lunes, 15 de junio de 2020

LA DOCTORA QUE DEMOSTRÓ QUE LA VACUNACIÓN ES CONTRAPRODUCENTE PARA LA SALUD (1ª parte)



Un caso judicial de tres años contra el Consejo Médico General británico que terminó haciendo caer todas las denuncias contra la médico acusada.

La Doctora Jayne Donegan, una médico del Reino Unido, ha vivido una historia fascinante. Originalmente era una convencida defensora de las vacunas, pero años más tarde lideró una campaña contra los peligros que suponen, y terminó siendo llevada a juicio por el Consejo Médico General bajo acusaciones muy graves respecto a su profesionalidad.

Después de algunos años de estrés ante la corte, la Dra. Donegan ganó su caso. Pero es probable que esta sea la primera vez que usted se entera de esto.

La historia de la Dra. Jayne Donegan en sus propias palabras:

Haberme entrenado como doctora en medicina convencional, calificado de la Escuela de Medicina del Hospital de St. Mary, Universidad de Londres, en 1983, todos mis posgrados y experiencia en Obstetricia y Ginecología, Planificación Familiar, Salud Infantil, Traumatología, Medicina de Urgencias y Medicina General me llevó a ser una firme defensora del Programa de Vacunación Universal de la Infancia. De hecho, solía aconsejar a los padres en la década de 1980, que no querían vacunar a sus hijos contra la tos ferina, que era considerada la vacuna “problemática” en esos días.

Solía decirles que había, de hecho, reacciones adversas asociadas con la vacuna –yo no era uno de esos médicos que se pasan por alto estos detalles desagradables– pero que a nosotros los médicos nos decían que las reacciones adversas por la vacuna de la tos ferina eran al menos diez veces menos probables que tener complicaciones por contraer la enfermedad, y que, en esencia, la razón de administrar a su hijo la vacuna era para evitar que contraiga la enfermedad.

Solía pensar que los padres que no querían vacunar a sus hijos eran ignorantes, o sociópatas. Creo que esta visión no es poco común entre los médicos hoy en día. ¿Por qué yo tenía esta actitud? Bueno, a lo largo de mi formación médica me enseñaron que las personas que solían morir de a miles o cientos de miles por enfermedades como la difteria, la tos ferina y el sarampión –enfermedades para las que existen vacunas– dejaron de morir a causa de la introducción de las vacunas.

Al mismo tiempo, me enseñaron que las enfermedades como el tifus, el cólera, el reuma y la fiebre escarlatina – para las cuales no existen vacunas – dejaron de ser causa de muertes debido a las mejoras en las condiciones sociales. Hubiera sido una progresión lógica haberme preguntado por qué, si las condiciones sociales mejoraron la salud de la población con respecto a algunas enfermedades, no mejorarían su salud en relación con todas ellas, pero la cantidad de información que se requiere que uno absorba durante la formación médica es tan enorme, que uno sólo tiende a tomarlo como lo lee y a no hacer las conexiones que podrían ser obvias para alguien más.

Era un artículo de fe, para mí y mis contemporáneos, que la vacunación fue la intervención de salud más útil que se había introducido, y cuando mis hijas nacieron en 1991 y 1993 yo incuestionablemente –bueno, es decir, pensé que estaba con pleno conocimiento respaldada por toda mi formación médica– las hice vacunar, hasta de SPR, porque eso era lo correcto. Incluso permití que mi hija de 4 semanas de edad fuera inyectada con una vacuna BGC vencida en una clínica de salud pública.

La vacuna BCG vencida afectó a mi hija

Me di cuenta (por costumbre, yo automáticamente miro el nombre del medicamento, número de lote y fecha de caducidad en los frascos) que la vacuna estaba vencida y dije: “Disculpe, parece que está fuera de fecha”, y la médica respondió con total naturalidad “Oh, no te preocupes, es por eso que la clínica se retrasó por una hora, sólo estábamos comprobando que estaba bien para darla, y lo está”, y yo dije: “OK”, y dejé que se la inyectara … mi pobre hija tuvo una reacción terrible, pero yo estaba tan convencida de que todo era para su bien y continué con el resto de las dosis a los 2, 3 y 4 meses.

