Fauci. 50 años de servicio al NIH de EEUU. Un hombre que arriesgó su carrera para luchar contra el SIDA, que ha luchado contra la COVID, e ilustrado a los que dudaban de las vacunas. ¿Fallos? Sin duda. ¿Aciertos?. El cumplir el deber de cuidar y curar a los demás. https://t.co/U7lSghybBE
— Juan Luis Steegmann Olmedillas (@jlsteeg) December 29, 2022
A la desafortunada alabanza expelida por el totalitario Juan Luis Steegmann hacia el gángster Anthony Fauci, de (lucrativa) profesión muñidor de plandemias, respondía en Twitter muy sucintamente el músico, ingeniero de sonido y profesor que se oculta tras del nick "Robin de Locksley", Carlos Sánchez, recordando que los galones que Mr. Esmegma Mil-ladillas cuelga al inmunólogo "ilustrador de los que dudaban de las vacunas" no dan para sentirse orgulloso, sino más bien para alimentar un bochorno que puede cruzar la frontera de la legalidad si el nuevo amo de la red social donde se ha desarrollado la polémica, el siempre sorprendente Elon Musk, cumple con su promesa de exponer los manejos de Fauci respecto a la fabricación artificial del patógeno causante del Covid.
En los orígenes del fenómeno VIH, Fauci mandó a R. Gallo al Instituto Pasteur para vigilar el aislamiento del virus de Montagnier. Cuando se consumó, volvió a EEUU con el descubrimiento y pretendió hacerlo pasar como propio ... aunque el Nobel se lo dieron a Montagnier.
No contento con ese burdo engaño, el siguiente paso fue apropiarse del invento de Mullis de las PCR para diagnosticar el SIDA, relacionando así un positivo en VIH con estar enfermo de SIDA. Mullis hizo declaraciones muy duras contra Fauci calificándolo de ignorante y corrupto.
Gracias a esta artimaña, cundió el pánico en EEUU, ya que mucha gente se agolpaba en las clínicas para hacerse PCR. El NIH sacó un informe donde alertaba de que el 1% de la población era seropositiva, y por tanto, enferma de SIDA. La alerta se multiplicó exponencialmente.
Existía un fármaco, el AZT, aún en fase experimental. Multitudes enfervorizadas de seropositivos se lanzaron contra el NIH exigiendo formar parte de los ensayos clínicos, a lo que Fauci respondió permitiendo que decenas de miles de personas sanas se sometieran al experimento.
El AZT no supuso ninguna mejoría en la inmensa mayoría de los pacientes. De hecho, a día de hoy, se considera que la mayoría de los pacientes murieron como consecuencia de los efectos secundarios del medicamento. Algunos ilustres enfermos así lo denunciaron antes de morir. Semejante infamia no contaba con el apoyo de una cantidad importante de expertos, como el mismo Montagnier, que señalaban que para ser enfermo de SIDA se tenían que dar una serie de factores además de ser seropositivo, lo que convierte aquellos ensayos clínicos en aberrantes.
Aquello supuso el fin del prestigio social de dos premios Nobel como Mullis y Montagnier, así como de todos los virólogos que de opusieron al plan de Fauci, que fueron condenados al oprobio y al ostracismo, y vieron su punto de vista absolutamente silenciado y vilipendiado. Todo esto, sin mencionar las vergonzosas campañas del NIH alertando sobre contagios por aerosoles en habitaciones cerradas, que sirvieron para estigmatizar a los seropositivos, crear una alarma social sin precedentes y probar sobre humanos un fármaco muy agresivo.
Asesinos de masas, cada uno en su especialidad, en fraterno conciliábulo. ¿Cuál da más yuyu? Ardua cuestión. |
A toda la infamia descrita podemos sumar que Fauci consiguió colocar a su mujer como responsable de bioética y, por tanto, de fiscalizar las decisiones tomadas en este ámbito durante muchos años. Los lobos cuidando de los corderos, y forrándose con ello sustancialmente.
En la pandemia del COVID, el tío Fauci ha repetido la misma fórmula y la ha impuesto globalmente: sobrediagnosticar la enfermedad mediante el uso fraudulento de las PCR para alarmar y así crear el escenario adecuado para poder "acelerar" la autorización y venta de fármacos.
Es, sin duda, su mayor éxito. El éxito de esta pandemia ha supuesto multiplicar por dos la fortuna de los Fauci, al tiempo que ha hecho saltar por los aires los inanes límites de la bioética. Las farmacéuticas se lo agradecerán eternamente, y el tal Steegman, también.
Carlos Sánchez
(https://twitter.com/cyandeceres/status/1610292971362029568?s=12)
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