Si estás leyendo esto y no eres un camaleón, un sapo terrero, un chotacabras o un cernícalo primilla probablemente la idea de comer gusanos, grillos o escarabajos te provoque arcadas. No obstante, la élite ya ha abierto de par en par la ventana de Oberton para convencernos de las supuestas bondades de convertirnos en insectívoros. Y, por supuesto, en este laboratorio del N.O.M. que es España tendremos el dudoso honor de ser los primeros en "disfrutar" de un menú que haría feliz a la rana Gustavo, aunque no tanto al sincalista mariscófago, al político de restaurante caro o a los consabidos "intelectuales" sibaritas.
Atento a los ingredientes: "Organic cricket flour": Harina de grillos. |
Personalmente, hasta que vea a Felipe VI convertido en émulo del papamoscas de la catedral de Burgos no pienso ni en considerar la idea. Y cuando mis ojos vean ese esperpento mi impulso no será imitarlo, sino desternillarme de la estupidez demostrada.
Mañana, chuletón.
(posesodegerasa)
P.D. 13/1: Esto ya va cuesta abajo y sin frenos. Para que haya variedad, el Reino de España añade al escarabajo del estiércol al menú. Al ecologeta concienciado se le tiene que estar haciendo la boca agua ... agua residual, eso sí, con aroma fecal. En cambio cualquier persona con sentido común empieza a pensar que estamos viviendo en una viñeta de Ibañez o en una distopía a lo Terry Gilliam, con el BOE convertido en portavoz de disparates que uno no sabe si mueven a reir o a llorar. Lo próximo será publicar sesudos estudios que dirán que los niños que comían tierra en su infancia estaban recibiendo un aporte nutricional extra que les hace más fuertes, sanos, resistentes al Covid y aptos para el adoctrinamiento estatal, perdón, para el aprendizaje (lo que me recuerda que yo en parvulitos comí tierra, pero fue por amor a una compañera de guardería que "cocinaba" tortitas para mí cuando jugábamos a ser un matrimonio).
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