jueves, 8 de abril de 2021
LA MEJORA DEPENDIENTE DE ANTICUERPOS PUEDE EXPONER A LOS VACUNADOS A UN CUADRO MÁS GRAVE DE COVID
Estudios realizados en animales vacunados contra brotes de SARS y MERS dieron cuenta de una reacción inflamatoria exagerada causada por el agravamiento de la enfermedad como respuesta del sistema inmunológico, encontrándose los investigadores con que los anticuerpos generados por las vacunas favorecieron la entrada al virus.
“Las vacunas COVID‐19 diseñadas para provocar anticuerpos neutralizantes pueden sensibilizar a los receptores de la vacuna a una enfermedad más grave que si no estuvieran vacunados”. Tales fueron las conclusiones de un estudio publicado en el International Journal of Clinical Practice, según el que “las vacunas para el SARS, MERS y RSV nunca han sido aprobadas, y los datos generados en el desarrollo y prueba de estas vacunas sugieren una seria preocupación”.
De acuerdo con los investigadores, “las vacunas diseñadas empíricamente usando el enfoque tradicional (que consiste en el pico viral de coronavirus no modificado o mínimamente modificado para provocan anticuerpos neutralizantes), ya sea que estén compuestos de proteína, vector viral, ADN o ARN e independientemente del método de administración, pueden empeorar la enfermedad por COVID-19 a través de la mejora dependiente de de anticuerpos (ADE, por sus siglas en inglés)”.
Al parecer, todos los esfuerzos anteriores para crear vacunas contra coronavirus, incluyendo los SARS, MERS y el virus sincicial respiratorio -que es otro virus de ARN- demostraron que las vacunas tienden a provocar una enfermedad peor. Significa que esa vacuna, en lugar de mejorar la inmunidad de la persona contra la infección, en realidad lo que mejora es la capacidad del virus para ingresar e infectar a las células, lo que causa una enfermedad más grave.
Recordemos que las vacunas tradicionales se elaboraban con virus inactivados o virus muertos, es decir, que no tienen la capacidad de replicarse (dividirse y crecer en una célula), porque no debemos olvidar que los virus son parásitos intracelulares obligados que requieren de células para poder persistir en la naturaleza; el virus per sé no tiene la capacidad de fabricar sus propias proteínas, sino que necesita de toda la maquinaria biosintética que tiene cualquier célula humana, animal o vegetal. La bioquímica Marcela Witt explicó que “los virus atenuados son aquellos que por pasaje sucesivo en medios de cultivo se les hace perder factores de virulencia y tienen la capacidad de provocar una enfermedad más leve y no las complicaciones serias que ocurrirían con el virus salvaje”.
Al parecer, todos los esfuerzos anteriores para crear vacunas contra coronavirus, incluyendo los SARS, MERS y el virus sincicial respiratorio -que es otro virus de ARN- demostraron que las vacunas tienden a provocar una enfermedad peor. Se trata de formulaciones que “apuntan a generar anticuerpos que van a reconocer esas proteínas virales como no propias y cuando la persona esté en presencia del germen que provoca la enfermedad se va a montar una respuesta inmunológica generando anticuerpos que evitarán que se desarrolle la enfermedad”, explicó la especialista, que tiene una Maestría en Microbiología Avanzada en la Universidad Nacional de La Plata.
Hebe Casado es médica especialista en Clínica Médica e Inmunología y resumió que “las vacunas hasta ahora tenían gérmenes vivos atenuados o muertos y al inocularlas generaban una respuesta inmunitaria similar a la que producía la infección. En esa respuesta inmunitaria se generan anticuerpos de memoria que defienden al individuo frente a la infección verdadera cuando ocurre. En caso de enfrentarse a la enfermedad el sistema inmune lo reconoce y actúa rápidamente bloqueando al germen y evitando generar daño”.
En el caso de las vacunas contra la enfermedad COVID-19, las que se desarrollaron aplican la tecnología de un vector viral modificado como puede ser el adenovirus 5 y 26 en el caso de la vacuna Sputnik V o la elaborada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, están las fabricadas a virus inactivado como son las chinas de Sinovac, Sinopharm y Cansino, y las de ARN mensajero, como las de Pfizer y Moderna.
“Las vacunas de virus inactivado se hicieron mediante el cultivo en células vero E6 (de riñón de mono) del SARS-CoV-2 y eso es lo que se usa para la fabricación de las vacunas”, detalló Witt, quien agregó que “las de vector viral modificado utilizan adenovirus modificado genéticamente para incorporar en su ADN la secuencia sintética de la proteína S viral y eso es lo que se inocula en el organismo”. “Lo que se inyecta es un vector viral no replicante para que las células fabriquen la proteína S, que será reconocida por los anticuerpos propios, los cuales van a actuar sobre dicha proteína S para protegernos de la enfermedad”, añadió.
"En las personas vacunadas se generan anticuerpos, pero se vio que en vez de ser protectores actúan como facilitadores del ingreso del virus cuando la persona se expone al virus en su forma natural". Y luego tenemos las vacunas de ARN, que es una tecnología que nunca se utilizó previamente en el ser humano y que consiste en una envoltura lipídica que en su interior tiene ARN mensajero sintético que codifica para la proteína S, o sea que al ingresar a las células humanas hará que el cuerpo fabrique la proteína S viral, que al ser reconocida por los anticuerpos como algo no propio darán una respuesta inmune con anticuerpos que la neutralicen”, definió la especialista.
