viernes, 11 de marzo de 2022
11-M, CASO ABIERTO: LA PISTA ATLANTISTA (1ª PARTE)
Todo indica que la versión oficial de los atentados cometidos en Madrid el 11 de marzo de 2004, versión según la cual se trató de una acción islamista no vinculada a Al Qaeda, es en realidad un engaño. Se plantea entonces la cuestión de los verdaderos culpables.
Una investigación seria debería actuar de forma sistemática: establecer una lista exhaustiva de las pistas y seguir después cada una de ellas buscando indicios y móviles. El objetivo de este artículo es analizar una de esas hipótesis: la de una operación montada bajo bandera falsa por servicios secretos atlantistas. Pero antes, presentemos brevemente todas las pistas que habría que explorar si se reabriese la investigación.
El gran público conoce generalmente dos hipótesis sobre los autores de los atentados de Madrid: Al Qaeda, incriminada por el discurso dominante, y la ETA, culpable designado por José María Aznar, al parecer para justificar su propia política sobre la cuestión vasca. Los periodistas españoles exploraron por lo menos otras cuatro pistas sobre servicios secretos que pudieran haber montado la operación bajo bandera falsa.
He aquí las 6 hipótesis sobre los posibles autores de los atentados de Madrid:
1. Los islamistas: Es la tesis que defienden los medios dominantes, con excepción de algunos en la propia España, como el periódico El Mundo. El principal libro disponible en francés sobre el tema (La Manipulation: Madrid, 11 mars) defiende ese punto de vista. Es importante saber que el autor de ese libro, Jean Chalvidant, es miembro del comité editorial de la revista neoconservadora Le Meilleur des mondes, creada en coordinación con la Foundation for the Defense of Democracies expresamente para servir de vocero a los neoconservadores en Francia y para contrarrestar la influencia de la Red Voltaire y sus colaboradores.
A pesar de todas las incoherencias ya señaladas en un artículo anterior, la justicia ratificó la tesis del atentado islamista. Hay que subrayar que entre las conclusiones de la justicia y la idea generalmente admitida por la opinión pública existe una contradicción en cuanto a dos puntos importantes. En primer lugar, el comando no estaba vinculado a Al Qaeda.
En segundo lugar, los atentados de Madrid no se cometieron como represalia por la participación de España en la invasión de Irak ya que los preparativos [de los atentados] tuvieron lugar con anterioridad.
2. La ETA: Al cabo de 30 años de terrorismo y de varios cientos de víctimas, la organización independentista vasca se consideraba ya moribunda como consecuencia de años de redadas policiales. Apareció, sin embargo, como el culpable habitual y fue condenada en los titulares de los diarios y de los noticieros de televisión antes de que los elementos que apuntaban hacia un atentado islamista cobraran la importancia que hizo que se desechara esta pista. El ascenso al poder de José Luís Zapatero, más favorable a la autonomía de las provincias españolas, pudiera ser el objetivo del atentado.
3. Los servicios secretos marroquíes: La mayoría de los inculpados son de nacionalidad marroquí. Las relaciones entre España y Marruecos han registrado episodios de alta tensión. El más reciente, en 2002, fue la disputa por la posesión de la isla Perejil en la que se implicaron tropas de ambos países. La caída de Aznar y el ascenso de Zapatero, considerado más conciliador y oportunamente enemistado con Estados Unidos, pudieran haber favorecido a Marruecos.
4. Un sector de los servicios secretos españoles favorable a los socialistas: La primera consecuencia espectacular de los atentados de Madrid fue el ascenso de Zapatero al poder, cuando los sondeos lo daban ampliamente como perdedor de las elecciones. Las sospechosas circunstancias en torno a la manera como se desarrollaron las investigaciones hacen pensar a algunos periodistas que el más alto personaje del Estado se encuentra detrás de ese crimen (aunque no llegó a esa función hasta 5 semanas después de los atentados). Es a favor de esta tesis altamente subversiva que se inclina, aunque no abiertamente, Luís del Pino, una de las referencias de la investigación periodística sobre los atentados de Madrid, junto con el periodista del diario El Mundo Fernando Mugica.
