verse que esta guerra está llamada a prolongarse y a ampliarse. Por consiguiente, esas redes siguen movilizándose. Por ejemplo, hasta ahora no se han visto combatientes ni beligerantes asiáticos, aunque el dictador chino Chiang Kai-shek aportó una ayuda importantísima a la Liga Anticomunista Mundial, llegando incluso a instalar en Taiwán la Political Warfare Cadres Academy del banderista ucraniano Yaroslav Stetsko, quien durante la Segunda Guerra había sido el primer ministro designado por los nazis en la Ucrania ocupada por las tropas de Hitler. La Political Warfare Cadres Academy fue el equivalente del Psychological Warfare Center instalado en Fort Bragg (Estados Unidos) y de la también estadounidense Escuela de las Américas, instalada en la zona del Canal de Panamá, incluyendo los cursos de formación de torturadores. El actual gobernador de la ciudad ucraniana de Mykolayiv, Vitaly Kim, de origen asiático (Koryo-saram), podría ser el vínculo con los sucesores del dictador surcoreano Park Chung-hee.
Antes de ser rebautizada, en 1990, con su actual denominación para hacerla más presentable, la Liga Anticomunista Mundial, fundada en Taiwán en 1966, ya había sido profundamente modificada en 1983, siguiendo los consejos de uno de los discípulos del filósofo Leo Strauss, el rumano-estadounidense Edward Luttwak. Con la disolución de la URSS, la Liga Anticomunista Mundial adoptó su nueva denominación de “Liga Mundial por la Libertad y la Democracia” (WLFD). Su más reciente congreso tuvo lugar en Taiwán, el 23 y el 24 de enero de 2022, bajo la presidencia de Yao Eng-chi, un alto responsable del Kuomintang. La Liga goza hoy del estatus de consultante de la ONU y tiene incluso una oficina en la sede neoyorkina de las Naciones Unidas. El gobierno de Taiwán la financia con casi un millón de dólares anuales y sus actividades están clasificadas oficialmente como «secreto militar».
¿POR QUÉ RESIGNARSE A MORIR SI ES POSIBLE SOBREVIVIR GRACIAS AL DOLOR AJENO?
Si bien los continuadores de las milicias fascistas del mundo entero –activamente respaldados por la CIA– se han unido a los banderistas ucranianos, la OTAN se mantiene formalmente a distancia del ejército ucraniano, para evitar un conflicto directo entre Estados Unidos y Rusia, dos potencias nucleares.
Sin embargo, el 26 de abril de 2022, el Pentágono reunió en la base estadounidense de Ramstein (Alemania) a los ministros de Defensa de 43 de sus aliados para forzarlos a entregar armamento a los ucranianos. Sabiendo que, antes de la guerra, el gobierno de Zelenski ya estimaba que las milicias banderistas eran al menos una tercera parte de las Fuerzas Armadas Ucranianas, es evidente que esos países saben que al menos una tercera parte del armamento que entreguen a Ucrania acabará en manos de neonazis.
Eso lo saben todos los Estados dotados de servicios de inteligencia mínimamente competentes. Pero la incapacidad de esos Estados para oponerse a la voluntad del Tío Sam es tan grande que Israel fue el único que se atrevió a boicotear la reunión de Ramstein.
A pesar de ello, la influencia de Washington ya no es la que era. Antes, Washington logró movilizar 66 Estados para apoyar militarmente a los yihadistas contra Siria. Hoy, los 43 Estados movilizados a favor de Kiev son una tercera parte de los países miembros de la ONU, pero sólo representan un décima parte de la población mundial. Eso es muestra del debilitamiento de la influencia mundial de Estados Unidos.
En todo caso, el flujo de armas hacia Ucrania hace que no sea indispensable para el ejército ucraniano atacar Transnistria –la autoproclamada República Moldava Pridnestroviana–, que alberga el mayor arsenal de todo el continente europeo.
El 29 de abril, la Casa Blanca obtuvo del Congreso una nueva asignación, ascendente a 33 000 millones de dólares, de créditos adicionales para armar a Ucrania. Con esa nueva asignación, el presupuesto militar de Ucrania pasa al 11º lugar a nivel mundial.