Sin evidencias de una epidemia de sarampión

De allí es de donde yo venía, incluso mi interés en la homeopatía no aplacó mi entusiasmo por las vacunas; hasta donde yo veía, era el mismo proceso: dar una pequeña dosis de algo y eso te hace inmune. Entonces ¿qué paso? En 1994 se produjo la Campaña contra el Sarampión y la Rubéola en la que 7 millones de niños en edad escolar fueron vacunados. El Director General de Salud envió cartas a todos los médicos, farmacéuticos, responsables de enfermería y demás personal sanitario, diciéndonos que iba a haber una epidemia de sarampión.

La información que evidenciaba esta epidemia no fue publicada en ese momento. Unos años después, se supo que fue predicho por un complicado modelo matemático basado en estimaciones y que bien podría no haber ocurrido nunca. Nos dijeron, “los que han recibido una sola dosis de la vacuna no necesariamente estarán protegidos cuando llegue la epidemia. Por este motivo necesitan aplicarse otra dosis”, “Bueno, eso está bien”, pensé, “porque sabemos que ninguna de las vacunas son 100 por ciento efectivas”.

Campanas de alarma: ¿Ahora se necesitaban tres SPR?

Lo que sí me preocupó, sin embargo, fue cuando dijeron que incluso los que habían recibido dos dosis de la vacuna contra el sarampión no estarían necesariamente protegidos cuando llegase la epidemia y que necesitaban una tercera. Quizás usted no lo recuerde, pero en aquellos días había una sola vacuna contra el sarampión en el calendario. Era una vacuna con virus vivos, así que era como entrar en contacto con el virus en estado salvaje, apenas cambiado ligeramente para hacerlo más seguro y que produjera la inmunidad. Desde entonces, por supuesto, se ha añadido la dosis pre-escolar, porque una sola dosis no funcionaba, pero en aquellos días era sólo “una vacuna para toda la vida”.

Ahora se nos decía que ni siquiera las dos dosis de esta vacuna que en principio había sido “una dosis para toda la vida” protegerían a las personas cuando la epidemia llegase. En este punto, comencé a preguntarme, “¿Por qué les he estado diciendo a todos esos padres que las vacunas son más seguras que contraer la enfermedad y que, básicamente, vacunar a sus hijos evitaría que estos contraigan la enfermedad –con el riesgo de complicaciones– no es el 100 por ciento, pero eso es básicamente para lo que están diseñadas, cuando parece que pueden ser vacunados, tener las reacciones adversas asociadas con la vacuna, y todavía contraer la enfermedad con las complicaciones que pueden estar asociadas con eso, incluso cuando hayan recibido las dos dosis de la vacuna que antes era “de una única dosis”? Entonces, ¿cuál es la razón? Esto no me parece correcto”.

Primero era un dosis de MMR (SPR), luego dos, luego TRES ...

Si usted se está preguntando cómo es que alguien pueda haber recibido dos dosis de la “vacuna de única dosis,” es porque cuando la vacuna SPR fue introducida en 1988, muchos niños ya habían sido vacunados contra el sarampión, pero nos dijeron que deberíamos darles la SPR de todos modos ya que ésta los “protegería contra las paperas y la rubéola y aumentaría su inmunidad contra el sarampión”. También nos dijeron que la mejor manera de vacunar era en masa, ya que esto “rompería la cadena de transmisión”. Entonces pensé: “Me pregunto, ¿por qué vacunamos a todos estos pequeños bebés a los 2, 3 y 4 meses? ¿Por qué no esperamos dos o tres años y luego vacunamos a todos los que han nacido durante ese tiempo, y así “rompemos la cadena de transmisión?”.

Las cosas simplemente no tenían sentido

Algunas cosas simplemente no parecían tener sentido. Sin embargo, es muy difícil comenzar a poner seriamente en duda si la vacunación es otra cosa que segura y eficaz, sobre todo cuando se trata de algo en lo que se nos ha enseñado a creer con tanta fuerza. Cuanto mejor calificado seas como médico, más difícil es, también cuanto más tengas lavado el cerebro. No es fácil, o por lo menos no era en ese entonces, comenzar a ir por un camino que podría conducirte en la dirección opuesta a todos tus colegas y al sistema de salud en el que trabajas.