5. Servicios secretos contrarios a la «coalición de los voluntarios» que intervino en Irak: La segunda consecuencia espectacular de los atentados fue la retirada de las tropas españolas que se encontraban en Irak, conforme a una promesa que Zapatero había hecho en el marco de una elección que realmente no esperaba ganar. Esa retirada aparece como una derrota para la «coalición de los voluntarios», aunque posteriormente se verá que es más simbólica que otra cosa. Algunos investigadores sospechan por lo tanto de las potencias contrarias a esa coalición regida por la hegemonía estadounidense: la «vieja Europa» franco-alemana, Rusia o China.
6. Servicios secretos partidarios de la «guerra contra el terrorismo»: Estos pudieron haber obtenido apoyo de un sector del aparato del Estado español, por lo menos en el momento de orientar la investigación en otra dirección. Es sobre esta tesis, defendida también por el periodista Bruno Cardeñosa, que vamos a enfocar la continuación de este artículo, comenzando por la presentación de los indicios que vinculan los atentados de Madrid a Estados Unidos, país cuyo gobierno era el principal promotor de la doctrina de «guerra contra el terrorismo».
LOS HECHOS: IMPLICACIÓN DE UN SERVICIO SECRETO MILITAR
La mochila de Vallecas y las huellas digitales halladas en la camioneta Kangoo: pruebas acusatorias cuya falsificación por elementos del aparato del Estado sugiere la existencia de vínculos del otro lado del Atlántico
Un primer vínculo entre los atentados de Madrid y los de Estados Unidos aparece a fines de marzo de 2004 con una misteriosa foto de la mochila de Vallecas.
Se trata de la única imagen hasta ahora conocida del elemento central de la investigación, el mismo que ha sido objeto de tanta controversia. En la noche del 11 al 12 marzo de 2004 un agente de la policía científica se presentó en el lugar donde los especialistas en desmantelamiento de explosivos estaban desactivando la bomba de Vallecas.
El objetivo del agente era realizar un reportaje fotográfico a medida que se iba desmantelando el artefacto. Como la bomba no estaba desactivaba aún, el agente se mantuvo alejado, confió su cámara a uno de los especialistas antibombas y vio varios flashes. Al terminar la desactivación del artefacto, el agente quiso acercarse pero, para sorpresa suya, los especialistas antibombas le cerraron el paso. Posteriormente un alto funcionario de la policía le pidió que les entregara la película, de la que nunca más tuvo noticias.
Por lo tanto, en marzo de 2004 no se había publicado ninguna foto de la bomba de Vallecas. La nebulosa sobre aquel artefacto se hizo más densa a causa de las contradictorias explicaciones que difundieron los medios de prensa sobre las causas que habían impedido el estallido de aquella bomba. Se dijo que los terroristas habían olvidado activar la tarjeta SIM, después se afirmó que por error habían programado la explosión para las 7h30 de la noche en vez de las 7h30 de la mañana y también que la cantidad de electricidad proveniente del teléfono había sido insuficiente para desencadenar la explosión. Todas esas versiones fueron desmentidas posteriormente.
La explicación más absurda fue la que se dio para el arresto de Jamal Zougam, el único de los sospechosos que supuestamente pusieron las bombas que pudo ser encarcelado. Según esa explicación, el chasis del teléfono [encontrado en la mochila de Vallecas] estaba partido y el pedacito de plástico que le faltaba fue encontrado en la casa de Zougam.
En cuanto a la composición de la bomba, la mayoría de los medios hablaba entonces de un teléfono Motorola modelo Triumph, en vez del modelo Trium de Mitsubishi que finalmente se menciona en la versión oficial.
El 30 de marzo la cadena estadounidense de televisión ABC News difundió la única foto de la bomba que se conoce hasta ahora, foto que retomaron todos los medios españoles sin hacer la menor pregunta. Aquella foto venía a llenar el vacío causado por la desaparición de la película fotográfica de la policía científica [española] y aportaba una nueva imagen de credibilidad a aquella prueba que parecía cada vez más turbia.
