miércoles, 22 de mayo de 2024
INMUNOSUPRESIÓN MASIVA TRAS LA INOCULACIÓN COVID-19
Un nuevo estudio que puede leerse completo aquí titulado “Aumento de la mortalidad por cáncer ajustada por edad tras la tercera dosis de la vacuna de nanopartículas de ARNm-lípido durante la pandemia COVID-19 en Japón”, concluye no solo demostrando el exceso de muerte por algunos tipos de cáncer ocurrido a partir de la introducción de las vacunas ARNm, sino también explicando los mecanismos por los cuales este aumento explosivo de varios tipos de cánceres es producido por la inyección.
El estudio, de Gibo M, Kojima S, Fujisawa A, et al. [(Abril 08, 2024) Cureus 16(4): e57860. doi:10.7759/cureus.57860] utilizó “las estadísticas oficiales de Japón para comparar las tasas ajustables de mortalidad anuales y mensuales observadas, con las tasas previstas basadas en cifras anteriores a la pandemia (2010-2019), mediante un análisis de regresión logística.” Los datos de infección confirmada por COVID-19 se obtuvieron del Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar de Japón. Las tasas de vacunación por grupos de edad se obtuvieron de la Oficina del Primer Ministro y del Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar. Las cifras de defunciones se obtuvieron de las Estadísticas Vitales del estado japonés, que incluyen las defunciones mensuales y anuales por causa, sexo y edad (grupos quinquenales de edad).
Japón es uno de los países más vacunados del mundo, y actualmente el gobierno está impulsando una séptima dosis.
Los hechos constatados en el estudio
Pese al ingreso de “variantes muy agresivas” de Covid en el primer año de pandemia, durante 2020 el Covid no representó amenaza significativa desde el punto de vista de la mortalidad para los japoneses. En efecto, al igual que en muchos otros países, “no se observó un exceso de mortalidad significativo durante el primer año de la pandemia (2020)”.
Sin embargo, “se observaron algunos excesos de mortalidad por cáncer en 2021 tras la vacunación masiva con la primera y la segunda dosis de la vacuna, y se observaron excesos de mortalidad significativos para todos los cánceres y algunos tipos específicos de cáncer (incluidos el cáncer de ovario, la leucemia, el cáncer de próstata, el cáncer de labio/oral/faringe, el cáncer de páncreas y el cáncer de mama) tras la vacunación masiva con la tercera dosis en 2022.“
La conclusión principal
Luego de desarrollar los detalles estadísticos observados, el breve y contundente capítulo de “Conclusiones” dice: “Se observaron aumentos estadísticamente significativos en las tasas de mortalidad ajustadas por edad de todos los tipos de cáncer y de algunos tipos específicos de cáncer, a saber, cáncer de ovario, leucemia, próstata, labio/oral/faringe, páncreas y mama, en 2022, después de que dos tercios de la población japonesa hubieran recibido la tercera dosis o posteriores de la vacuna ARNm-LNP contra el SRAS-CoV-2.
Estos aumentos particularmente marcados en las tasas de mortalidad de estos cánceres sensibles al ERα pueden ser atribuibles a varios mecanismos de la vacuna ARNm-LNP más que a la propia infección por COVID-19 o a la reducción de la atención oncológica debida a los cierres. La importancia de esta posibilidad justifica nuevos estudios.”
Para justificar esta dura conclusión, el estudio aporta hipótesis detalladas sobre los mecanismos que, ocasionados en el cuerpo por las vacunas ARNm, serían responsables por este exceso de mortalidad. Traducimos a continuación las zonas del estudio que detallan estos mecanismos (el resto del estudio y sus gráficos pueden consultarse en el paper original)
Supresión de la inmunovigilancia del cáncer
Algunos estudios han demostrado que las respuestas de interferón tipo I (INF), que desempeñan un papel esencial en la inmunovigilancia del cáncer, se suprimen tras la vacunación con ARNm-LNP de SARS-CoV-2. Un gran número de exosomas que contienen microARN (miARN)-148a y miARN-590 son liberados por células en las que se tradujeron grandes cantidades de proteína S, y cada miARN suprime el eje ubiquitina-péptidasa específica 33 (USP33)-factor regulador del interferón (IRF9) en la microglía, que internaliza estos exosomas. En una revisión, Seneff et al. explicaron que esto suprime la función del IFN tipo I y BRCA2, que son factores críticos contra las células cancerosas.
