Desde hace décadas, las élites de este planeta están preocupadas en solucionar lo que parece ser una de sus grandes preocupaciones: el exceso de población, o más concretamente, el excesivo crecimiento de la población en los países pobres.
Algo que en su momento fue llamado la “bomba demográfica” y que podríamos decir que estalló en 1974.
Ese fue el año de la primera Conferencia Mundial de Población realizada en Bucarest, Rumania.
Los efectos de la crisis del petróleo de 1973 se dejaban sentir con fuerza, el precio del petróleo se cuadruplicó de 3 dólares el barris hasta casi 12 dólares el barril.
Y fue precisamente en ese año, el 24 de abril de 1974, cuando el criminal de guerra Henry Kissinger, escribió su infame “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200″, en el cual se presenta el “problema demográfico” del crecimiento sin control de los “países menos adelantados” (países menos desarrollados), lo cual se consideraba como un riesgo potencial para la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Dicho documento establecía que se debía reducir la población en 13 países clave, entre ellos India, Bangladesh, Pakistán, Nigeria, México, Indonesia, Brasil, Filipinas, Tailandia, Egipto, Turquía, Etiopía y Colombia.
De entre todos ellos, el documento destacaba a México por tener una de las tasas de crecimiento más altas (y por lo tanto, más preocupantes) de todas.
El documento decía: “Tal vez la tendencia de la población más importante desde la perspectiva de los Estados Unidos es la perspectiva de que la población de México se incrementará de 50 millones en 1970 a más de 130 millones para el año 2000″
Varios periódicos ya habían hecho sonar la voz de alarma sobre la bomba demográfica de México en años anteriores a 1974.
México se había resistido a las políticas de control de población, pero el Banco Mundial “insistió en que México hiciera algo para reducir su crecimiento de población”
Tal vez por esa razón, un grupo de personas decidió esterilizar forzosamente a grupos de niños mexicanos en contra de su voluntad y las de sus padres en diciembre de 1974, aplicándoles una novedosa vacuna anti-fertilidad.
Pequeños recortes de prensa hablaron sobre el incidente durante algunos días, aunque nadie le prestó la más mínima atención.
Los puntos clave extraídos de esos recortes de prensa afirman que:
· Un grupo de hombres y mujeres con túnicas blancas “que parecían extranjeros”, se disfrazaron de equipos médicos de vacunación y se presentaron en las escuelas y aplicaron vacunas que según los informes, esterilizaron a los escolares mexicanos. Los esfuerzos estaban dirigidos específicamente a los niños pobres.
· Una cadena de televisión afirmó que las personas eran “orientales”, pero otra fuente que llamó a la cadena, afirmó que los equipos estaban formados por médicos y enfermeras estadounidenses. Dichos equipos médicos disponían de escoltas policiales cuando se presentaron en las escuelas.
· Esa extraña campaña de vacunación en una de las escuelas hizo sonar las campanas de alarma, ya que, aunque el país realizaba rutinariamente campañas de vacunación, nunca se realizaban directamente en las escuelas.
· Los “rumores” empezaron en el norte de Nuevo León, y a continuación, se extendieron al sur de Chiapas y luego a la Ciudad de México, donde miles de padres enojados “en barrios pobres” asaltaron las escuelas y retiraron a sus hijos de ellas.
· De acuerdo con el Partido Acción Nacional: “La vacuna, hasta ahora nunca utilizada se le aplica a cada niño en tres lugares: el ombligo, el pecho y la columna vertebral”.
· Manuel Stephens García del Partido Popular Socialista culpó “al ala derecha, las corporaciones multinacionales y la Agencia Central de Inteligencia” de esta campaña de vacunación fraudulenta.
· El gobierno negó los “rumores” y inundó las primeras planas de los periódicos con propaganda para “calmar los temores”.
Tras esta extraña maniobra, orientada a esterilizar a la población más pobre de México, se escondían los sospechosos habituales de las élites, obsesionadas con detener el crecimiento de población y cuyos objetivos quedaban reflejados en el “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200″ de Kissinger.
De hecho, su poder de influencia empezó a verse reflejado en la prensa ya en 1974, cuando los periódicos proclamaban que la esterilización en sí era socialmente aceptable como “una forma de control de natalidad”.
Ese año, esterilizaciones obligatorias bajo la bandera de la “planificación familiar” se estaban realizando por todo el mundo.
El gobierno de Estados Unidos se vio expuesto por haber financiado esterilizaciones contra los negros, las mujeres pobres, los enfermos mentales, los sordos o los ciegos, las personas con epilepsia y otros que eran considerados “no aptos” para tener bebés.
Esto incluía incluso a niños pequeños que se consideraba que no deberían llegar a tener hijos propios.
En abril de 1974, salió a la luz en los periódicos que el gobierno había esterilizado a 1.204 niños y niñas de menos de 21 años en clínicas financiadas por el gobierno federal en todo el país. Estas cifras incluían a niños de diez años de edad, un niño de once años y diez niños de 13 años.
Esas élites se aseguraron de propagar la idea de que las personas no debían reproducirse como medida para luchar contra la escasez de recursos del planeta.
