Ahora que España está de resaca profunda tras la bofetada a su orgullo que supone su eliminación del Mundial "Illuminati" de Brasil, y la bofetada a su dignidad que supone la perpetuación del "Ancien Régime" en la persona de Felipe VI de Borbón, no es mal momento para recapitular lo sucedido en el trono, prestando atención no al grandilocuente y vacuo espectáculo, sino al envés del mismo, ignorado por la población, pero que explica fehacientemente una cadena de acontecimientos que ha pillado a casi todo el mundo con el pie cambiado.
No a este blog, por cierto, que desde el año pasado venía anunciando la inevitabilidad de la abdicación. Y la razón de este anuncio no es clarividencia oracular alguna, sino la evidencia palmaria de que el cada vez más excéntrico Rey (hoy ex-Rey) había dejado de cumplir la parte que le tocaba en el contrato suscrito con sus poderosos amos, que, a cambio de la impunidad, el poder, la riqueza y el gozar de cancha para sus pequeños vicios de "play-boy" otoñal, esperaban de él que mantuviese impoluta la imagen de una monarquía con vocación de perpetuidad. No ha cumplido, y el premio que ahora paga es la deshonrosa pérdida del estatus adquirido cuando la Soberana Orden de Malta impuso a Franco su persona como heredero del dictador, apadrinando la restauración de la monarquía borbónica. Así, el bautizo mismo del primogénito del exiliado Juan de Borbón tuvo lugar en la capilla del Palacio Magistral de la Real Cruz de Malta, en su Roma natal.
Pero, ... ¿qué Orden es ésta que ha protegido a Juan Carlos de Borbón hasta el momento en que le ha retirado su confianza?
Juan Carlos Palito, dando salida a los disfraces de carnaval. |
Se trata de una orden militar que da continuidad a la Orden de los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén, rival de la del Temple, con cuyos herederos, los Jesuítas, mantiene una secular enemistad: Carlos III -otro Borbón- fue quien los expulsó de España. Su sede se halla en la colina del Aventino, en Roma.
El día antes del reciente cónclave anual del Club Bilderberg se reunía a puerta cerrada el Capítulo General de la Soberana Orden de Malta. En dicha reunión se produjo la decisión de forzar el jaque al rey que éste se ha apresurado en materializar, pues sabe que sus padrinos no son gente que se ande con bromas.
¿Cuál era la utilidad del Rey para los intereses de la Soberana Orden? Pues la encarnada en uno de los títulos más singulares que Juan Carlos de Borbón ostenta: el de rey de Jerusalén, heredero, por tanto, no solo del Reino Latino que allí instalaron los cruzados entre 1099 y 1291, sino del linaje de Salomón (estos son los detalles que Dan Brown no incluye en los panfletos divulgativos que publica cada cierto tiempo sobre los secretos del Poder occidental). La elección fue sellada del mismo modo que la del linaje de Caín: con el homicidio de su hermano.
Parecen unos carcamales. Son unos carcamales. Pero su poder es inimaginable. |
Como peón regio de la Orden de Malta, Juan Carlos de Borbón es Gran Maestre de todas las órdenes militares del Reino de España, además de rey de Sicilia y Nápoles.
La caída en desgracia del ya ex-monarca español se produce cuando sus intereses personales y familiares empiezan a obstaculizar su función como "conseguidor" para la Orden de Malta, que optó por el envío de un "supervisor" a la medida del Casanova que cree ser: una preciosa alemana divorciada, Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, que actuó como socia/cómplice/amante (elija el lector) del monarca, y cuya empresa personal (Apollonia Associates) tiene su sede ... en la isla de Malta (¿Dónde si no?).
Corinna actuó públicamente como si fuese la consorte del monarca, ninguneando a Sofía de Bilderberg, la consorte legítima. No obstante, desaparece discretamente de escena cuando otros escándalos (frívolas cacerías de paquidermos, cuentas en Suiza, el caso Urdangarín -que involucra directamente a la hija del Rey-, ...) se añaden a los antiguos.
Si la monarquía es tolerada sólo por su capacidad de hipnotizar a los súbditos, la última década del reinado de Juan Carlos I ha echado a perder lo ganado con los exitosos espectáculos de la primera (el auto-golpe del 23-F en particular).
"La ambición rubia". No hablamos de Madonna. |
Bien poco tiene que celebrar un Felipe VI que hereda un reinado incierto, deslegitimado y problemático, y al que las aspiraciones secesionistas de Cataluña pondrán pronto a prueba, sabiendo además que la única solución racional al problema pasaría por una reforma de la Constitución que podría, de hacerse a conciencia, volverse contra su privilegiada situación.
Un desenmascarado y derrotado Juan Carlos de Borbón, al que lo perentorio de la exigencia de abdicar ha dejado sin protección jurídica (la falta de reflejo de sus palmeros en el Parlamento ha impedido por el momento el blindaje legal que la corona le garantizaba) y, por tanto, a merced de denuncias -delito fiscal continuado, fraude, paternidades varias, etc.- que estos días vamos a ver multiplicarse, pronunciaba el pasado viernes su postrer exabrupto real, al despedirse de los periodistas en su último día de audiencias con la nada elegante fórmula "Ahí os quedáis".
"Ahí" quedas tú, títere de intereses ajenos a los de tu patria, obligado por lealtades (no solo la del dinero) inconfesables y derrocado por quienes te han usado como un trapo, de armiño y terciopelo si quieres, pero al fin y al cabo desechable.
(poseso de gerasa, con información procedente del blog SoySanador y reproducida en Cazadebunkers)
La muchedumbre NO aclama al heredero. De hecho, la muchedumbre ni está, ni se la espera. |