Al cabo de 2 meses de combates, las fuerzas políticas estadounidenses se han unido a la guerra de los straussianos, imaginándose como podrían beneficiarse. Para volver a ser la hiperpotencia que fue en el pasado, Estados Unidos retoma su partitura del inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1939, cuando todavía no había logrado recuperarse de la crisis económica de 1929, Nueva York estaba muy por detrás de … Buenos Aires. La genial idea de Washington consistió entonces en propiciar que los europeos se mataran entre sí… vendiéndoles armamento estadounidense a cambio de las joyas de la industria europea. Estados Unidos no entró en guerra hasta 1942 y ni siquiera entonces se implico a fondo en el conflicto: de los 55 millones de víctimas que dejó la Segunda Guerra Mundial sólo 200 000 fueron estadounidenses.
La astucia de Estados Unidos consistió en armar a los europeos mediante una ley que implantaba un sistema de «Préstamo y Arriendo», en inglés Lend-Lease. En otras palabras Estados Unidos “prestó” a los europeos un armamento que, de alguna manera, estos tendrían que pagar. Después de la Victoria, llegó el momento de pagar la factura. Los británicos tuvieron que ceder su Imperio mientras que los soviéticos estuvieron pagando aquella deuda durante 60 años. Fue Vladimir Putin quien terminó de pagarla.
Ahora, el Congreso de Estados Unidos seguramente adoptará a la mayor brevedad la «Ley de Préstamo y Arriendo para la Defensa de la Democracia en Ucrania» (Ukraine Democracy Defense Lend-Lease Act of 2022, (S. 3522), ya aprobada por el Senado. O sea, Estados Unidos continúa la Segunda Guerra Mundial, incluso en el plano económico.
Paul Wolfowitz |
Si bien la Ukraine Democracy Defense Lend-Lease Act es una medida de racionalización logística y una excelente inversión económica para Washington, también representa un enorme derroche militar. Para poder utilizar ese armamento se necesitan largos periodos de formación y entrenamiento, formación y entrenamiento que los ucranianos no tienen, así que no podrán utilizar ese armamento a corto plazo. Además, ese armamento sólo sería útil en el frente pero no podrá llegar hasta allí rápidamente porque las estaciones eléctricas ya han sido destruidas y las locomotoras diésel europeas no se adaptan a la separación de los rieles de las vías férreas ucranianas y rusas, sin entrar a mencionar el hecho que esas vías ya han sido ampliamente bombardeadas.
Dadas las muestras de corrupción del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, es altamente probable que, al no poder utilizarlo, Kiev acabe revendiéndolo en el mercado negro. Así que ese armamento reaparecerá en otros campos de batalla… en manos de actores no estatales. En sólo dos meses, Zelenski ya ha logrado echarse en el bolsillo cientos de millones de dólares … mientras que el pueblo ucraniano está sufriendo.
La estrategia de Estados Unidos para recuperar su antiguo estatus de hiperpotencia sólo puede funcionar extendiendo la guerra hacia el oeste de Europa. Y no me refiero a las inevitables operaciones militares contra Transnistria sino a la implicación económica de los países miembros de la Unión Europea.
Por el momento, sólo Polonia y Bulgaria se han negado a pagar el gas ruso en rublos y ya se ven privados de las entregas. Todos los demás miembros de la Unión Europea han aceptado pagar en rublos, pero no directamente a Gazprom sino a través de intermediarios bancarios. Las bravuconadas de Polonia, cuyo gobierno afirma que ya se dispone a cambiar de proveedor, no convencen a nadie. En realidad, Polonia recibirá gas ruso desde otros países europeos … que lo pagarán en rublos. ¿Cuál será la diferencia? Polonia tendrá que asumir pagos adicionales a un nuevo intermediario.
Los europeos van pagar su obstinada sumisión al amo estadounidense con una fuerte caída de su propio nivel de vida. Pero eso será sólo el principio. Después tendrán que resignarse a perder sus principales fuentes de ingresos. Pero esa perspectiva no parece preocupar a los líderes europeos.
HACIA EL DESMANTELAMIENTO DE UCRANIA
Por el momento, las operaciones militares rusas se han limitado estrictamente a garantizar la destrucción de la enorme infraestructura militar y de defensa de Ucrania, cuya importancia los occidentales ni siquiera imaginan. La fase móvil de la guerra aún está por llegar. Después de meses de bombardeo, esa etapa de la guerra no debería tener lugar hasta el verano y debería ser rápida. El ejército ruso ofrecerá entonces a las poblaciones que hayan abrazado las ideas de los banderistas la posibilidad de desplazarse para reunirlas en lo que quede de Ucrania.