Pero la foto da lugar a nuevas interrogantes que todavía siguen sin respuesta. ¿Quién tomó esa foto? ¿En qué circunstancias? ¿Por qué apareció en Estados Unidos, lejos de los medios españoles que tan estrechamente venían siguiendo el caso? Intrigado, Luís del Pino interrogó a los corresponsales de la ABC en España, a quienes se atribuía la foto, pero éstos negaron haber sido los autores de aquella foto y precisaron que no sabían cómo la había conseguido la dirección estadounidense de la cadena.
El 6 de mayo de 2004 las miradas se vuelven nuevamente hacia Estados Unidos cuando la revista Newsweek revela que un abogado estadounidense, Brandon Mayfield, ha sido arrestado días antes en el Estado de Oregon. Sus huellas digitales habían aparecido en la envoltura de los detonadores encontrados en la camioneta Kangoo que supuestamente habían utilizado los terroristas. Durante todo el mes de mayo, y ante las dudas expresadas por el New York Times, la revista Newsweek mencionará diversas fuentes policiales que garantizan la validez de la prueba.
El 17 de mayo, «Un alto responsable del contraterrorismo estadounidense ha dicho a Newsweek que la identificación de las huellas digitales es irrefutable». El FBI había identificado la huella poco después del atentado, poniendo entonces a Mayfield bajo vigilancia. Fue el temor de una filtración hacia la prensa lo que llevó a la realización de un discreto arresto. Sin embargo, una sorpresa se produce el 20 de mayo cuando la policía española anuncia que ha identificado la huella como perteneciente a Ouhnane Daoud, un argelino residente en España.
Las autoridades estadounidenses toman nota y Mayfield es liberado ese mismo día con, cosa nada frecuente, excusas públicas del FBI y, posteriormente, una indemnización. El tal Daoud nunca ha sido encontrado, lo cual impide evaluar la validez de su identificación.
Resulta imposible dejar de observar lo oportuna que resultó la identificación de Daoud, un personaje que, después de haber sido pasado por alto durante los dos meses posteriores a los atentados es identificado, precisamente, en las semanas subsiguientes al arresto de Mayfield.
También resulta sospechoso el perfil de Mayfield. Abogado discreto y no muy activo, convertido al Islam, Mayfield había defendido en un caso de derecho familiar a un estadounidense que posteriormente resultó acusado de terrorismo. Pero lo más llamativo es su vínculo con el ejército estadounidense: Mayfield es oficial de la reserva después de haber pasado ocho años en filas, uno de ellos en una unidad de inteligencia.
Los dos indicios mencionados tienen que ver con las dos pruebas principales del caso: la mochila de Vallecas y la camioneta Kangoo. Antes de proseguir nuestra investigación, abramos un paréntesis para aportar algunos elementos de reflexión sobre algo que pudiera parecer una contradicción. Ya vimos lo insuficiente que resultan las supuestas pruebas de la investigación: la mochila de Vallecas, la camioneta Kangoo y también los testimonios, los datos telefónicos, etc.
El observador no puede menos que sorprenderse ante el hecho que los protagonistas –sean quiénes sean– puedan haber actuado con tanto amateurismo en cuanto a la fabricación de pistas falsas. Varios investigadores, entre ellos Luís del Pino, han propuesto como respuesta a esa paradoja la siguiente explicación: la mochila de Vallecas y las demás pruebas fueron fabricadas de forma precipitada porque «alguien» había previsto que la investigación se basase en las dos bombas sin estallar encontradas en los trenes aquella mañana.
«Alguien» montó deliberadamente aquellas dos bombas de manera defectuosa y «alguien» incluyó en ellas indicios cuidadosamente escogidos que debían permitir que la policía construyera una investigación aparentemente sólida. Pero los dos artefactos estallaron inesperadamente mientras los expertos realizaban la desactivación, destruyendo así los indicios que «alguien» había incluido en ellos.
Para resolver este imprevisto, «alguien» se vio entonces obligado a improvisar las pruebas que ya conocemos, lo cual explicaría sus imperfecciones. La mochila de Vallecas aparece entonces en una comisaría y en un lote de efectos personales ya verificados anteriormente y que también debería haberse encontrado en la morgue, con los demás lotes de efectos personales. Al mismo tiempo, varios elementos que acusan a los islamistas aparecen en la camioneta Kangoo después de haber sido llevada ésta hasta la comisaría y después de varios registros anteriores durante los cuales no se había encontrado nada.