Apenas un año antes, en 1973, dos investigadores publicaron trabajos sobre una vacuna anti-fertilidad en la revista Obstetrics and Gynecology titulado “Effects of Immunization with Hapten-Coupled HCG on the Human Menstrual Cycle.” (“Efectos de Inmunización con HCG-Coupled Hapteno en el ciclo menstrual humano”).
En el estudio, los médicos inmunizaron a mujeres que ya habían sido esterilizadas físicamente pero que todavía tenían ovarios, con gonadotropina coriónica humana (HCG), que provocaba que el propio cuerpo de las mujeres atacara a la hormona que hace que el embarazo sea viable. Los investigadores llegaron a la conclusión de que: “El uso práctico de la isoinmunización activa puede resultar de gran valor en el estudio de los mecanismos reproductivos y tal vez en la regulación de la fertilidad en humanos”. Otros estudios sobre el uso de anticuerpos para regular la fertilidad se venían sucediendo, sin embargo, desde hacía décadas.
La Fundación Rockefeller había estado financiando discretamente una vacuna anti-fertilidad como mínimo desde 1968, según sus propios informes.
En 1973, la fundación informó que ofrecía apoyo financiero a toda una serie de estudios de control de la población (como lo había hecho todos los años desde haccía décadas), pero incluyendo específicamente uno en la Universidad del Estado de Colorado del cuerpo lúteo de las ovejas. El informe afirmaba que: “Dado que el cuerpo lúteo es una estructura ovárica cíclica responsable de los primeros estadios del embarazo, la posibilidad de inhibir su función mediante agentes químicos o inmunológicos representa una gran promesa para el control de la fertilidad”
Sin embargo, la Fundación Rockefeller no era la única organización que trabajaba en una vacuna anti-fertilidad en aqueel momento.
En 1972, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial se unieron y colaboraron en un “Programa Especial de Investigaciones, Desarrollo y Formación de Investigadores sobre Reproducción Humana (HRP)” con el objetivo de “coordinar, promover, conducir y evaluar la investigación en reproducción humana”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) fue la cara más visible de la investigación, centrada en la producción de una vacuna anti-fertilidad.
Como vemos, la Organización Mundial de la Salud, las Naciones Unidas y las élites como Rockefeller o Kissinger, tienen un objetivo común casi obsesivo: la reducción de la población mundial, sobretodo la de los pobres, que tanto les molestan y más específicamente, los de determinados orígenes y razas.
De hecho, el 1 de enero 1968, se publicó en El Paso Herald-Post, una cita de John D. Rockefeller III en la que afirmaba que:
“No hay ningún problema más importante que el control de la población. Está directamente relacionado con la paz mundial. Hasta que no se resuelva este problema, no se podrán resolver los otros problemas. Con la bomba atómica, todos tenemos la esperanza de que la civilización será lo suficientemente fuerte como para no usarla.
Pero con la bomba de población, no podremos evitarlo. Incluso si se toman medidas ahora, seguirá siendo un problema. Lo único que podemos hacer es reducir la gravedad de la tragedia”.
Desde entonces, muchas historias relacionadas con la vacunación y esterilización encubierta en países en vías han salido a la luz.
Como ya informó Jon Rappoport:
“Hubo informes no confirmados de Filipinas y México de que sus programas de vacunación del año 1993 contra el tétanos, supuestamente fueron administrados sólo a las mujeres en edad fértil y que implicaron múltiples inyecciones.
Los protocolos de vacunas contra el tétanos indican que una inyección es suficiente para diez años. Por lo tanto, si se aplicaron múltiples inyecciones eso indicaría que dichas vacunas tenían otra misión, como podría ser suministrar un tratamiento anti-fertilidad con la propia vacuna”
Más recientemente, este noviembre pasado, se informó sobre historias similares de vacunas contra el tétanos con efectos esterilizantes en Kenia:
A más de un millón de mujeres y niñas en edad fértil se les ha suministrado una inyección antitetánica mezclada con un agente anti-fertilidad que les imposibilitará quedarse embarazadas o que les provocará abortos involuntarios si están embarazadas.
El programa de vacunación fue dirigido sólo a mujeres y niñas en edad de procrear que fueron obligadas a recibir la friolera de cinco vacunas en el transcurso de dos años.
Programas de esterilización encubierta similares con la misma vacuna antitetánica han sido detectadas en otras partes del mundo en vías de desarrollo, entre ellos países como Tailandia, México, Nicaragua y Filipinas.
Obispos católicos de Kenia han enviado seis de estas muestras de vacuna a dos laboratorios independientes diferentes, que dieron resultados positivos por HCG, que básicamente provoca que una mujer cree anticuerpos contra sus propias hormonas del embarazo.
Sin embargo, el gobierno de Kenia ha ignorado las evidencias y continuará vacunando a otros 1,3 millones de mujeres.
Las vacunas son patrocinadas por la Organización Mundial de la Salud y Unicef.
Como vemos, el suministro de vacunas anti-fertilidad, llevan produciéndose desde hace 4 décadas y los programas no se han detenido.
Si no consiguen sus objetivos a corto plazo, ¿cuál será el próximo paso para reducir el crecimiento de la población mundial, especialmente en los países pobres?
Melyssa Dykes
(Fuente: http://truthstreammedia.com/; visto en El Robot Pescador)