Y es que la guerra ha despertado el apetito de quienes abrigan reclamos territoriales. Polonia, que ya se planteaba el mes pasado la posibilidad de anexar el enclave de Kaliningrado, ahora habla también de ocupar el oeste de Ucrania. Es importante recordar que Polonia ocupó esa región –la llamada Galitzia– durante el periodo comprendido entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, a raíz del desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro. La idea sería desplegar en el oeste de Ucrania una “fuerza de paz” que se mantendría allí. Pero la guerra de aquella época entre Polonia y Ucrania ha dejado malos recuerdos entre ambos pueblos y fue precisamente bajo la ocupación polaca que surgieron los banderistas. Por cierto, Stepan Bandera, en quien se inspiran los banderistas de hoy, organizó en aquella época el asesinato del ministro del Interior de Polonia, Bronisław Pieracki, en venganza por la represión contra los banderistas de entonces. La realidad es que Stepan Bandera ya estaba trabajando para la Gestapo nazi y el asesinato del ministro polaco era parte de la preparación de la invasión de Polonia por parte del III Reich.
Rumania, por su parte, no ha dicho nada, por ahora, pero está posicionando sus tropas. Cuando la guerra se extienda a Transnistria, Rumania no dudará seguramente en cuestionar la existencia misma tanto de Transnistria como de Moldavia, que fueron rumanas en el siglo XX.
Mientras tanto, Hungría ambiciona recuperar la Transcarpatia (o Transcarpacia), hoy ucraniana, territorio que perdió en la caída del Imperio Austro-Húngaro. La población, mayoritariamente húngara de ese territorio, ha sido víctima de la discriminación de los gobiernos ucranianos desde el putsch de la plaza Maidan, en 2014. Al igual que el idioma ruso, la lengua húngara fue prohibida por esos gobiernos. En este momento, la paz reina en la Transcarpatia ucraniana, las tropas rusas no han entrado allí y ese territorio está sirviendo de refugio a los ucranianos de la oposición interna.
Hasta Eslovaquia ve ahora la posibilidad de obtener algunas localidades que hoy son parte de Ucrania.
Rusia, que planteó como objetivo de guerra sólo el reconocimiento de la independencia de Crimea –ya reintegrada a la Federación Rusa– y de las dos Repúblicas Populares del Donbass, anunció el 24 de marzo que podría anexar todo el sur de Ucrania para vincular entre sí los territorios de Transnistria, Crimea y el Donbass.
En ese desmembramiento entre Polonia, Rumania, Hungría y Rusia, Ucrania perdería la mitad de su territorio.
UNA SINGULAR INICIATIVA POSITIVA DE LA ONU
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, estuvo el 26 de abril en el Kremlin, al que presentó dos proposiciones:
- Crear una comisión conjunta ONU-Rusia-Ucrania para coordinar un esfuerzo humanitario;
- Abrir, con personal de la ONU y del Comité Internacional de la Cruz Roja, un corredor humanitario para evacuar a los civiles que quieran salir del complejo siderúrgico Azovstal.
Hasta ahora, Kiev había propuesto corredores humanitarios hacia Moldavia y Polonia mientras que Rusia proponía corredores de evacuación hacia Bielorrusia y el territorio ruso, donde los banderistas serían arrestados y llevados ante los tribunales. Ambas partes no habían alcanzado ningún acuerdo al respecto. En realidad, no se sabe a ciencia cierta si hay civiles en el complejo Azovstal. El ejército ruso abrió un corredor de evacuación a través del cual se rindieron 1 300 soldados ucranianos. Aunque Kiev desmiente sus declaraciones, varios prisioneros de guerra ucranianos han asegurado que en Azovstal hay civiles que los banderistas utilizan como escudos humanos. Dogu Perincek, personalidad turca que reclama una alianza con China y con Rusia, ha declarado que hay 50 oficiales franceses atrapados en Azovstal, sin que haya sido posible confirmar esa afirmación.
Durante la visita de Guterres, Rusia pidió a la ONU que enviara personal para comprobar las condiciones de detención de los 1 300 prisioneros de guerra ucranianos, verificación que la ONU no ha hecho. Rusia esperaba obtener así la garantía de un trato humanitario similar para los militares rusos en manos de los ucranianos, cuando ya circulan numerosos videos que muestran los malos tratos y torturas infligidos a los prisioneros rusos.
Antes iniciar la discusión con el secretario general de la ONU, el presidente ruso Vladimir Putin recordó públicamente la posición de su país: Rusia rechaza las “reglas internacionales” impuestas por Occidente y exige el más estricto respeto de la Carta de la ONU –lo cual ya era el centro del Tratado de Paz Bilateral entre Rusia y Estados Unidos que Moscú propuso el 17 de diciembre de 2021.
