jueves, 10 de febrero de 2022
ACERCA DE LOS EFECTOS ADVERSOS DE LA "VACUNA" COVID Y DE LA MAYOR TOXICIDAD DE DETERMINADOS LOTES
Entre los vaivenes informativos y estacionales de la pandemia de gripe covidizada o covid gripalizado, estamos perdiendo el foco del papel que están desempeñando las mal llamadas vacunas covid en el proceso de control totalitario, pero sobre todo en los efectos adversos que estas inoculaciones están produciendo en la población cobaya. Es cierto que se habla de que en España y, en realidad, en todo el mundo, ha aumentado de forma inexplicada la mortalidad por todas las causas, las muertes por repentinitis (término acuñado por el biólogo López-Mirones) y los casos de positivos y contagios covid, tal como era previsible en la epidemia otoño-invernal, a pesar de las “vacunas” o precisamente debido a ellas.
Es de destacar que en el único estudio postcomercialización de estas vacunas, el realizado por Pfizer a seis meses (aunque prometió que lo haría a dos años, lo que, evidentemente, no cumplió) se puede comprobar MAS MORTALIDAD EN EL GRUPO VACUNA que en el grupo placebo o control. Finalmente fueron 20 muertos en el grupo que recibió la vacuna frente a 14 en el grupo que recibió el placebo.
Se aceptan ya por las agencias reguladoras -no hay más remedio- una serie de efectos adversos graves y muy graves producidos a corto plazo tras la inoculación, tales como las trombosis con trombocitopenia, principalmente de los senos venosos cerebrales e intestinales (tronco espleno-portal), la parálisis de Bell, la parálisis de Guillain-Barré, las parestesias, la mielitis transversa y las inflamaciones cardiacas: pericarditis y miocarditis, estas últimas especialmente más llamativas y frecuentes en varones jóvenes, lo que ha ocasionado que, especialmente en deportistas, se hayan producido muertes fulminantes y síncopes cardiacos al exigir al corazón la demanda funcional propia del deporte. Y eso sin contar el enorme incremento de abortos (en torno al 300%) especialmente en el primer trimestre del embarazo y la gran cantidad de alteraciones del ciclo menstrual.
Pero lo que acabas de leer, estimado lector, no es más que la punta del iceberg y no, no son casos leves y esporádicos como la propaganda impía pretende hacernos creer. Basta mirar los datos de Eudravigilance o de VAERS, a pesar del sesgo y manipulación que también estas agencias introducen, para darse cuenta de que en toda la historia de la farmacovigilancia, jamás se ha producido y tolerado un hecho tan flagrante de daño no supervisado debido a un medicamento: en menos de un año, las mal llamadas vacunas covid han batido todos los records de efectos adversos notificados, superando en el total de comunicaciones negativas a todas las demás vacunas juntas en treinta años. Por mucho menos, cualquier fármaco habría sido retirado del mercado. Por ello, no exageramos si afirmamos que estamos asistiendo a una verdadera conspiración de silencio por parte de estos reguladores que deben vigilar nuestra salud.
No hemos entrado aún a describir los efectos adversos de estos pinchazos a medio y largo plazo, así como a los que se pueden producir por una repetición NUNCA ESTUDIADA de dosis de refuerzo. Recordemos que los ensayos clínicos (a doble ciego contra placebo cuando se hacen adecuadamente, lo que no es el caso de estas "vacunas" covid, como veremos) es el único argumento válido que permite recomendar la aplicación de un fármaco o vacuna. Pues bien, nunca se ha hecho el estudio de estas inoculaciones en embarazadas, madres lactantes, enfermos inmunodeprimidos, enfermos crónicos clínicamente activos y NUNCA con más de dos dosis de vacuna. Además, con grupos vulnerables tales como ancianos mayores de 70 años el nº de personas que participaron en los estudios (especialmente de Pfizer y Moderna) es completamente insuficiente. Lo mismo podemos decir del nº testado de adolescentes menores de 16 años y niños, con un ridículo nº de participantes en los ensayos clínicos, en el escaso tiempo en que fueron realizados y con todas las manipulaciones del estudio hecho por la empresa contratada por Pfizer: VENTAVIA, denunciada por mala praxis en la revista British Medical Journal, nos dan idea del interés malsano que ha habido en utilizar a nuestros hijos y nietos en un experimento espeluznante.
