martes, 28 de junio de 2022

EL DOCTOR VOLODIMIR Y MÍSTER ZELENSKY, ‎LA CARA OCULTA DEL PRESIDENTE UCRANIANO (2ª PARTE)



REHÉN DEL REGIMIENTO AZOV


El acercamiento del amable Volodimir a los representantes más virulentos de la extrema derecha ‎nacionalista ucraniana no es la menor de la peculiaridades del Dr. Zelenski. La prensa occidental ‎negó con vehemencia esa complicidad afirmando que las sospechas en ese sentido eran ‎simplemente escandalosas debido a los orígenes judíos del presidente ucraniano, súbitamente ‎sacados a relucir. ¿Cómo podría un presidente judío simpatizar con neonazis, presentados ‎por demás como una ínfima minoría de marginados en Ucrania? Esa prensa no puede aceptar ‎algo que demuestre que la operación militar de Putin es realmente una «desnazificación». ‎

Pero los hechos, como siempre, son testarudos y están lejos de ser banales. ‎

Es cierto que, a título personal, Zelenski nunca ha sido cercano a la ideología neonazi ni a la ‎extremas derecha nacionalista ucraniana. Sus orígenes judíos –aunque remotos y ‎nunca mencionados antes de febrero de 2022– excluyen, claro está, que él mismo sea un ‎antisemita. Pero su acercamiento a esos elementos no es una cuestión de afinidad sino algo ‎vinculado a la más simple «razón de Estado» y el resultado de una sutil mezcla de pragmatismo y ‎de instinto básico de supervivencia política e incluso física. ‎

Hay que remontarse hasta octubre de 2019 para comprender la naturaleza de las relaciones entre ‎Zelenski y la extrema derecha. Y hay que entender que esas formaciones de extrema derecha –‎aunque sólo son un 2% del electorado– representan cerca de un millón de individuos muy ‎motivados y bien organizados repartidos en numerosas agrupaciones y movimientos, como el ‎regimiento Azov, cofundado y financiado desde 2014 por el inevitable … Kolomoiski. Pero el ‎regimiento Azov es sólo la más conocida de esas entidades, también están las agrupaciones Aidar, ‎Dnipro, Safari, Svoboda, Pravy Sektor, C14 y Cuerpo Nacional. ‎

El grupo C14 –cuyo nombre es una referencia a la cantidad de palabras de la frase del neonazi ‎estadounidense David Lane («We must secure the existence of our people and a future for white ‎children») [en español, “Tenemos que asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para ‎los niños blancos”]– es de los menos conocidos en el extranjero pero está entre los más temidos ‎en Ucrania debido a su violencia racista. Todos esos grupos están en mayor o menor escala ‎incorporados al ejército y a la Guardia Nacional ucraniana, por iniciativa de su promotor, el ‎ex ministro del Interior Arsen Avakov, que controló totalmente el aparato de seguridad ucraniano ‎entre 2014 y 2021. Esos son los que Zelenski denomina como «veteranos» desde el otoño ‎de 2019.‎

Sólo meses después de su elección, el flamante presidente Zelenski viaja al Donbass para tratar de ‎concretar su promesa electoral de poner en aplicación los acuerdos de Minsk, firmados por su ‎predecesor. Las fuerzas de extrema derecha, que bombardean las ciudades de Donetsk y Lugansk ‎desde 2014 –causando al menos 10 000 muertes–, lo reciben con la mayor frialdad porque ‎desconfían de ese presidente “pacifista”. Esos elementos hacen campaña contra la paz bajo el ‎eslogan «No a la capitulación». En un video de aquella visita se ve a un Zelenski totalmente ‎pálido implorarles: «Soy el presidente de este país. Tengo 41 años. No soy un perdedor. Vengo ‎ante ustedes a decirles que retiren las armas.». Ese video aparece en las redes sociales y Zelenski ‎se convierte inmediatamente en blanco de una campaña de odio. Así terminan las iniciativas de ‎paz de Zelenski y sus intentos de poner en aplicación los acuerdos de Minsk. ‎