“La nueva tecnología en vacunas utiliza el ARN mensajero para fabricar una proteína que contiene el virus. El sistema inmune genera anticuerpos contra esa proteína y por lo tanto contra el virus -señaló Casado-. Esta tecnología ya se ha estado probando en vacunas que se utilizan en el tratamiento de algunos cánceres”.
Y, tras destacar que “estamos en una fase experimental de todas las vacunas, algunas más avanzadas que otras, unas con más evidencias que otras”, consideró que“aún falta un factor importante en la investigación de vacunas, que es el factor tiempo”. “No sabemos con certeza si pueden aparecer otro tipo de alteraciones o de efectos adversos o secundarios por la estimulación del sistema inmune. En la aprobación de emergencia de las vacunas, no se han analizado otros factores que pueden aparecer. No podemos decir con certeza que las vacunas son totalmente inocuas a mediano y largo plazo”, sostuvo Casado.
A lo que Witt agregó: “Como no hay experiencia en este tipo de tecnologías y el seguimiento fue de dos meses porque se solicitó su aprobación de emergencia, se necesitan más investigaciones y recabar más datos para ver qué es lo que ocurre a largo plazo. No se hizo seguimiento de los efectos adversos de lo que pueda ocurrir porque se necesita mucho más tiempo. Con un seguimiento de dos meses no se puede inferir lo que va a ocurrir a largo plazo”.
Mejora dependiente de anticuerpos: qué se sabe y qué podría ocurrir
El papel de la ADE está documentado y se vio en varios modelos animales. Se la conoce desde 1964 y no es algo exclusivo del COVID-19.
“El fenómeno ADE ya se conocía y ocurre en muchas enfermedades virales como el dengue, el zika, la encefalitis japonesa; lo que se ha observado por informes previos de SARS y MERS es que la presencia de anticuerpos no neutralizantes o pobremente neutralizantes desarrollados como resultado de una vacunación o de una infección previa facilitan que ocurra una infección posterior e intensifican la infección”, explicó Witt.
Y, tras señalar que “en las personas vacunadas se generan anticuerpos, pero se vio que en vez de ser protectores actúan como facilitadores del ingreso del virus cuando la persona se expone al virus en su forma natural”, agregó: “En lugar de ser anticuerpos protectores neutralizantes del virus son anticuerpos opsonizantes que hacen más eficaz al virus, lo inmovilizan sin destruirlo favoreciendo el ingreso del virus salvaje ante una exposición natural. No se van a generar anticuerpos que permitan la destrucción del virus, sino todo lo contrario”.
“Las vacunas COVID, cualquiera de ellas, van a generarle a la persona una enfermedad peor que si no estuviera vacunada cuando se exponga al virus salvaje, y esto ocurre porque lo que se observó en los estudios en animales (el modelo de laboratorio que más se asemeja al humano es el hurón) es que con las vacunas a coronavirus se generaba un alto número de anticuerpos, pero esos anticuerpos no eran protectores porque cuando se los desafió con el virus salvaje se provocó una enfermedad peor que en los animales no vacunados y naturalmente expuestos a los coronavirus salvajes -insistió la especialista-. Además, se observó una respuesta inflamatoria y cuadros de coagulación vascular diseminada, trombogénesis, se veía magnificada la enfermedad y al hacer las autopsias en los animales se observó una gran reacción inflamatoria debida a la tormenta de citoquinas, tal como se observa en la enfermedad en sus cuadros más graves”.
"En lugar de ser anticuerpos protectores neutralizantes del virus, los provocados por las vacunas COVID-19 son anticuerpos opsonizantes que complejifican al virus".
Para Casado, “hay dos razones importantes para estudiar las células T en ensayos de vacunas: la primera para ver si existe memoria duradera y la segunda, para asegurarse de que la vacuna no producirá efectos perniciosos”. “En este aspecto, las células T originan dos tipos de respuesta: Th1 (que no tiene efectos contraproducentes) y Th2 (que sí los puede producir al inducir respuesta inflamatoria exacerbada, según se ha visto con anteriores virus respiratorios)”.
“Hoy sabemos que el virus genera una respuesta humoral y una respuesta celular, y que queda en la memoria del sistema inmune -apuntó la inmunóloga-. Hay evidencia que aquellos pacientes que quedan con síntomas crónicos post COVID mejoran con la aplicación de la vacuna. También han aparecido efectos secundarios a algunas vacunas que no habían sido detectados durante las primeras pruebas”. Según ella, “aún se sabe muy poco, y de todos modos no debe perderse el foco de que se trata de una infección respiratoria como otras, que hay personas más susceptibles a tener complicaciones que otras, y que como otras infecciones respiratorias, las ‘nuevas olas’ van a ocurrir en época invernal”.
En ese sentido, destacó que “no todos los países van a tener el mismo comportamiento porque eso depende de los factores de riesgo de sus poblaciones: países con poblaciones envejecidas es probable que tengan más complicaciones al igual que aquellos que tienen mayor cantidad de comorbilidades como obesidad y diabetes, países donde la pirámide poblacional está mayormente ocupada por jóvenes y niños, van a tener menos complicaciones”.
(Fuente: http://elfuertediario.com.ar/)
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