De la misma manera que adelantamos, antes incluso de que se autorizaran estas mal llamadas vacunas, muchos de los efectos que producirían, basándonos en ciencia básica, igualmente podemos avanzar algunos de los efectos que producirán a más largo plazo, algunos de los cuales ya están empezando a presentarse. Principalmente nos referimos a la inmunopatología TH2, a la inmunodeficiencia, con posibilidad de contraer enfermedades infecciosas y degenerativas con mayor facilidad (hágase el test del VIH como recomienda el virólogo Luc Montaigner y tal vez se lleve una desagradable sorpresa). Este desbarajuste del sistema inmune que acabo de describir, propiciado por las inoculaciones covid va a aumentar -ya está aumentando- el nº de enfermedades autoinmunes (esclerosis múltiple, lupus, diabetes infantil) así como cánceres de todo tipo, con una velocidad de crecimiento y producción de metástasis que tiene desconcertados a muchos oncólogos y por último demencias degenerativas, por el efecto priónico de la proteína espiga, que se inician con deterioro cognitivo o de la memoria y ausencias.
Quisiera terminar esta exposición haciendo referencia a otro escándalo: recientemente se ha revelado que, mientras unos lotes de vacuna parecen producir pocos efectos adversos, hay en torno a un 5% que concentran casi todas las notificaciones de muertes y efectos graves. Lo ha publicado un informático inglés llamado Craig Paardekooper, haciendo un minucioso seguimiento de las notificaciones a VAERS-CDC. Este dato significativo parece confirmar que, tal como dijo el dr. Eric Rubin asesor de la FDA en la autorización de las vacunas covid para niños, “es conveniente testar los efectos adversos de estas inoculaciones génicas en la sociedad en general, en todos los grupos humanos y en todas las edades”, ya que son productos NUNCA ANTES aprobados ni utilizados de forma generalizada y quedan a los fabricantes aún muchas incógnitas por resolver.
La incertidumbre respecto a qué puede diferenciar estos “lotes mortíferos” de los demás, ha llevado a toda clase de especulaciones, muchas de ellas fantásticas y carentes de rigor. Es cierto que las agencias de farmacovigilancia y nuestros gobiernos deberían ser obligados a hacer análisis exhaustivos de los mismos, ya que están bastante bien identificados, pero mientras se resisten a ello, es preciso comprender que la explicación científica más sencilla suele ser la más probable. No hay que empeñarse en buscar “peras al olmo”, pues las farmacéuticas no son tan tontas como para arriesgarse a perder la gallina de los huevos de oro, jugándose a la ruleta rusa, la introducción de sustancias no declaradas en determinados lotes.
Las vacunas génicas covid, especialmente las de ARNm (Pfizer y Moderna) se basan en la transfección eficiente del ARNm (proceso por el cual el ARN puede entrar en la célula para ser traducido a proteínas). Hay varios mecanismos posibles para producir esta transfección, pero las farmacéuticas han elegido el que mejor podía “engañar” a nuestras células, es decir, utilizar una envoltura de grasa (mediante colesterol, polietilenglicol y lípidos catiónicos) para formar nanopartículas lipídicas que serían “confundidas” con lipoproteínas LDL, transportadoras de colesterol y por las que las células (especialmente en ciertos órganos como el ovario y glándulas suprarrenales, también el cerebro) tienen mucha avidez. El problema es que tanto la proporción de la composición de dichos lípidos para formar la nanopartícula, como incluso, su estructura espacial e isomería, pueden ser determinantes en la eficiencia de la transfección y por tanto de la producción de proteína espiga y la generación de anticuerpos. Y esto debe ensayarse para ver cómo reacciona el receptor del experimento y, puesto que disponen de tal número de cobayas humanas de todas las edades, pueden hacer testando en la población, lo que debido al rápido proceso del ensayo clínico, autorización de emergencia y comercialización masiva, no tuvieron tiempo de comprobar.
Mª José Martínez Albarracín
(Visto en https://elcorreodeespana.com/)
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