He leído algunos libros que podrían describirse como de “anti-vacunación.” Estos contenían gráficos que mostraban que la mayor parte de la disminución de las muertes por incidencia de las enfermedades infecciosas para las que tenemos vacunas se produjo antes de que las vacunas se introdujeran en la década de 1950 y 60, por ejemplo, con la tos ferina, y a finales de 1960 con el sarampión. Decidí que no podía simplemente aceptar lo que estos libros me decían, sobre todo porque su mensaje era lo opuesto a lo que había aprendido hasta ahora. Tenía que hacer un poco de investigación. Los gráficos en mis libros y en el libro de Inmunización del Departamento de Salud (el Libro Verde) mostraban que la introducción de las vacunas causó caídas precipitadas en el número de muertes por enfermedades vacunables.

Cotejando mis propios gráficos de vacunas. ¿Por qué era tan difícil obtener la información?

Decidí que si iba a cuestionar seriamente lo que me habían enseñado en la escuela de medicina, tendría que obtener por mi cuenta los datos reales. Llamé a la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) y pedí que me enviaran los gráficos de las muertes por las enfermedades contra las cuales vacunamos desde mediados del siglo XIX, cuando empezamos a llevar registros, hasta ahora.

Ellos dijeron: “A excepción de la viruela y la tuberculosis, no los tenemos; le recomendamos que pruebe en el Departamento de Salud”. Eso hice. No tenían gráficos del siglo XIX ni de principios del siglo XX. Me dijeron: “Es mejor que pruebe en la Oficina Nacional de Estadísticas”. “Ya lo he intentado” les dije, “Ellos fueron quienes me dijeron que los contacte a ustedes”. La cosa se había puesto bastante circular, así que llamé a la Oficina Nacional de Estadísticas una vez más y les conté mi problema. “Bueno”, dijeron, “aquí tenemos todos los libros de cuando el Registro General comenzó a recibir ganancias de las muertes por enfermedades infecciosas en 1837; usted puede venir a verlos si quiere”. No había nada que hacer.


Tuve que ir a la Oficina Nacional de Estadísticas en Pimlico, Londres, con mis dos niñas pequeñas de 4 y 6 años a cuestas, para extraer la información por mí misma. Las niñas estaban muy bien –estaban acostumbradas a viajar/seguirme a todos lados– y el personal de la biblioteca era muy agradable; amablemente le dieron mis hijas jugo de naranja y papel y lápices de colores para dibujar y divertirse, mientras yo sacaba todos los antiguos libros desde 1837 hasta 1900, año después del cual, por suerte, había un CD ROM que podía comprarse a un elevado precio y llevar a casa.

Fue la pieza de almacenamiento de datos menos amigable con el usuario con en el que me he encontrado, pero era mejor que tener que estar físicamente allí día tras día. Así que me fui a casa con todas mis notas y el CD ROM y finalmente produje mis propios gráficos. Me sorprendí al encontrar que eran similares a los gráficos de algunos de los libros que había leído recientemente.

Tanto en el Reino Unido como en EEUU, la tos ferina fue en declive
(muy constante) antes de que la vacuna fuera introducida.

Las personas dejaron de morir de tos ferina tiempo antes de que se introdujera la vacuna

Me quedé asombrada al ver que cuando se dibuja un gráfico de la tasa de mortalidad por tos ferina iniciando a mediados del siglo XIX, se puede ver claramente que al menos el 99 por ciento de las muertes por tos ferina en el siglo XIX y principios del siglo XX había dejado de producirse antes de que la vacuna contra la tos ferina se introdujera, inicialmente en la década de 1950 y universalmente en la década de 1960.

También me di cuenta de que la razón de que los gráficos del Departamento de Salud hacían que la vacuna pareciera tan efectiva era porque no comenzaban hasta 1940, cuando la mayor parte de las mejoras en la salud ya habían ocurrido, y esto fue antes de que incluso los antibióticos estuvieran disponibles. Si usted seleccionaba sólo las muertes en menores de 15 años de edad, la caída era aún más dramática. Para el momento en que la vacuna contra la tos ferina fue parte del calendario de vacunación universal en la década de 1960, todo el trabajo duro ya había sido realizado.


Los gráficos del Departamento de Salud: una forma sesgada de mostrar los cambios en la mortalidad y la enfermedad

Así comencé a darme cuenta de que los gráficos como los que aparecen en el Libro Verde del Departamento de Salud no eran honestos al mostrar los cambios en la mortalidad (muerte) y la morbilidad (incidencia de la enfermedad) que ocurrieron antes y después de que la vacunación se introdujera en contra de estas enfermedades.