El secretario general afirmó que, según la opinión general, la Carta de la ONU condena la invasión de un país soberano. El presidente Putin respondió que esta vez se trata de un caso particular ya que Ucrania declaró públicamente que no aplicaría los acuerdos de Minsk, avalados por el Consejo de Seguridad de la ONU, y porque el gobierno de Kiev atacó a su propia población del Donbass con armamento pesado. Después de 8 años de sufrimiento y de resistencia, las poblaciones del Donbass –luego de haberse proclamado independientes– solicitaron la ayuda de Rusia, ayuda que Rusia decidió aportarles en virtud del Artículo 51 de la Carta de la ONU.
El presidente Putin recordó entonces al secretario general de la ONU la decisión de la Corte Internacional de Justicia sobre la independencia de Kosovo. Esa Corte declaró que el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos puede aplicarse sin consentimiento de la autoridad central a la cual han estado sometidos, un veredicto que nadie rechazó, a pesar de que en Kosovo no fue la población sino el parlamento quien proclamó la independencia. Pero en el Donbass fue la población quien se pronunció por la independencia mediante un referéndum.
A raíz del encuentro entre el secretario general de la ONU y el presidente Putin, la ONU y la Cruz Roja Internacional se pusieron de acuerdo para establecer un procedimiento para la evacuación de los civiles del complejo Azovstal, en Mariupol.
LA PROPAGANDA DE GUERRA
Mientras tanto, la propaganda de guerra se mantiene. Pero es interesante observar que los dos bandos se dirigen a públicos diferentes y que utilizan métodos también diferentes.
Londres y Washington tratan de convencer a las opiniones públicas de los países occidentales de su versión del asunto. No se dirigen a los ucranianos y aún menos a los rusos. Se esfuerzan por imponer su punto de vista a fuerza de repetirlo y luego pasan a otra cosa. Se concentran en restar importancia a los neonazis ucranianos, en mostrar imágenes favorables a su versión y en atribuir crímenes a las fuerzas rusas.
Por ejemplo, Washington y Londres aseguran que el ejército ruso perpetró una masacre de civiles en la localidad ucraniana de Bucha. Los dirigentes estadounidenses y británicos ya hablan incluso de un posible «genocidio», el más grave de los crímenes. Sus expertos explicaron que las víctimas de Bucha fueron abatidas con armas automáticas. Pero, cuando forenses internacionales echaron abajo esa versión, Kiev trató de desviar la atención de la nueva revelación inculpando directamente a 10 soldados rusos, sin que se sepa cómo pudo identificarlos.
La propaganda de Kiev se concentra en dos objetivos: inventar victorias militares que la prensa occidental divulga ruidosamente, pero que son rápidamente desmentidas, y en atribuir al ejército ruso crímenes abominables, también rápidamente desmentidos.
Por su parte, Moscú ha llegado a la conclusión de que los occidentales simplemente se niegan a ver la realidad y que no cambiarán de opinión mientras no se vean derrotados. Así que Moscú se dirige únicamente a los rusos y a los ucranianos, estimando que estos últimos han sido engañados por los banderistas.
En vez de empeñarse en comunicar sobre los acontecimientos actuales –sobre hechos que los occidentales se niegan a ver–, Moscú está abriendo sus archivos militares para mostrar que los banderistas nunca tuvieron escrúpulos en asesinar, e incluso torturar, a otros ucranianos. Lo más importante es que esos documentos demuestran que los banderistas nunca lucharon contra los nazis.
Eso contradice la historia “oficial” de Ucrania según Wikipedia y según la OUN(B), una historia reescrita según la cual los banderistas lucharon a la vez contra los nazis y contra los soviéticos.
Por supuesto, la prensa occidental no habla de las revelaciones inscritas en los documentos históricos rusos ya que eso la obligaría a tomar posición contra los banderistas. Además, documentos históricos alemanes igualmente revelados por Moscú, muestran que durante la Segunda Guerra Mundial el régimen nazi y los banderistas concibieron juntos un plan de exterminio contra las poblaciones del Donbass. Ese plan no pudo ser ejecutado durante la Segunda Guerra Mundial pero los banderistas de Kiev comenzaron a ejecutarlo a partir de 2014.
Thierry Meyssan
(Visto en https://www.voltairenet.org/)
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