Las declaraciones que hicieron durante el juicio los expertos que neutralizaron una de ellas confirman esta hipótesis de las dos «bombas falsas». Los expertos en desactivación de explosivos no encontraron el artefacto en el tren sino en el andén. Y, aunque un policía municipal declaró como testigo que había encontrado aquella mochila en un vagón y la había llevado hasta aquel lugar, es altamente improbable que alguien la dejase sin vigilancia y que los expertos la hayan «redescubierto» allí.
Lo más importante es que el aspecto mismo de la mochila que contenía la bomba les hizo dudar que pudiese venir del tren, ya que todos los objetos sacados de los vagones mostraban huellas de golpes, de humo, etc.
Estos elementos sugieren que aquella mochila había sido puesta en el andén después de las explosiones, no que se encontraba en el tren como las otras bombas. Esta hipótesis parece ser una explicación plausible a la aparente contradicción entre lo poco convincentes que resultan los elementos de la investigación y la posible implicación de un servicio secreto.
ACTIVACIÓN Y NATURALEZA DE LOS EXPLOSIVOS: ¿AMATEURISMO O MATERIAL MILITAR?
Prosigamos nuestro análisis agregando dos elementos que confirman que los atentados de Madrid no fueron obra de una banda de delincuentes sino de organización de tipo militar. En primer lugar, todo indica que las 10 bombas fueron activadas por control remoto a través de sistemas de radiocomunicación, en vez de ser programadas de antemano mediante la función despertador de los teléfonos móviles, como se afirma en la versión oficial.
En efecto, tres trenes estallaron mientras se encontraban parados en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia; el cuarto tren estalló fuera de Atocha, mientras esperaba la salida del primer tren. A menos que veamos en ello una extraordinaria coincidencia, lo anterior permite deducir que los terroristas querían que las bombas estallaran dentro de las estaciones. Pero es extremadamente difícil obtener ese resultado mediante la simple programación previa de la hora de la explosión.
En primer lugar, porque los teléfonos celulares supuestamente utilizados no permiten un manejo preciso del reloj y de la función de despertador: se pueden programar los minutos pero no los segundos. Y también porque los trenes de los suburbios no son rigurosamente puntuales. En este caso, varios de aquellos trenes circulaban con retraso aquel día.
El del Pozo, por ejemplo, tenía «un par de minutos de retraso» según la declaración de su conductor.
Por lo tanto, las explosiones no estaban programadas de antemano sino que fueron desencadenadas «en directo». Los medios de radiocomunicación que ello exige sugieren que se trató de una operación sofisticada, fuera del alcance de una banda de delincuentes de poca monta como la que se describe en la versión oficial.
Dicho esto, ¿por qué se quería que los trenes explotaran dentro de las estaciones? Posiblemente para que quedaran más fácil y discretamente accesibles, lo cual corroboraría la hipótesis de las dos «bombas falsas» introducidas después de las explosiones.
En segundo lugar, todo indica que las bombas se componían de explosivos de uso militar, explosivos «que cortan», no de dinamita como la que se usa en el trabajo de minería, «que muerde», como ya se demostró en el artículo "11 de marzo de 2004 en Madrid, ¿fue realmente un atentado islamista?". En la explicación que proporcionó al juez de instrucción, el jefe de los expertos en desactivación de bombas de Madrid menciona incluso el explosivo de uso militar C4.
Recordemos de paso que la policía había interceptado precisamente ese tipo de explosivo en manos de los agentes estadounidenses que trataban de introducirlo discretamente en la cumbre del G8 de junio de 2007.
El origen de la operación es por lo tanto de carácter militar, como confirma Salvador Ortega, pionero de la policía científica en España, entrevistado por Bruno Cardeñosa varios días después de los atentados. Al ser interrogado sobre los aspectos no aclarados por la investigación en desarrollo, este especialista respondió que faltaban «algunos autores materiales y la cabeza pensante. Porque detrás de esos hechos está la participación de elementos muy sofisticados que sin dudas se encontraban bajo la dirección de alguien de los servicios de inteligencia y militar. Porque fue además una operación muy costosa».
Mathieu Miquel
(Fuente: https://www.voltairenet.org/)
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