La bellísima tonada que traigo a esta bitácora fue la respuesta del cantautor siciliano Franco Battiato a la corrupción política, financiera y social que devastaba en los primeros años noventa a una Italia que no tardaría en entregarse al grosero populismo del nefasto Berlusconi. Eran los días del escándalo Tangentópolis y del asesinato de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. La toma de postura del músico ante la degradación moral de la sociedad que le había tocado le valió incluso amenazas de la Mafia.
Y, sin embargo, como toda obra de arte verdaderamente universal, puede soslayarse el contexto en el que nace y "Povera patria" sigue estando estremecedoramente vigente, como si nos hablara no de lo sucedido hace tres décadas, sino del sufrimiento de hoy, y no de la triste realidad italiana sino de la nuestra, al final tan cercana a aquélla. Ni siquiera le sobra la referencia a esa primavera que, sí, nominalmente ha llegado, pero que en estas circunstancias ni logra alegrarnos el corazón ni puede gozarse no ya en la naturaleza, sino ni tan siquera en los parques cuyo acceso nos han prohibido.
¡Porca miseria!
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