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Otro estudio descubrió que la IgG4 no específica contra el cáncer inhibe las funciones efectoras de los anticuerpos mediadas por la IgG1 específica contra el cáncer, como demuestra la drástica aceleración del crecimiento observada en tumores colorrectales y mamarios implantados y en papilomas cutáneos causados por carcinógenos tras la administración local de IgG4 no específica contra el cáncer. Según un metaanálisis en todos los cánceres, cáncer de páncreas y linfoma, los cocientes de incidencia estandarizados (SIR) de pacientes con enfermedad relacionada con IgG4 (IgG4-RD) respecto a la población general fueron de 2,57 (IC 95%: 1,72, 3,84), 4,07 (1,04, 15,92) y 69,17 (3,91, 1.223,04), respectivamente. En otro estudio, los niveles de IgG4 anti-pico aumentaron en el suero de los receptores de la vacuna contra el SRAS-CoV-2 ARNm después de la segunda dosis y aumentaron aún más después de la tercera dosis. Una revisión sobre IgG4 discutió cómo la exposición a largo plazo a grandes cantidades de antígenos específicos, como los que se encuentran en las vacunas de ARNm del SARS-CoV-2, puede causar un crecimiento incontrolado de células cancerosas a través de un cambio de clase de IgG1 o IgG3 a IgG4.
Se ha demostrado que la vacuna SARS-CoV-2 causa inmunosupresión y provoca la reactivación de virus latentes como el virus de la varicela-zóster (VVZ, herpesvirus humano 3; HHV3) o el herpesvirus humano 8 (HHV8) en algunos casos [75,76]. El HHV8 se considera oncogénico y puede causar sarcoma de Kaposi. Se ha informado de que el cáncer orofaríngeo está causado por el virus de Ebstein-Barr (VEB, HHV4) o el virus del papiloma humano (VPH), que también pueden reactivarse por la posible inmunosupresión resultante de la vacunación. Estos fenómenos también podrían ayudar a explicar el exceso de muertes por cáncer labial/oral/faríngeo en 2022, cuando se estaba llevando a cabo la vacunación masiva con la tercera dosis y posteriores.
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Un estudio reciente demostró que el ARN del SARS-CoV-2 podía transcribirse inversamente a ADN e integrarse en el genoma de células humanas in vitro.
La acumulación de ARNm vacunal y de moléculas de ADN de transcripción inversa en el citoplasma podría inducir autoinflamación crónica, autoinmunidad, daños en el ADN y riesgo de cáncer en individuos susceptibles.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) afirma en sus directrices para la producción de vacunas víricas contra enfermedades infecciosas que “existen varios mecanismos potenciales por los que el ADN residual podría ser oncogénico, incluida la integración y expresión de oncogenes codificados o la mutagénesis insercional tras la integración del ADN”. Las directrices de la FDA son esenciales para Japón porque la autorización especial de uso de emergencia de Japón dependía de la aprobación de la FDA durante la pandemia de COVID-19. Recientemente, algunos investigadores han informado de que varios lotes de vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna contienen cierta cantidad de fragmentos de ADN de doble cadena procedentes de vectores plasmídicos residuales. Algunos de ellos mencionaron que la cantidad de ADN residual supera los límites reglamentarios para el ADN residual establecidos por la FDA. Teniendo en cuenta estos informes y la declaración reglamentaria de la FDA, es necesario seguir investigando para determinar si el exceso de muertes por cáncer observado tras la vacunación masiva estaba relacionado con el ADN residual notificado en la vacuna.
Efectos trombogénicos de la proteína spike y la PNL
Dado que el cáncer suele provocar la activación de la coagulación a través de diversos mecanismos, una de las principales causas de mortalidad en pacientes con cáncer es la trombosis asociada al cáncer (CAT), que se manifiesta como coagulación intravascular diseminada (CID) en su forma más extrema. Por lo tanto, es razonable suponer que la tendencia adicional a la formación de trombos observada con la vacuna ARNm-LNP podría ser extremadamente peligrosa. La proteína S viral y vacunal del SARS-CoV-2, especialmente los linajes Omicron, que tienen un potencial electropositivo sólido, podrían adherirse a glicoconjugados electro-negativos en las superficies de los glóbulos rojos (GR), otras células sanguíneas y células endoteliales. Se ha informado que la proteína S del SARS-CoV-2 por sí sola se une a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) y activa la señal del receptor de angiotensina II tipo 1 (AT1), lo que promueve la transseñalización de la interleucina 6 (IL-6), induce el engrosamiento de la pared vascular a través de la activación de las proteínas quinasas, deteriora la función mitocondrial y genera especies reactivas de oxígeno (ROS). Un estudio reciente reveló que ciertos segmentos de la proteína S pueden inducir la formación de amiloide, una proteína fibrosa insoluble en agua. Esta proteína desempeña un papel importante en la coagulación de la sangre y en los trastornos fibrinolíticos. Los anticuerpos contra la proteína amiloide se unen a las proteínas S que emergen en las superficies celulares, lo que desencadena reacciones inflamatorias autoinmunes. Además, se ha informado de que la inyección de LNPs en ratones provoca una fuerte inflamación. Todos estos hallazgos sugieren que la vacuna COVID-19 ARNm-LNP supone un riesgo de trombosis en individuos con cáncer y podría explicar el exceso de mortalidades tras la vacunación masiva.
Salvador Gómez
(Artículo completo en https://extramurosrevista.com/)
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