Poco después de aquel incidente, se logra una pequeña retirada de las fuerzas extremistas. Pero ‎más tarde estas reinician los bombardeos. ‎

CRUZADA NACIONALISTA

El problema no es sólo que Zelenski haya cedido al chantaje de esos elementos sino que además ‎se unió a ellos en la cruzada nacionalista que habían iniciado. Después de la misión fracasada que ‎acabo de describir, en noviembre de 2019 Zelenski recibió a varios cabecillas de la extrema ‎derecha, como Yehven Taras –el jefe del C14–, mientras que su primer ministro se exhibía junto ‎a Andryi Medvedko, un neonazi sospechoso de asesinato. También apoya al futbolista Zolzulya ‎en contra de los aficionados españoles que acusan a este de ser un nazi por su proclamado ‎respaldo a Stepan Bandera, el líder nacionalista que colaboró con la Alemania nazi durante la ‎Segunda Guerra Mundial (y con la CIA después de la guerra) y que participó en el genocidio ‎contra los judíos. ‎

La colaboración con los radicales nacionalistas está bien consolidada. En noviembre del año ‎pasado (2021), Zelenski nombró al ultranacionalista de Pravy Sektor (Sector Derecho) Dimitro ‎Yarosh como consejero especial del jefe del ejército ucraniano y, desde febrero de 2022, como jefe del ‎Ejército de Voluntarios que hace reinar el terror en la retaguardia. Simultáneamente, Zelenski ‎nombra a Oleksander Poklad, más conocido como «El estrangulador» debido a su afición por la ‎tortura, en el cargo de jefe del contraespionaje del SBU. En diciembre, 2 meses antes de la ‎guerra, otro jefe de Pravy Sektor, el comandante Dimitro Kotsuybaylo, es recompensado con el ‎título de «Héroe de Ucrania». Y una semana después, Zelenski sustituye al gobernador de la ‎región de Odesa poniendo en su lugar a Maksym Marchenko, comandante del regimiento ‎ultranacionalista Aidar, junto al cual desfiló el “filósofo” francés Bernard-Henri Levy.‎

‎¿Voluntad de apaciguar a la extrema derecha otorgándole cargos? ¿Coincidencia en una especie ‎de patriotismo ultra? ¿Simple convergencia de intereses entre una derecha neoliberal atlantista y ‎prooccidental y una extrema derecha nacionalista que sueña con arrasar Rusia y «liderear las ‎razas blancas del mundo en una cruzada final contra los Untermenschen guiados por los ‎semitas», como dijo el ex diputado Andryi Biletsky, jefe del Cuerpo Nacional? No se sabe … y ‎ningún periodista se ha atrevido a preguntárselo a Zelenski. ‎

De lo que sí no hay duda es del rumbo cada vez más autoritario, incluso criminal, del régimen ‎ucraniano. Tanto que sus adoradores tendrían que pensarlo dos veces antes de proponer a su ‎ídolo para el premio Nobel de la Paz ya que, mientras que los medios se empeñan en mirar para ‎otro lado, los responsables locales y nacionales que quieren evitar una escalada del conflicto son ‎acusados de ser agentes de Rusia o de complicidad con el enemigo y están sufriendo una ‎verdadera campaña de intimidación, secuestros y ejecuciones.‎

‎«¡Un traidor menos en Ucrania! ¡Apareció muerto y fue juzgado por el tribunal del pueblo!» De ‎esta manera, el consejero del ministro del Interior, Anton Gerashenko, anunció en su cuenta de ‎Telegram la muerte de Volodimir Strok, alcalde y ex diputado de la pequeña ciudad de Kremnina. ‎Acusado de haber colaborado con los rusos, Strok fue secuestrado, torturado y finalmente ‎asesinado. El 7 de marzo, fue asesinado el alcalde de Gostomel por haber querido negociar un ‎corredor humanitario con los militares rusos. El 24 de marzo, el alcalde de Kupyansk pidió a ‎Zelenski que liberara a su hija, secuestrada por los esbirros del SBU. Al mismo tiempo, uno de los ‎negociadores ucranianos apareció muerto después de haber sido acusado de traición por los ‎medios nacionalistas. Hasta el día de hoy, no menos de 11 alcaldes están reportados como ‎desaparecidos, incluso en regiones donde no han llegado los rusos. ‎


