Las autoridades médicas norteamericanas sabían que la ivermectina y la hidroxicloroquina curan el Covid, y ocultaron esta crucial información para legitimar los confinamientos, la obligatoriedad del uso de la mascarilla y, finalmente, la autorización de un fármaco no probado como la vacuna ARNm, todo por facilitar el boyante negocio de las compañías farmacéuticas (y quien sabe qué otros siniestros fines).
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