El caso del sarampión es similar: el Libro Verde del Departamento de Salud muestra un gráfico que no se inicia hasta la década de 1940. Parece que hay una gran caída en el número de casos después de que se introdujera la vacuna contra el sarampión en 1968, pero mirando un gráfico que se remonta a la década de 1900 se puede ver que la tasa de muerte había caído en un 99 por ciento en el momento en que la vacuna fue incluida en el calendario.

Las muertes por sarampión comenzaron a remitir mucho antes de que la
vacuna se introdujera

Disminución del 100% en muertes por sarampión tres años antes de que se introdujera la vacuna

Observando específicamente a los menores de 15 años de edad, es posible ver que hubo una virtual disminución del 100 por ciento en las muertes por sarampión entre 1905 y 1965, tres años antes de que la vacuna contra el sarampión se introdujera en el Reino Unido. A finales de 1990 había un anuncio de la vacuna SPR que mostraba a un bebé en pañales sentado en el borde de un acantilado con un león rondando en el otro lado y una voz en off diciendo: “Ningún padre amoroso dejaría deliberadamente a su bebé sin protección y en peligro”.

Creo que hubiera sido más científico haber puesto uno de los gráficos utilizando información de la Oficina Nacional de Estadísticas en el anuncio; entonces los padres habrían tenido una mayor posibilidad de tomar una decisión informada, en lugar de ser coaccionados por el miedo. Cuando visitas a tu médico de cabecera para discutir el tema de la vacunación, y sales de la consulta con sensación de miedo, estás comprendiendo como se sienten.

Si todo lo usted tiene es el “modelo médico” para la enfermedad y la salud, lo único que sabe es que hay un mundo hostil allá afuera y si usted no tiene las vacunas, los antibióticos y el jabón bactericida 100 por ciento, no tendrá defensa en absoluto contra todos esos gérmenes con los que usted y sus hijos están rodeados. Su hijo puede estar bien cuando contraiga sarampión, pero nunca se sabe cuando el desastre golpeará, y podría quedar incapacitado o muerto por la mano al azar del destino.

La salud es la única inmunidad

La salud proviene fundamentalmente de la nutrición y del es-
tilo de vida que se practica
Yo misma pensaba de esa manera, y cuando comencé a darme cuenta de que las vacunas no eran todo lo que se decía que eran, entré en pánico y me puse a buscar alguna otra forma de proteger a mis hijas y a mi, alguna otra solución mágica. Mi viaje largo y lento investigando la ecología de las enfermedades y la vacunación implicó aprender sobre otros modelos y filosofías de la salud y la realización gradual de que era verdad lo que la gente me había dicho todo el tiempo, que “la salud es la única inmunidad.”

No necesitamos ser protegidos de “allá afuera”. Contraemos enfermedades infecciosas cuando nuestro cuerpo necesita tener una limpieza periódica. Los niños se benefician especialmente de las erupciones de la infancia, o “ex himnos” como se les llama, para poder tener avances apropiados en su desarrollo. Cuando tenemos fiebre, tos, erupciones, necesitamos tratarlos solidariamente, no opresivamente.

El tratamiento médico estándar suprime los síntomas y causa el mayor daño

En mi experiencia, las peores complicaciones de las infecciones infantiles son causadas por el tratamiento médico estándar que implica la supresión de todos los síntomas. ¿Cuál es el mayor obstáculo para los médicos incluso teniendo en cuenta la posibilidad de que el Programa de Vacunación Universal de la Infancia no sea el éxito sin paliativos que se espera que sea, o que puede haber otras maneras de lograr la salud que son mejores y más duraderas? Posiblemente sea el miedo a salirse de la línea y ser visto como diferente, con todas las consecuencias que esto puede acarrear, como sé por experiencia personal.

Como dice George Bernard Shaw en su prefacio a “El Dilema del Doctor” (1906):

Los médicos son como los otros ingleses: la mayoría de ellos no tienen honor ni conciencia: lo que comúnmente confunden con estos es el sentimentalismo y un intenso temor de hacer algo que nadie hace, u omitir hacer alguna cosa que todo el mundo hace.


Dra. Jayne L. M. Donegan
MBBS DRCOG DCH DFFP MRCGP MFHom
Medica Holística y Médica Homeopática

(Fuente: https://www.collective-evolution.com/; visto en https://argentinasinvacunas.wordpress.com/)

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