PARTIDOS DE OPOSICIÓN PROHIBIDOS

Pero la represión no se detiene ahí. También está golpeando a los medios críticos –todos han sido ‎cerrados– y los partidos de oposición –todos han sido disueltos. ‎

En febrero de 2021, Zelenski cerró 3 televisoras de oposición (NewsOne, Zik y Ucrania 112) ‎etiquetadas como prorrusas y supuestamente pertenecientes al oligarca Viktor Medvedchuk. Pero ‎el Departamento de Estado saludó esa violación de la libertad de prensa declarando que ‎Estados Unidos apoya los esfuerzos ucranianos por contrarrestar la influencia maligna de Rusia… ‎

En enero de 2022, un mes antes de la guerra, le llegó el turno al canal Nash, que fue cerrado. ‎

Y desde el inicio de la guerra, el régimen de Kiev ha emprendido una cacería de periodistas, ‎blogueros y comentaristas de izquierda. A principios de abril, 2 televisoras de derecha –‎Channel 5 y Pryamiy– también fueron afectadas. Un decreto presidencial obliga ahora todos los ‎medios audiovisuales a transmitir una sola opinión, por supuesto progubernamental … ‎Recientemente, la cacería de brujas alcanzó al bloguero crítico más popular de Ucrania, Anatoliy ‎Shariy, considerado el Navalni ucraniano, quien fue arrestado por las autoridades españolas el 4 ‎de marzo a pedido de la policía política ucraniana. Son ataques contra la prensa cuando menos ‎equivalentes a los del autócrata Putin, pero de los que nunca hemos oído hablar en los medios ‎occidentales. ‎

La purga ha sido todavía más severa para los partidos políticos y ha diezmado a los principales ‎opositores de Zelenski. En la primavera de 2021, fue saqueado el domicilio de Medvedchuk, el ‎más importante de esos opositores y señalado como cercano a Putin, y el propio Medvedchuk ‎fue puesto bajo prisión domiciliaria. El 12 de abril, ese diputado oligarca fue internado a la fuerza ‎en un lugar que se mantiene en secreto, se podía ver que le habían administrado drogas y fue ‎privado de visitas, antes de ser exhibido en televisión y ser objeto de una proposición ucraniana de ‎intercambio por los elementos atrapados en Azovstal, lo cual es una violación flagrante de las ‎convenciones de Ginebra. Amenazados, los abogados de Medvedchuk tuvieron que renunciar a ‎defenderlo y ahora su defensa está en manos de un letrado cercano a los servicios de Kiev. ‎

En diciembre pasado, el ex presidente Petro Porochenko –quien estaba subiendo en los sondeos ‎de opinión– también ‎fue acusado de traición. El 20 de diciembre, a las 15 horas y 7 minutos, podía leerse ‎en el sitio web oficial del SBU que Porochenko era sospechoso de haber cometido crímenes de ‎traición y apoyo a actividades terroristas. A pesar de ser un reconocido antirruso, el ‎ex presidente Porochenko se veía acusado de «haber hecho a Ucrania energéticamente ‎dependiente de Rusia y de los líderes de las seudo repúblicas bajo control ruso». ‎

El 3 de marzo pasado les tocó a los activistas de la Izquierda Lizvizia ser objeto de una intervención ‎del SBU y decenas de ellos quedaron detenidos. ‎

