He dedicado varios documentales durante muchos años al estudio de los increíbles atunes rojos, unos peces que pueden alcanzar los 700 Kg y que entran cada año desde el Océano Atlántico a través del Estrecho de Gibraltar por estas fechas para desovar en el Mar Balear y otros enclaves del Mare Nostrum.
Entran en cardúmenes inmensos llenos de grasa para reproducirse, por lo cual es muy difícil pescarlos con cebo.
Por eso desde hace siglos en las costas del sur y este de Hispania se instalaban unos laberintos permanentes anclados al fondo, cerca de la costa para capturarlos, su nombre es almadrabas, lugar para matar.
Desde el principio vi que lo que nos estaban haciendo en la Infodemia era algo similar a lo que les pasa a los atunes rojos que nadan libres por el estrecho y acaban atrapados en la almadraba.
Ellos también entran solos por miedo a una amenaza exterior que a menudo son las orcas que los conducen desde mar abierto hacia la costa.
Se siguen unos a otros, confían en el grupo, creen que unidos están más seguros, pero esa costumbre es su perdición.
Al principio son unas paredes de red de superficie a fondo muy abiertas que no parecen amenazadoras.
Según avanzan, cientos de atunes gigantes atraviesan de unos a otros recintos creyendo que salen, pero en realidad están entrando. Cada recinto solo tiene una salida aparente que en realidad conduce a otro más pequeño.
Algo raro notan pero ya no son capaces volver porque están diseñados para nadar hacia adelante, les es muy difícil girar sin espacio y siguen confiando en que siendo muchos están a salvo “todos lo hacen, será bueno”...
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Al final del laberinto de redes está la llamada cámara de la muerte, de la cual ya no se pueden escapar porque se cierra.
Entonces se dan cuenta, pero ya es demasiado tarde.
Los pescadores de Cádiz los sacan del agua con ganchos.
Como nosotros, entraron solos, fueron voluntarios, buscaban salvarse de una amenaza exterior que en realidad es muy poco mortal en número.
Los atunes rojos son muy inteligentes, pero les puede la fuerza de ser gregarios.
Por eso sé que mientras Soros, Gates, sus colegas y colaboradores inviertan tanto esfuerzo en alterar la información científica significa que todavía podríamos escapar, que es posible dar la vuelta. Si nos quieren engañar es porque temen que nos enteremos.
El día que cierren el copo del final ya no se molestarán en ocultarse, entonces ya seremos sashimi como los atunes rojos.
Las orcas de fuera que provocan el miedo en los atunes apenas hubieran devorado a unos pocos, la almadraba los matará a casi todos.
Fernando López-Mirones
(Fuente: https://t.me/elaullido)
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