Comencemos por el grotesco mensaje que el exministro de defensa de Canadá, Paul Hellyer, dice haber recibido del espacio exterior, donde discretos vecinos que no se dejan ver -por algo será- tienen muy claro que tenemos el planeta "sobrepoblado y contaminado" y que los líderes políticos tienen derecho a la impunidad, por lo que habrán de ser amnistiados de todas las salvajadas en que hayan incurrido. Tal cual. Los alien son, por lo visto, una especie de batasunos con antenas autoconstituidos en Gestoras Pro-Amnistía cuya meta es que ningún político pague por sus desmanes.
Sí amigos. Al parecer, a los extraterrestres lo que les interesa es la exención de castigo a los pudientes por los crímenes en que hayan incurrido. Habrá quien se lo crea, dado que lo de la Plandemia coló, pero pensar que el Gran Contacto está al servicio de la inmunidad de la élite debería hacer pensar al que todavía practique eso de analizar las cosas que aquí alguien está montándose una superproducción a lo Roland Emmerich para arrimar el ascua a su sardina.
Desveladas las intenciones de los guionistas, queda por ver si los efectos especiales están a la altura.
Ahora que el circo de los horrores covidiano, la guerra de Ucrania y el cambio climático parecen haber agotado su capacidad de sobresaltar a las masas, a las que la élite quiere permanentemente angustiadas, las luminarias que idean los guiones de lo que luego los medios nos dicen que ocurre han sacado del cajón otro truco más, viejo pero resultón: ahora el peligro viene del espacio exterior. Y como el meteorito no acaba de convencer en una civilización que ha asumido que los cascotes cósmicos nos llevan cayendo encima desde que el mundo es mundo, parece que lo más efectivo es recurrir a los alienígenas, que, como los indios en el western, siempre sirven lo mismo para un roto que para un descosido, al menos hasta que el cine decidió que podían ser sustituidos exitosamente por trogloditas caníbales (no es broma, echadle un vistazo a "Bone Tomahawk", una película de 2015 que todavía no se si considerar buen cine o no, pero entretenida -y truculenta- lo es un rato).
Me estoy yendo del tema. El caso es que esos visitantes intergalácticos de ignotas intenciones tienen -nos cuentan- un mensaje para la humanidad. ¿Qué mensaje? Pues no es otro que el refrendar la cantinela apocalíptica con que nos vienen dando la matraca el FMI, el Foro de Davos y los nada democráticos corrillos, cenáculos, logias, congregaciones, cenobios, comités y mafias multinivel de la élite globalista: somos demasiados, estamos agotando los recursos del planeta y se impone corregir esta situación de forma urgente, drástica y tajante.
Vamos, que han recorrido distancias siderales para dar la razón a la rata calva -también conocida como Yual Noah Harakiri-, a Santa Klaus Schwab y a los propagandistas de la Afrenta 2030: la OTAN, el Papa abortista y la patulea de parásitos con disfraz de filántropos que enmierdan los cielos con sus reactores privados para acudir en cuchipanda a encuentros varios en los que te acusan de ser tú quien está contaminando el planeta porque aún usas un vehículo diesel, te metes entre pecho y espalda un chuletón cuando puedes y, finalmente, respiras, lo que libera venenosísimo CEO2 (en cambio, no sabemos nada de la huella de carbono que puedan producir los aliens, porque ellos lo valen).
Esperemos que apunten sus armas con el mismo estilo atolondrado con el que conducen sus naves. Al parecer hay ovnis estrellados por todas partes. |
En resumen, extraterrestres malthusianos han venido a confirmar que el Cabal tiene razón, que somos unos irresponsables -porque del deterioro ambiental somos culpables todos, excepto los que diseñan el modelo económico, dictan leyes y disfrutan de estar en la cúspide de la pirámide del poder, razón por la que hay que eximirles de la acción de la justicia- y convencernos de que merecemos la extinción, aunque tal vez sean generosos y se conformen con diezmar a la población y esclavizar a los supervivientes. Siempre podría haber sido peor.
¿Va usted a creerse la mala película que nos tienen preparada, como cuando en 1938 los norteamericanos se creyeron que estaban siendo invadidos por los marcianos cuando el The Mercury Theatre on the Air de Orson Welles emitió una adaptación de "La guerra de los mundos" que causó el caos y demostró el poder omnímodo de los mass media?
Han pasado 85 años de la "bromita" -ya calificaba el truco de viejo algo más arriba-, pero la tecnología holográfica disponible puede remozarlo de forma bastante creíble. Bueno, o no tanto, pero visto como funcionó la Plandemia, con sus aberrantes exageraciones y narrativa desquiciada, resulta evidente que no hace falta mucha sutileza para convencer a las masas. Basta con saber dirigir sus impulsos primarios, en particular el miedo, para tenerles comiendo en la palma de las manos de los embaucadores.
Y otro día hablaremos de qué es lo que estarán comiendo, que esa es otra.
¿Pensabas que los insectos eran lo más asqueroso a lo que te iba a convidar Klaus Schwaaarghblurp? Al final hasta los echarás de menos, visto el plato principal del menú. |
Buen provecho
(posesodegerasa)
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