Actualmente, 11 partidos ucranianos de izquierda ya han sido prohibidos por decreto: el Partido ‎por la Vida, Oposición de Izquierda, el Partido Socialista Progresista de Ucrania, el Partido ‎Socialista de Ucrania, la Unión de Fuerzas de Izquierda, el partido Socialistas, el Partido Sharyi, la ‎formación Los Nuestros, el Bloque de Oposición y el Bloque Volodimir Saldo. ‎

Otros activistas, blogueros y defensores de los derechos humanos están siendo arrestados y ‎torturados en Ucrania. Entre ellos están el periodista Yan Taksyur, la activista Elena Brezhnaya, el ‎luchador de MMA Maxim Ryndovskiy y la abogada Elena Viacheslavova, cuyo padre murió ‎incinerado en el pogromo del 2 de mayo de 2014, perpetrado en la Casa de los Sindicatos de ‎Odesa. ‎


Para completar la lista hay que mencionar todavía a los hombres y mujeres que los nacionalistas ‎han desnudado y flagelado públicamente en las calle de Kiev, a los prisioneros rusos golpeados, a los que los nacionalistas les daban un balazo en una pierna antes de ejecutarlos, el soldado ‎al que le perforaron un ojo antes de matarlo. Habría que mencionar también a los miembros de ‎la Legión Georgiana que ejecutaron a prisioneros rusos en una localidad cerca de Kiev mientras ‎que su jefe se jactaba de que nunca hacía prisioneros. ‎

En el canal de televisión Ucrania 24, fue nada más y nada menos que el jefe médico del ejército ‎ucraniano quien dijo haber dado la orden «de castrar a todos los rusos porque son subhumanos ‎peores que las cucarachas».

Para terminar, Ucrania está recurriendo masivamente a la tecnología de reconocimiento facial de ‎la firma Clearview para identificar a los muertos rusos y divulgar sus fotos en las redes sociales ‎rusas ridiculizándolos. ‎

UN ACTOR DIGNO DEL OSCAR


Podríamos seguir citando ejemplos, así de numerosos son los testimonios y los videos sobre las ‎atrocidades perpetradas por las tropas del defensor de la democracia y de los derechos humanos ‎que dirige los destinos de Ucrania. Pero sería fastidioso y contraproducente ante una opinión ‎pública convencida de que esos comportamientos bárbaros son sólo cosa de los rusos. ‎

Por eso es que ninguna ONG da muestras de alarma, el Consejo de Europa guarda silencio, la ‎Corte Penal Internacional (CPI) no investiga y las organizaciones de defensa de la libertad ‎de prensa se mantienen mudas. Parece que no oyeron bien lo que les dijo el amable Volodimir ‎durante una visita a Bucha, a principios de abril: ‎

«Si encontramos una salida civilizada … ustedes conocen a nuestra gente, encontrarán ‎una salida no civilizada.»‎

El problema de Ucrania es que su presidente, le guste o no, ha cedido su poder a los extremistas ‎en el plano interno y a los militares de la OTAN en el plano externo para abandonarse él al placer ‎de verse adulado por las multitudes del mundo entero. ¿No fue él mismo quien declaró a un ‎periodista francés, el 5 de marzo, sólo 10 días después de la invasión rusa?: ‎

«Hoy mi vida es bella. Creo que soy deseado. Yo siento que es ese el sentido más ‎importante de mi vida: ser deseado. Sentir que uno no está trivialmente respirando, ‎caminando y comiendo algo. ¡Uno está vivo!»‎

Ya se ha dicho. Zelenski es un gran actor. Como su predecesor en la interpretación del Dr. Jeckyll ‎y Mr. Hyde, en 1932 (Fredric March), Zelenski se merece el Oscar al Mejor Papel Masculino de la década. ‎

Pero cuando tenga que enfrentar la tarea de reconstruir su país, devastado por una guerra que ‎él pudo haber evitado en 2019, el regreso a la realidad será seguramente difícil. ‎

Guy ‎Mettan
(Fuente: https://www.voltairenet.org/)

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