sábado, 29 de enero de 2022
MÁS DE MIL ESTUDIOS CIENTÍFICOS PRUEBAN QUE LAS INOCULACIONES COVID NO SON NI SEGURAS NI EFICIENTES
Más de mil estudios científicos prueban que las inyecciones contra el COVID-19 son peligrosas, y todos aquellos que impulsan esta agenda están cometiendo el delito procesable de mala práctica grave en la función pública. A poco más de 12 meses del despliegue de las inyecciones experimentales de uso de emergencia COVID-19, cientos de estudios científicos sobre las inyecciones COVID-19 demuestran que no son ni seguras ni efectivas para limitar la transmisión o infección del SARS-CoV-2, y presentan más riesgo de efectos adversos que beneficios.
La falsa propaganda “segura y efectiva”, emitida por funcionarios públicos que ahora continúan impulsando esta inyección constituye un claro incumplimiento del deber de vigilancia. El titular de un cargo público está sujeto y es consciente de un deber de prevenir la muerte o lesiones graves que surgen únicamente en virtud de las funciones del cargo público. Muchos no han cumplido con este deber y, al hacerlo, están provocando imprudentemente un riesgo de muerte o lesiones graves, al continuar independientemente de los peligros, ahora confirmados asociados con las inyecciones de COVID-19. Algunos de estos riesgos son la coagulación de la sangre, la miocarditis, la pericarditis, la trombosis, la trombocitopenia, la anafilaxia, la parálisis de Bell, Guillain-Barre, el cáncer, incluidas las muertes, etc.
Todo esto se confirma en los siguientes datos oficiales sobre COVID con respecto al daño de las inyecciones: ver listado aquí.
El término “vacuna” se cambió recientemente para incorporar este experimento médico ilegal e ilegal para facilitar el uso de tecnología de ARNm que se ha demostrado que no es una vacuna y que estimula la elaboración de la proteina pico o Spike que es nociva en si misma. Además hay mimetismo molecular que es el parecido que existe entre antígenos; en este caso, entre la glicoproteína Spike del SARS-CoV-2 y las proteínas propias de los tejidos humanos. Es un mecanismo que puede contribuir a la infertilidad femenina y masculina, al generar autoanticuerpos que reaccionan contra los órganos de la reproducción humana.
(Fuente: https://cienciaysaludnatural.com/)
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